Capítulo 14: Pero te amaré,

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Elliot.

He perdido la cabeza, no sé cuánto tiempo ha pasado.

Mi cabeza duele y estoy muy cansado. Me encuentro acostado en mi cama, recién acabo de despertar o más bien, recién estoy consciente de lo que hago.

Suspiro.

¿Qué hora es?

Froto mis manos en mi cara, siento mis ojos arder. Veo a mi alrededor y me doy cuenta de que está oscuro, es de noche. Tardo un poco en procesar ese hecho.

Me doy cuenta de esto y caigo de mi cama sorprendido y asustado.

¿Perdí la razón tanto tiempo?

Nunca había pasado esto.

De repente llega alguien a mi cabeza.

¡Jess!

—Mierda, mierda. —Murmuro mientras busco mi celular por toda mi habitación.

Sin darme cuenta piso algo y siento el dolor punzante en mi pie. Bajo mi mirada y veo el celular con toda la pantalla rota. Lo levanté e intenté encenderlo.

No, no funciona.

Me empiezo a desesperar.

Jess, Jess.

¿Hoy ella tenía que trabajar?

¿Se fue sola?

¿Tan tarde?

Mierda.

En un gesto de frustración tiro mi cabello y golpeó mi cabeza en la pared.

Tengo miedo, tengo miedo.

No puede pasar otra vez.

No de nuevo.

Intento de nuevo prender mi celular.

Nada...

Siento que me falta el aire.

Yo...

Necesito, de verdad necesito, saber si Jess está bien.

Observo a todos lados, busco mis zapatos y me los pongo. Todavía sentía un dolor en mi pie, pero no era tan importante y aún siento arder mis ojos.

Inhalo, Exhalo.

Todo bien, todo va a estar bien.

Salgo y subo a mi moto, enciendo el motor, ruge el motor y rápidamente salgo. Siento pánico, miedo.

He saltado algunos semáforos y he llegado a la casa de Jess más rápido de lo que esperaba.

Estaciono mi moto al frente de la puerta y bajo, sin pensarlo empiezo a tocar la puerta sin parar. No pienso en el hecho de que sus padres viven con ella.

Sigo tocando unos minutos más y veo que encienden la luz, abre la puerta una señora más pequeña que yo, tiene el cabello castaño y sin dudar, es la madre de Jess. Se puede ver por sus ojos, son iguales a los de ella.

—¿Qué necesitas? —Pregunta un poco enojada.

—¿Está Jess en casa? —Dijo impaciente mirando hacia adentro de la casa.

—¿Quién eres? —Sigue insistiendo mientras me mira extrañada.

—¿Ella, está? —Sigo preguntando. —Solo dígame si está bien.

—¿De qué hablas...? —

—¿Elliot? —Escucho una voz detrás de ella.

Es Jess.

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