Capítulo 4. Taylor. Esta es mi vida.

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— Date prisa Frizze. — hablo con apuro mientras veo al pequeño Boolbie, que pasa la mayor parte del tiempo aquí conmigo, mientras mueve sus manos haciendo círculos. — Cómo uno de ellos entre y te vea aquí...

— Relájate Tay-ty. — dice mi apodo con tranquilidad. — No me descubrirán. Además, solo hago aparecer comida, si no me dejas concentrarme me saldrá un churro. Ya sabes que apenas estoy empezando con los alimentos cocinados.

Decido callarme a pesar de mis nervios. No quiero que la familia de Anne entre en la cocina y lo descubra aquí, pero tampoco quiero hacer fallar a Frizze en uno de sus primeros intentos por hacer aparecer unos simples macarrones. Apenas había salido del pequeño centro en el que practicaba sus poderes y estas prácticas le venían muy bien, pero claro, necesitaba concentrarse bien para que no salieran unos macarrones podridos o algo así. Recuerdo que las últimas prácticas que hizo conmigo intentando hacer aparecer refrescos le salió más bien algo que parecía pis mezclado con un líquido espeso, fue realmente asqueroso. — Muy bien, ya está cerca... — un pequeño resplandor azul aparece entre sus manos y después una bandeja con unos macarrones con tomate aparecen encima de éstas.

— Parecen comestibles. — comento con tranquilidad y riéndome. — Espero que no se intoxiquen.

Frizze me mira con indignación y se hace el ofendido. — Pues bien buenos que me han salido. — pone una pose de orgullo mientras me mira sonriente. — Será mejor que me vaya antes de que tus queridos invitados me vean. Aunque sigo sin entender porqué les ocultas que nos conoces.

— Ya te lo dije, no confío en ellos todavía. ¿Y si quieren experimentar con vosotros? Te recuerdo que para ellos sois una cosa extraña que desconocen, y los humanos (hasta lo que sé) lo que desconocen necesitan conocerlo. Así que mejor que no os vean a ninguno cerca o a saber que os hacen. — cojo la bandeja de sus manos y la coloco en la pequeña mesa en medio de la habitación.

— Sí bueno...no creo que sean malos seres, pero en fin, tendré que hacerte caso por esta vez. — me sonríe por última vez antes de dar dos palmadas y desaparecer por completo.

Suspiro cogiendo la bandeja de nuevo y saliendo de la cocina. Sé que al verme con estos macarrones surgirán dudas en ellos. ¿Cómo habrá hecho los macarrones si no hay cocina? Ya casi puedo leerles el pensamiento cuando me acerco y los tres me miran sorprendidos, aunque, curiosamente, no dicen nada. — Aquí está la comida. — la dejo en el centro de todos, en el suelo y me siento a un lado de Anne.

— Tienen buena pinta. — comenta Alyn como intento de alejar la incomodidad en el ambiente.

— Gracias. — digo secamente cogiendo un tenedor de los que están alrededor de la bandeja para comer un poco.

(...)

Después de la incómoda comida, porque sí, ha sido muy incómoda, Alyn ha cogido lo sobrante y ha decidido dárselo a los abuelos de Anne, para que al menos comieran algo.
Yo me he quedado con Anne en el salón y Jayden ha salido de nuevo a seguir con su tarea de arreglar el motor inútilmente.

— Te agradezco el que nos dejes quedarnos aquí, habríamos muerto de no ser por esta casa. — comenta Anne mirando a su alrededor con curiosidad. — Por cierto... — que no pregunte nada, por favor. — ¿Cómo has...?

— No voy a responder ninguna de tus preguntas. — la corto antes de que acabe. Ella me mira sorprendida y algo avergonzada.

Baja la cabeza y después la levanta con una pequeña sonrisa en el rostro. — Lo siento, se que a veces soy insoportable, hasta mis amigos me lo dicen. Es algo que no puedo evitar, siempre he sido muy curiosa.

— ¿Tienes muchos amigos? — mi pregunta la pilla por sorpresa. Frunce el ceño y me mira confusa. — Bueno, en la Tierra...será muy común tener amigos, ¿no?

— Oh, pues...si, la verdad es que sí. Tengo los suficientes. Una mejor amiga que se llama Luna y un mejor amigo que se llama Arthur. — ¿mejores amigos? — También tengo una amiga en la central de la NASA, hago prácticas con ella. No tengo tanta confianza como con Lu y Arthur, pero me encanta pasar tiempo con ella. Se llama Melissa.

— ¿Y mejor amigo que es exactamente? — una sonrisa se instala en sus labios. Supongo que le hace gracia mi curiosidad.

— Es cómo...no se, una persona con la que tienes muchísima confianza. Haber, imagínate que tienes dos amigos: con uno hablas de...yo que sé...cosas de clase, del trabajo, gustos, etcétera. Y con él otro hablas de tus secretos, tus deseos... no se si me explico, pero con tu mejor amigo hay mucha más confianza.

— ¿Y te besas con ellos? — abre los ojos con evidente sorpresa.

— ¡No! Por supuesto que no, eso (normalmente) se hace con tu novio o novia. — asegura sonriendo.

Seguimos hablando de muchas cosas, y me doy cuenta de una cosa: me gusta pasar tiempo con ella, hablar con ella. Puede que después de todo no sea tan insoportable.

Marte, nuestro futuro ©✔️ El Espacio #1 {Pendiente de editar}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora