Capítulo 4. Niñera

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Benjamín, con su sonrisa encantadora se para a mi lado e intenta simpatizar conmigo -por qué te enojaste tanto?- preguntó y me miró fijamente -para ser alguien tan pequeña, te enojas demasiado rápido- ríe divertidamente -no te metas conmigo!- exclamé mientras ponía mi arma en su cuello, se quedó absorto mientras me miraba con el rabillo de su ojo -es...espera no tienes que llegar a esos extremos- pasó su saliva, se notaba su miedo -entonces no me molestes, de verdad no sabes contra quien te enfrentas- bajé mi arma y la asenté con fuerza en el suelo, un silencio incómodo nos abrazó, y en un intento de romper el hielo Benjamín habló -Tu nombre es Romina ¿verdad?- di un pequeño suspiro y respondí -si- que respuesta tan seca -Romina, que bonito nombre, déjame adivinar, tu edad está entre los 20 a 22 años o me equivoco?- no pude evitar reírme -te diré mi edad si me dices la tuya- lo miré divertida sabiendo que es imposible que supere la mía -tengo 25 años, soy bueno en deportes y casi a todas les parezco muy apuesto- torcí los ojos pero no me fastidiaba -que arrogante, tienes espíritu de los integrantes del clan de hombre de la tierra del Fuego- me miro con una sonrisa tierna -es tu turno de decirme tu edad- miré al cielo, pasé saliva y decidí hablar -tengo 120 años- no pasaron ni 5 segundos y escuché una carcajada -esperas que crea eso- entre risas me ve y se encuentra con mi expresión seria, poco a poco se le desvanece esa sonrisa de sus hermosos labios -me hablas enserio?- solo lo miré, asentí y devolví la mirada al hermosos cielo -no lo puedo creer- pasó su mano por su boca -quien eres?- me sorprendió su pregunta y cuando estaba dispuesta a responderla escucho la voz de Amy -Romina, Benjamín, la reina los quiere ver -si, enseguida vamos- coloqué mi alabarda sobre mi hombro y le hice señas al nuevo para que me siguiera, sin dudar lo hizo, llegamos ante mi madre -dime mamá, nos necesitabas- se acercó a ambos, tomó nuestras manos y respondió -Romina, eres mas que fuerza, tus poderes han empezado a despertar, la preocupación por ver a este ser en su lecho de muerte te permitió descubrir el poder de sanación y detrás de eso hay muchos más, tienes más poder del que te imaginas- mi madre miró a Benjamín -No es casualidad que estés aquí, los dioses te trajeron, eres el que ayudará a Romina a despertar todo su potencial- mi ojos rápidamente exclamaron admiración, mi madre muy sonriente se dirigió hacia mi -quizás por ahora no lo entiendas, pero las necesidades te obligan a sacar esa fuerza mágica que has llevado oculta por 120 años- escuché una pequeña risa -entonces no me mentiste sobre tu edad- me invadió la furia -claramente te dije que no me metieras conmigo- lancé un golpe directo a su cara pero mi madre lo detuvo sin dudarlo -tranquilízate y no seas grosera- nunca la había visto tan seria así que retrocedí y me quedé sin habla y con la mirada hacia otro lado, luego de un poco de silencio Benjamín habla -entonces cual es mi función?- mi madre caminó hacia su silla -permanecer al lado de Romina- claramente hice notar mi desacuerdo -pero madre...- mi madre mi miró enojada -sin peros Romina, vas a estar a cargo de él te guste o no, tienes prohibido golpearlo innecesariamente, matarlo de hambre o de sed, lastimarlo con cualquier arma, tu trabajo de ahora en adelante será protegerlo- torcí los ojos como muestra de desagrado -está bien, como ordenes- Safira, mi madre tocó su frente -pueden retirarse, arréglale una cama en tu cuarto- sentía que me estaba humillando -tranquila, que lo llevaré conmigo hasta el baño- lancé palabras llenas de sarcasmo y me retiré, por supuesto que con el chicle pegado a mi.

Benjamín me sigue sin decir ni una sola palabra, en su intento por acercarse -tu arma se ve pesada, te ayudo a llevarla?- mis ojos asesinos traspasaron los suyos y lancé mi arma sobre sus manos, era obvio que caería al suelo por intentar atraparla -estás seguro que puedes?- lancé una risa burlona mientras el soltaba el arma -de verdad serás solo un estorbo, ni siquiera puedes sostener un arma- limpiándose sus manos se acerca a mi -crees que soy un debilucho?-me tomó de la cintura con sus dos manos y me alzó, me puso sobre su hombro, se agachó y con mucho esfuerzo levantó la alabarda -que crees que haces!!! bájame!!!- le grité mientras golpeaba sus espalda -que me esfuerce en levantarla no significa que no pueda, puedo contigo y con esta cosa así que deja de subestimarme- estaba furiosa -donde me llevas!! bájame maldito perro!!!- escuche el golpe de mi arma en el piso y sentí su mano golpeando mi trasero -parece que nadie te supo criar bien, con 120 años y tan engreída- mi cara se puso roja, me quedé sin habla y sentía mis lágrimas deslizarse por mis mejillas, de pronto doy un pequeño sollozo, inmediatamente me baja -di...disculpa no quería hacerte llorar- pasa su pulgar por mis mejillas e hice lo que cualquier persona hubiera hecho, exacto se ganó su buena cachetada -eres un imbécil! nunca me habían humillado tanto- salí corriendo en dirección al acantilado, me senté en el borde, llena de rabia y vergüenza porque aunque no lo crean la abstinencia si existe, en tantos años ningún hombre a tocado mi cuerpo, es algo muy común en mi raza, ya que vivimos muchos años.

Ya han pasado un par de horas y escucho unos pasos algo lentos acercarse a mi, imagino quien es pero no me doy vuelta -parece que te gusta arrastrarme hasta este lugar, ya es la segunda vez en el día- por el momento mi única arma era el silencio así que lo uso a mi favor -ten a Brisa, no la dejes tirada en cualquier parte, me volteé enseguida -como sabes su nombre?- mostró una pequeña sonrisa -no se, tal vez si no le hubieras escrito su nombre en ella...- lo miré con odio, me levanté y se la arranqué de sus manos, escuché un largo suspiro de su parte mientras se paraba a mi lado -lo siento mucho...-escuché sus palabras en un tono muy sincero, hice un puchero y lo miré de reojo con mi cabeza baja para que no se noten mi mejillas enrojecidas -no lo vuelvas a hacer... es humillante- volteo a verlo -hasta cuando piensas seguir sin camisa? no te enseñaron modales?- vi delinearse una bella sonrisa en su hermosa boca -te incomoda verme así? o es que te gusta lo que ves?- acercó su cara a la mía, dejándome sin aliento y haciéndome titubear -po...po...por supuesto que no- cubrí mi rostro con ambas manos pero de inmediato sentí las de él despejándolo -me voy a cobrar la bofetada de hace un rato- mis ojos exclamaron sorpresa, intenté retroceder pero ya fue demasiado tarde, sus labios ya estaban sobre los míos, cerré mis ojos con fuerza mientras sentía esa boca húmeda succionar con delicadeza mi labio inferior -los besos son mejor que los golpes- me hablaba mientras se retiraba -me llevaré tu arma a la aldea, para asegurarme de que no me la claves mientras camino- escuché su risa mientras se alejaba, mientras yo seguía anonadada, fue un golpe bajo, y sin duda estaría furiosa si no fuera porque no puedo reaccionar, han sido demasiadas emociones en un solo día.

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