Haruka pateó con fuerza su puerta, la resignación y la inconformidad se mezclaron provocando una avalancha de sentimentos en ella. Quería ir al partido, se lo había prometido a Meliodas, tenía ganas de salir. ¡Era viernes, por Dios!, el día de comerse al mundo. Ah, pero tuvo que aparecer su padre enfadado por su aparente recaída en las calificaciones, y al hombre no se le había ocurrido mejor forma de castigarla que prohibiéndole ir al encuentro entre secundarias.
La castaña bufó para lanzarse a su cama, ni siquiera se había quitado el uniforme, fue solo llegar de la escuela y recibir ese ataque gratuito. Su familia debía entender que no siempre podría mantener calificaciones altas, y habría momentos en los que decaería y su rendimiento no sería el máximo.
De un momento a otro siente vibrar el teléfono en su mochila, y la canción Margaret de Kasumi comenzó a sonar. Con cuidado se levantó y rebuscó hasta encontrarlo.
—Aló —saludó dando vueltas por su habitación.
—¿A qué hora paso a recogerte, preciosa? —le cuestinó Zeldris desde el otro lado de la pantalla.
—A ninguna —contestó decaída —, mi padre se ha enfadado por mi aprobado en física y no me deja salir. ¿Podrías decirle a tu hermano que lo siento de mi parte?
—Muy graciosa tú —se carcajeó irónicamente —, eso quiere decir que hoy no te tendré que compartir con Meliodas.
—¿Q-qué? —balbuceó para procesar la información —. Zeldris, no hagas ninguna locura, estoy castigada.
—Nos vemos dentro de una hora —le lanzó un beso —, prepara tu laptop, hoy toca maratón de películas.
—Zeldris, mi padre me mata —le dijo pero sintió como él colgaba —. Zeldris... Zel... maldita sea.
.
.
.La muchacha masticó la uña de su dedo anular nerviosa mientras miraba la hora en su teléfono, hacía exactamente una hora y siete minutos que había hablado con su mejor amigo. Lo peor no era su insinuación, no, lo peor es que lo conocía desde niña y sabía que era perfectamente capaz. Desde una temprana edad Zeldris estaba salvándola de situaciones similares. Recordó una vez que su padre la castigó sin poder ir al concierto de LiSA, estuvo llorando toda la noche abrazada al pelinegro. También aquella vez que quería comprar una figura de acción ilimitada, pero su madre no quería darle el dinero porque era muy cara, él se la compró y con una sonrisa le dijo que era por su cumple, aunque luego por el mismo le regaló otra cosa. Zeldris era su héroe, su mesías.
Algo la sacó de sus pensamientos, sintió dos piedras impactar en su ventana. Ya sabía quién era, así que con rapidez se dirigió a abrirla. Del otro lado su mejor amigo le sonría, se encontraba apoyado en una escalera, que sabe dios de qué lugar la sacó, los ricos y sus cosas de ricos.
—Hola Julieta —le susurró, en lo que le guiñaba un ojo.
—Llegas tarde, Romeo —negó con uno de sus dedos, para apartarse y dejarlo entrar.
—Vas a perdonarme cuando te diga que vamos a ver hoy —con mucho cuidado logró colarse por la ventana, traía entre sus manos un cubo de palomitas, por lo que le costó trabajo realizar semejante maniobra.
—Mi padre me mata si te ve aquí —rio nerviosa para volver a su tarea de antes: dar vueltas sin sentido a lo largo del cuarto.
—Tecnicamente estas en tu casa —Zeldris se encogió de hombros y le dio una bocada a las palomitas.
—Lo del tecnicismo es lo tuyo —soltó sarcástica para cruzarse de brazos.
—Relájate, por cierto... —con su mano libre, Zeldris se sacó del bolsillo una nota para extendérsela a Haruka —, esto fue lo que me escribió hoy.
La castaña tomó entre sus finas manos el papel, vio la sornisa de tonto en el rostro de su amigo y ella sonrió igual. Decía así:
"Al amor y a ti los conocí el mismo día"
—Supongo que ya es oficial —suspiró tras terminar de leer —, es una admiradora secreta.
—Es que siento que la conozco, no, sé que la conozco, las cosas que escribe, el sentimento que me causa. No lo sé, es indescriptible.
—Eso quiere decir que: ¿Si supieras quién es, le dieras una oportunidad a una relación seria? —interrogó, ganándose una mirada de duda.
—Estas muy interesada tú —se acercó peligrosamente —¿no será que eres tú mi chica de las margaritas?
—Si hombre, puestos ya te hago un altar en mi cuarto, no abras mi closet o verás todas las cosas vergonzosas que tengo de ti ahí adentro —le hizo ojitos de cordero.
—Graciosa —depositó el vote de palomitas en la mesita de noche para cargarla como si fuera un saco de papas.
—¡Oye! —golpeó ligermante su espalda mientras trataba de librarse de su agarre —, bájame inmediatamente.
Tras lo ordenado fue lanzada con fuerza a la cama, ella no pudo evitar reír por lo alto al ver la sornisa de vencedor en el rostro de Zeldris.
—Acomódate, hoy veremos "It 2" —le dijo para complacerla. Sabía lo mucho que le gustaban las películas de terror y recientemente había salido la segunda parte de esa, que casualmente era su favorita. Él recordaba cada detalle, por muy mínimo que fuera, de la castaña.
—Creo que si voy a hacer tu altar —bromeó para acomodarse, tomó de la mesita del lado de su cama el pote de palomitas y comenzó devorarlas sin contemplaciones.
Zeldris encendió el televisor del cuarto y mientras buscaba la peli, Haruka lo miraba atentamente. ¿Cuándo le diría lo que sentía? Debía armarse de valor, sólo le daba miedo que aquellos días terminaran, que ya no pudieran volver a ser amigos, le daba miedo no ser correspondida. Él era tan perfecto y ella tan normal.
Sin previo aviso Zeldris se sentó a su lado y trató de tomar una palomita, pero a esas altura ya no quedaban.
—Eres un monstruo —la miró serio.
—Para la próxima trae dos potes y tal vez logres comer algo —bromeó para acurrucarse a él.
Palabras del autor:
Toma esa Lina, actualizado seguido. ¿Ahora qué?
Sólo eso :)
Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿
~Sora.
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Margaret •|Zeldris|• ✓
FanficAhora, a punto de casarse con la mujer que siempre amó, Zeldris solo puede recordar como hace algunos años ella le dejaba hermosas margaritas con frases bastante peculiares. El romance que nació en su juventud fue capaz de superar todos los obstácul...