Capítulo 7. La fruta prohibida

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Me sentía tan adolorida, apenas logro abrir mis ojos veo el techo de mi habitación, me levanto con mucho cuidado y siento mucho dolor en mi cuerpo, escucho rechinar la puerta de mi habitación y era mi pesadilla entrando -emmm....- aclara su garganta -cúbrete- lo miré un poco confundida, estaba desubicada, miré mi cuerpo y oh sorpresa, que horrooooor, estaba desnuda sentada frente a él, en un movimiento rápido intenté cubrirme pero un gemido de dolor se me escapó -no te muevas mucho, aun no sanas por completo- me habló mientras cubría mi cuerpo con las sábanas -no puedo creer que terminé así después de esa pelea, que denigrante...- vi su mirada confundida que me asechaba -de que hablas mujer, estuviste asombrosa, esos poderes solo los veía en mis sueños y en las películas- sonreí y me quejé un poco mientras tocaba mi estómago -ni siquiera yo sabía que los tenía- lo miré con una pequeña sonrisa - me pasas algo de ropa...por favor- sentí sus dedos acariciar las hebras de mi cabello -no puedo, tus heridas se pueden agravar y será complicado sacarte la ropa, o quieres que siga rompiéndola?- con mi cara llena de asombro dirigí mis palabras -tu me desvestiste? y mi madre?... te juro que te vas a morir por esto- agaché mi cabeza completamente ruborizada -Romina, deja la agresividad, tu madre me encargó que te cuidara, ella está con el resto de chicas que también resultaron muy mal heridas, además no hice nada malo, solo te aseé y te dejé dormir- la verdad después de escuchar eso me importó un comino el dolor que sentía, así que envuelta en los cobertores me pare y lo tomé del cuello mientras mis ojos furiosos lo atravesaban -que hiciste que? quien te crees para haberme tocado- pero me enfureció más escucharlo reír -la verdad no se que tienen con mi cuello, ayer Mérida y hoy tu- Benjamín apretó un poco una de las heridas de mi brazo obligándome soltarlo por el dolor y entre quejidos respondí sus acciones -que haces...-mi cara de dolor era notoria mientras me sentaba en el filo de la cama -lo siento Romina, pero siempre estás a la defensiva conmigo, y jamás hice algo para ganarme tal trato- sentí como su mano levantaba mi cabeza desde mi barbilla -ayer tenías tanta rabia al ver que Mérida lamía mi cuello, estabas celosa? quieres intentarlo?- sonreía burlonamente mientras mis mejillas y orejas tenían un color rojo intenso -eres un idiota, debí dejar que te matara- que rabia que esa sonrisa no desaparecía, eso no ayuda a mi estado actual -puedo besarte?- esas palabras aceleraron mi corazón, mis manos temblaban de nervios y mi boca estaba inmóvil, no entiendo por qué me petrifico ante sus acciones -tomaré eso como un si- cerré mis ojos mientras sentía sus labios húmedos tocar los míos, qué me sucede??? por qué no reacciono??? o quizás... me gusta, las manos con las que sostenía las sábanas se dirigieron a su rostro para corresponder ese beso, nuestras bocas bailaban como si se hubieran conocido de toda la vida, su lengua entrando era una sensación que jamás había probado, nos detuvimos porque nos faltaba el aire y me di cuenta que había dejado mi pecho descubierto, intenté volverlo a cubrir pero sus manos agarraron las mías -no, no ahora, déjame verte, quiero que te quedes en mi mente para siempre- esos ojos llenos de lujuria me miraban, estaba tan avergonzada pero no quería que se detenga, mi respiración estaba alterada, muy rápida, vi que sonrió y enseguida dirigió su boca a mi cuello, su lengua y sus labios hacían un trabajo maravilloso, era casi imposible contener mi voz, me sentía tan bien, inevitablemente se me escapó un gemido -Benjamín...- sujetándolo de ese hermoso cabello y cayendo sobre mi cama, quedando él sobre mi con esa sonrisa que me encantaba -cuando te enojas te ves hermosa, pero cuando te tengo en mis manos lo eres aun más- me avergoncé muchísimo y volteé mi cara hacia un lado -yo... yo nunca he estado con nadie-sentí sus besos en mis mejillas formando un camino hasta llegar a mi oreja en donde se detuvo -enserio? en 120 años nadie te ha tocado?... me alegra ser el primero- terminó su frase y con besos húmedos bajó por mi cuello, al sentir su aliento caliente y su lengua completamente mojada en mis pezones, apreté las sábanas con fuerza, esta sensación jamás la había sentido, era...impresionante, mientras lamía, chupada y mordía mis pechos su mano bajó hasta mi intimidad, no pude evitar gemir fuerte cuando sus dedos empezaron a tocarme, entre sus lamidas sentí como se formó su sonrisa al escucharme gemir -baja tu voz, o todas se van a enterar que un simple humano se quiere coger a su princesa- me dio un cálido besó y regresó a mi pecho, intenté contener mi voz pero era imposible, sus dedos entrando y saliendo de mi me obligaban a querer gritarle lo bien que se sentía, estaba tan mojada, tan excitada, mi voz se escuchaba cada vez mas fuerte, de repente sentí su otra mano dirigirse a mi boca, así es, estaba cubriéndola para callarme, eso me excitó aun más de repente se detuvo... entre mi respiración agitada y mi cara avergonzada me armé de valor y pregunté -¿que ocurre?- su mirada de deseo penetraba la mía -quiero hacerlo, necesito sentirte por completo, prometo ser cuidadoso con tus heridas... ¿puedo?- lamía esos gloriosos labios, con un brazo tapé mis ojos y con algo de inseguridad le respondí -s...si puedes- tomó mi brazo gentilmente y lo retiró de mi cara, con una bella sonrisa me beso, se separó y se quitó la ropa, no pude evitar mirar su entrepierna, tragué saliva y una risa se escuchó -te gusta lo que ves?- se acercó a mi a milímetros de mi boca -no...no hagas esas preguntas...por favor- lo miré por unos segundos y de inmediato reclamó mis labios con los suyos, se colocó entre mis piernas y lo sentí, sentí entrar en mi, tan caliente, tan doloroso, mis gemidos ahora eran de dolor, mordí mi labio inferior como muestra de mi dolor pero un cálido beso se posesionó en mi -tranquila... ya va a pasar- me hablaba entre besos mientras sentía como entraba poco a poco, de verdad sentía como algo se desgarraba en mi, pero no me importaba, me sentía tan feliz, poco a poco ese dolor se fue convirtiendo en placer -ya me puedo mover más rápido?- sus agitadas palabras traspasaban mis oídos y mi corazón, lo tomé de las mejillas y lo besé lentamente como respuesta, sonrió entre mis labios y se empezó a mover tan rico, la habitación estaba llena de los sonidos que producía su miembro contra mi intimidad y a eso le agregamos mis gemidos que enserio necesitaba callar, así que con mis manos tapé mi boca para que no se escucharan, sentía sus manos apretar mis senos, los pellizcaba mientras se movía tan bien, me sentía en el cielo, sentía que iba a llegar al orgasmo -Ben...jamín... yo...yo- entre gemidos intentaba avisarle que estoy llegando a mi límite pero me encontré con sus ojos que me comían y su mano acariciando mis labios -yo también- escuché un gemido de él que me volvió loca, me hizo llegar al orgasmo en cuestión de segundo solamente escuchando esa voz ronca y posesiva sobre mi y en pocos minutos el lo sacó, tomó su miembro en sus manos y se masturbó mientras apretaba mis senos hasta terminar; completamente agotado se acostó a mi lado, no me atrevía a mirarlo después de todo lo que pasó -de verdad me iba a volver loco si no te tocaba-sonrió y su mano acarició mi mejilla, volteé a mirarlo sonreí pero me sentía débil así que inconscientemente me dormí ignorando lo que acababa de decir.

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