Capítulo 3. Destino

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-Romina, la reina te solicita ante su presencia- Amy me hablaba mientras me encontraba sentada en una roca mirando hacia el cielo, me levanté y asistí ante su presencia, ahí la vi, tan hermosa y única, mi madre, me miró con una sonrisa en su rostro -te tengo noticias, recuerdas de la raza de las historias que te contaba de pequeña?- algo intrigada asentí con mi cabeza - las mujeres de la guardia de anoche encontraron un barco, aparentemente naufragó, dentro de él hay uno de los que te hablé, se encuentra muy herido...- mi corazón empezó a latir demasiado rápido, no lo podía creer, en realidad si existían -puedo verlo?...- pregunté un poco temerosa mientras mordía mi labio inferior -supuse que me lo pediría así que le pedí a Amy que te llevara con él- no sabía por qué pero me emocionaba tanto conocer ese ser del que tanto me habían hablado, así que seguí a Amy hasta la habitación de medicina, entré lentamente y ahí estaba un hombre de cuerpo definido, posiblemente una estatura de 1.80[m], su cabello castaño claro y una boca preciosa, algo reseca por el accidente, pero mis ojos jamás habían visto a alguien tan guapo, sentí como mi corazón se aceleraba y mi cerebro me obligaba a acercarme a él, me incliné para ver mejor su rostro y pude visualizar todas las heridas que tenía, eran muy graves, posiblemente con medicina común no hubiera sobrevivido, volteé a ver a Amy y me encontré con la mirada de mi madre -puedo tocarlo?...- pregunté con algo de temor -si Romina, puedes hacerlo...- me senté junto a él mientras mi corazón latía mucho e inexplicablemente mis ojos empezaron a demostrar la tristeza que sentían de verlo en ese estado, estiré mi mano y acaricié su rostro, empecé a sentir que mi cuerpo quemaba, una de mis lágrimas cayó sobre mi mano y se deslizó hasta llegar a su rostro, de repente empezó a ocurrir lo que definitivamente pertenece solo a los cuentos de hadas; mi mano se cubrió de una luz, una luz verde agua, sentía que algo emanaba de mi cuerpo y para mi sorpresa cada herida de su cuerpo empezó a sanar, estaba anonadada, no sabía que ocurría pero al ver que abrió sus ojos lentamente me alivié y acaricié su mejilla, la luz desapareció poco a poco -te encuentras bien?...- pregunté al desconocido pero en un abrir y cerrar de ojos me empujó e intentó escapar pero Amy lo detuvo con su fuerza -a donde crees que vas, no hemos hablado de lo que te pasó y como llegaste aquí- sus ojos llenos de miedo me miraban -quienes son ustedes? y por qué me tienen aquí? donde está mi camisa?- miré a mi madre con cara de intriga y le respondí -de verdad no recuerdas que te pasó?- ya más tranquilo se sentó mientras lanzó un profundo suspiro -Soy Benjamín Stephens, soy marinero pero una fuerte tormenta nos azotó, no pude hacer nada...- vi como sus lágrimas corrían por su rostro -intenté salvarlos, en medio de la lluvia y los rayos vi una isla, intenté dirigirme hacia ella pero de la nada apareció un roca gigante; nos estrellamos contra ella dejando muertos a toda la tripulación excepto a mi, intenté nadar hasta la isla que vi pero las olas eran insaciables, recuerdo haberme golpeado la cabeza y....nada más-.

Mi madre se acercó a él y levantó la cabeza de Benjamín -no deberías estar aquí, aun no comprendo como un humano pudo ver nuestra isla, y lamento decirte que no podrás irte, por más que busques escapar siempre regresarás aquí- vi como sus ojos se abrieron de golpe -y...y entonces que hago- mi madre lo pensó por un momento -Romina estará a cargo de ti- madre me señaló, él se volteó a mirarme y le respondió -ella? la chica rara?- sentí como me enfurecía poco a poco y mis mejillas se enrojecieron -pues esta chica rara te acaba de salvar la vida malagradecido!!!- salí furiosa azotando la puerta y caminé hacia un acantilado -rara... que se a creído, el único raro es él- resoplé y pegué un grito de rabia -debería matarlo por insolente, por necio, por guapo...por...por...-me quedé en silencio unos segundos cuando sentí que alguien me habla a mi oído -enserio me quieres matar por guapo?- volteé con mis ojos bien abiertos y ahí estaba, el extraño humano sonriéndome.

REALIDADES OCULTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora