Capítulo 5. Sirenas

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Estuve sentada por horas en el acantilado, pensando en todo lo que había sucedido, era casi media noche y parecía estar todo tranquilo; sin embargo pude divisar una luz que emergía del mar, me era familiar, entrecerré los ojos para observar mejor de que se trataba y efectivamente era lo que me imaginaba -SIRENAS!!!!!- grité con todas mis fuerzas mientras lanzaba un aullido de alerta a todo el clan -maldición mi arma- mordí mi labio y corrí a la habitación -Romina, que sucede?- preguntó Benjamín algo asustado -quédate aquí y no salgas hasta que todo haya pasado- alcé mi cabello en una cola y tomé un arco, flechas y mi alabarda -por última vez, no salgas- azoté la puerta mientras corría en dirección a Amy y a mi madre -por qué? hace 50 años que no nos atacan, por qué ahora?- Mi madre me miró -deben saber de la presencia de Benjamín- escuché el grito de Amy -PREPARADAS!!!- en un mismo movimiento todas alistaban sus armas esperando que emerjan del mar, caminé entre ellas y me paré en la primera fila como su líder mientras el viento golpeaba mi cara y ondeaba mi cabello, di un pequeño suspiro mientras veíamos como iban transformando su cola en piernas, con sus cabellos mojados y sus ojos negros y tridentes en sus manos, a lo que grité -Mérida, muéstrate!!!- salté desde el acantilado hasta caer en la pequeña playa que se formaba por la marea baja escuchándose el rechinar metálico de mi arma y entre todos esos hermosos cuerpos desnudos de cabellos claros apareció ella, cabello rubio, ojos de fuego, franjas verdes en su cara mostrándome una sonrisa burlona -que haces aquí? intentas empezar otra guerra?- la miré furiosa a lo que me respondió -solo vinimos a buscar algo que es nuestros- levanté una ceja -en mi tierra no existe tal cosa que les pertenezca- escuché sus risas malvadas retumbar en mis oídos cuando otra de ellas habló -entréganos al humano, la embarcación era nuestra pero se logró escapar- retrocedí 3 pasos y alisté mi arma -no tenemos lo que buscas, ni siquiera se de que hablas- la miré fríamente, a lo que Mérida respondió -no creí que la cualidad de las princesas sea mentir, de no ser así que es lo que estoy viendo en el borde?- mis ojos estallaron e inmediatamente miré y ahí estaba, maldición Benjamín salió sin permiso así que pegué un aullido de guerra -Romina, cometiste un error al mentirnos- lanzó sus palabras cortantes mientras una de las nuestras se lanzó del borde con una cuerda elástica sujetada a su cintura, pegué un salto agarrándome de ella para subir a mi puesto mientras sentía los tridentes dirigirse hacia mi pero sin tener éxito en golpearme.

-Maldita sea Benjamín, te dije que te quedaras encerrado- mis ojos desbordaban furia mientras mis oídos escuchaban los gritos de las sirenas mientras intentaban escalar el acantilado -Romina me preocupé al verte salir tan asustada- soltó sus palabras mientras tomaba mi brazo, y escuché el grito de Amy -DISPAREN!!!- tomé mi arco agarré tres flechas y las disparé simultáneamente -dámelo, sé como usarlo, utiliza tu alabarda- miré a Benjamín mientras tenía su mano estirada -sobrevive- lancé un suspiro mientras alistaba mi arma, es algo que no me explico pero escuché la voz de Mérida detrás de todas -somos más que fuerza bruta, somos vida, somos agua, el mar nos pertenece y lo que esté en él y salga de él siempre regresará a él- volteé y vi sus ojos arder, sus manos empuñar un tridente resplandeciente de una luz azul al igual que su cabello pero de un color dorado, por primera vez en mi vida sentí miedo, escuchaba a lo lejos el sonido metálico de las espadas y los tridentes y el de las flechas al romper la barrera del viento, todas peleaban imponentes mientras yo solo permanecía de pie, pensando en que haría ante eso, caminé lentamente hasta quedar frente a ella -tu eres mía- sonreí burlonamente mientras incrustaba mi mirada en la suya, recibiendo otra igual de su parte.

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