Elliot
Desperté y lo primero que vi fue los restos de la cocaína, luego de dos días sin inhalar se me hizo imposible, apenas podía respirar, sentía que mi cuerpo me lo pedía a gritos y lamentablemente tuve que darle lo que quería.
Suspiré.
Lo siento mamá.
Me levanté y fui directo al baño, estando al frente del espejo pude ver mi reflejo. Mis ojos estaban ligeramente rojos y tenía ojeras muy oscuras por no dormir bien y mi cabello estaba muy desordenado.
No me gusta este reflejo.
Me saqué la ropa y entré a la ducha con agua fría para despertarme, sentí como el agua caía sobre mí, erizando mi piel a cada toque.
¿Cuándo empezó a salir todo mal?
Me preparé y salí en dirección a la universidad, un poco más temprano de lo usual para ver si me encontraba con Kevin.
Ya no me quedaba mucha cocaína y con lo que inhale ayer se podría decir que ocupe un poco más de lo usual.
Perdí la razón en ese momento.
Preparé mis cosas y con mucha pesadez salí de mi casa.
Caminé por las calles, entré a un callejón y caminé hasta que vi a Kevin junto a otros chicos fumando.
No era necesario decir qué.
Me acerqué a él y pude ver cómo iba ensanchando su sonrisa.
—Veo que ya me extrañaste—Dijo riendo.
Lo fulminé con la mirada y decidí no decir nada.
—Necesito más— Murmure.
—Si es lo que quieres—Dijo simple encogiéndose de hombros.
Se acercó y me mostró una pequeña bolsa.
Intenté tomarla, pero la alejó de mí.
—Primero el dinero—Explicó.
Giré mis ojos, saqué unos billetes y se los pasé.
—Un placer hacer tratos contigo, Comprador estrella. —Hablo mientras me pasaba la bolsa.
—Si, si lo que digas—Espeté saliendo del callejón y entrando a la calle principal.
Llegué a la universidad y caminé por los pasillos dirigiéndome a la sala de Arte.
Abrí la puerta y vi mi dibujo unos segundos, cada vez dolía menos pero no significaba que lo olvidaría fácilmente.
Todos hemos sentido el dolor de perder a alguien, ya sea un familiar, un amigo, un padre, una madre, un hijo o un hermano.
Nadie está preparado para aquello, no importa si es una persona sana o enferma pero lo que más me duele es que ella era la única persona que estuvo a mi lado siempre y ya no está.
Apreté mis puños y sentí la pequeña bolsa que sostenía.
Por más que quisiera dejarlo no podía.
Y es lo que más me da pena.
No poder dejarlo.
Lo necesitaba.
Miré hacia ambos lados y saqué la bolsa y la guardé en mi mochila junto a mi celular.
Me dirijo a la sala que me corresponde a pedido de Jess. Ayer me dijo que fuera incluso si era para no hacer nada. De solo recordar sus mejillas cuando se inflan al estar enojada sonrió sin pensar.
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A Través Del Arte
Teen FictionDos personas. Dos opciones. La primera, se vuelven cercanos. Y la segunda, se ignoran y nunca podrán saber que hubiera cambiado si se hubieran dicho una simple palabra. Bueno, en esta historia pasa la primera opción... ¿Ellos se podrían destruir...