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Pasear era su hobbie favorito. Caminar, ver el paisaje, saludar a personas que jamás te las toparias por segunda vez... Si, caminar te aliviaba y enfriaba la mente, además de ser un buen ejercicio para las piernas. Y es que, caminaba tanto que ni siquiera se dio cuenta cuando paró en una bonita cafetería, que se notaba algo llena y se podía escuchar desde el segundo piso las conversaciones de los clientes. Quizás había pasado por ahí una o dos veces, pero jamás se detuvo a mirar con atención lo bonita que era. Jamás había tomado un café o unas donas que eran sus favoritas, pero de seguro tenían un buen pastelero y una buena atención al cliente.

Sin embargo su mirada bajo a un cartel algo viejo y un poco roto pegado en el ventanal, con una letra desprolija y un conejito con un brazo más gordo que otro. El que haya dibujado eso, de seguro que jamás aprobó artes. Pero, de todas formas se dio el tiempo de leerlo y es que necesitaban un asistente para el pastelero. ¡Wah! Eso sería tan genial...lo único que conocía era hacer empolvados con relleno de manjar o unas cuantas galletas navideñas, pero siempre observaba a sus abuelos a hacer pasteles para las reuniones familiares, así que estaba bien familiarizado con ofrecer ayuda.

¿Por qué no mejor preguntar por el puesto? Demás que necesitaban a alguien más después de tener tantos clientes ¿no?

Así abrió la puerta sonando el bonito sonido de la campanita y su mirada viajó a la barra donde estaban sentados unos cuantos clientes, aunque le sorprendió que fueran tan cercanos al que atendía atrás de la barra. Uno tenía el cabello bien anaranjado y sus ojos brillaban, mientras que el otro tenía un peinado fuera de lo común, como si el secador de pelo sólo llevara el viento hacia arriba. Pero se le hicieron amigables, así que acercándose les preguntó si conocían al dueño de la cafetería.

- Hola, Soy Chikara Ennoshita...¿Conocen al quien puedo preguntarle sobre el empleo del cartel de afuera?

- ¡oh por dios! ¿Quieres trabajar junto a Asahi? - cuando escuchó la pregunta con rapidez supo a que se refería el nuevo chico. Sus ojos brillaron resplandecientes y movía sus brazos de arriba a abajo emocionado, pero tuvo que tranquilizarse al darse cuenta que ni le dejó a hablar al de cabellos cortos - ¡Sabía que llegaría alguien rápido!. Oh, lo siento, Soy Nishinoya yuu, la pareja del pastelero. Conociéndolo estaba bien nervioso dentro de la cocina desde hace varias semanas, esta colapsando por no tener tantas manos que lo ayuden. Lo ayudaría pero prefiero comer lo que prepara... Y prefiero comer esa cosa grande y sabrosa de aba...

- ¡Sugawara-San alguien lo esta buscando! - gritó después de que rápidamente le tapó la boca a su mejor amigo antes de que dijera algo de doble sentido. Desde que Yuu estaba emparejado se había vuelto una persona habladora hasta las coronillas y bien juguetona, aunque quizás siempre fue así. Ni siquiera Yuu le dejó hablar al tal Ennoshita - ¡lo siento por mi amigo! Demás que comió mucha azúcar y yo igual, estamos "borrachos de azúcar" ¡jaja!... Ja, que gracioso. - retira lo dicho, ambos son habladores hasta doler la cabeza -

- ¡ya llegué! ¿Quien me necesita? - llegó el albino con su resplandeciente sonrisa dulce y comercial para los clientes, viajando su mirada frente a los chicos, hasta parar en uno desconocido - ¿quieres el puesto de ayudante de cocina, joven?

- Si, yo...

- ¡si! Se llama Ennoshita él...

- Nishinoya, cállate un ratito - interrumpió Sugawara pellizcandole la nariz. Dios tan energético. Cuando dentro de un tema estaba Asahi se volvía tan entusiasta. - perdón, ejem...¿Por qué no pasamos adentro y hablamos con el pastelero? Juntos los tres

- ¡yo también quiero entrar! - protestó el pelinegro, sin embargo la mirada de Sugawara le hizo callarse de una vez y junto a Hinata se sentaron en una mesa disponible. Ahors tenía que aguantar a su amigo siendo meloso con Kageyama, genial. -

Finalmente junto al Albino, que al parecer era el dueño de todo el lugar, lo guió hasta la cocina y entrando los dos, vieron a Asahi en plena producción de cupcakes. Sus ojos brillaron al verlo trabajar; sus pasteles eran perfectos sobre las bandejas y sus decoraciones eran sumamente adorables... Que vergüenza ser su ayudante si es que quedaba en el puesto, todo esto estaba bien hecho y no quería cometer algún error. Sin embargo el castaño se veía dócil y hasta tímido, lo contrario al recién conocido Nishinoya. Le temía un poco ante su altura, pero era algo que podía sobrellevar.

- ¡Asahi! Al parecer tenemos a alguien perfecto para ti que te ayude. Su nombre es Ennoshita

- pero aún no me han entrevistado

- ¡lo sé! Pero mi instinto dice que si has querido este puesto es por algo ¿sabes algo de pastelería y ayudantia?

- pues si...pero...

- entonces esta hecho. Asahi te ayudará con lo demás, es muy amable así que no tardaran en llevarse bien y no harás todo tu solo, tranquilo. Desde que te vi ya agarre confianza en que eras perfecto para este puesto

Sus ojos se abrieron de a poco, algo emocionado y feliz por dentro aunque no lo demostrara, aunque también quería saber la opinión del tímido Asahi y su futuro jefe de cocina - ¿usted esta bien con esto?...

- Claro, de los errores se aprende y ganarás más experiencia de la que tienes. ¿Por qué no preparamos algo juntos como prueba? Para ver si me puedes seguir el ritmo

- ¡esta bien! Estoy emocionado por esto

- entonces toma este delantal y comienza tu prueba Ennoshita, suerte

Y de un segundo a otro quedó a solas con Asahi que lo miró con una sonrisa confiada y comenzaron con algo fácil. Chocolates y si que le entusiasmaba ser de ayuda u aporte. ¿Quien creería que caminando sin ningún destino encontraría oro?

Esa había sido la primera vez que lo entrevistaban tan rápido y lo tomaban en cuenta sin pensarlo. Estaba feliz.

Donas para el caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora