Capítulo 9

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Aunque juntos hicieron mucho ruido, rieron como dos niños y gritaron entusiasmados, el camino a casa fue silencioso

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Aunque juntos hicieron mucho ruido, rieron como dos niños y gritaron entusiasmados, el camino a casa fue silencioso. Meliodas sabía que llegaría la despedida, que Haruka iría dónde Zeldris y olvidaría todo, porque justamente eso era el amor, y lo asustaba. No quería perder aunque sabía que esa batalla era una pérdida de tiempo. Si, él siempre supo que los sentimientos de aquella chica hacía su hermano eran más fuertes que nada, pero si se rendía lo lamentaría después, y ya se arrepentía de demasiadas cosas en su pasado, como para añadir otra a la lista.

Para Haruka, de regreso solo podía imaginar la cara de su mejor amigo. ¿Estaría triste? ¿Decepcionado? Tal vez molesto. Ella había aceptado continuar su cita con el rubio a su lado, pero ahora debía afrontar las concecuencias de sus actos. Para empezar, Zeldris no tenía ningún derecho de enfadarse ni de enviar ese mensaje, era un codicioso de mierda, así que su reacción al verla llegar con Meliodas debía importarle dos comimos, ella era quién debía enfadarse y gritarle por ser un bipolar; pero no, ahí estaba, asustada hasta no poder más.

Recostó su cabeza a la ventanilla y contó los segundos, uno a uno, hasta que se quedó dormida.

Recostó su cabeza a la ventanilla y contó los segundos, uno a uno, hasta que se quedó dormida

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Esa misma mañana, mientras aquel par se divertía, un chico pelinegro cerraba sus manos con tanta fuerza que casi se las atraviesa con sus cortas uñas.

Ver a Meliodas sacar su auto tan temprano, para recoger a su Haruka lo enfureció, hizo que su sangre se le subiera a la cabeza y quisiera detenerlo en el acto. Se tuvo que calmar, porque le prometió a la de orbes castaños controlarse y aceptar su cita y posible futura relación con el rubio. Además, se juró a sí mismo, que no dejaría que aquello los separara.

Aunque ninguno de sus juramentos quitó su estrés y nerviosismo. Desde que Meliodas se había ido, estuvo dando vueltas en su habitación, inseguro. Si había alguien capaz de hacerlo sentir así era el estúpido ojos esmeraldas que tenía como hermano, parecía ser mejor que él en todo y lo abrumaba la idea de que Haruka descubriera eso algún día.

¿Cuánto había pasado ya?

Tres horas, aunque fuera mucho tiempo, para él no había reloj que marcara los minutos tan lentos como el de su cuarto ahora mismo. ¿Qué estarían haciendo? ¿Se abrían besado ya? ¿Meliodas ya le habría pedido salir formalmente?

Margaret •|Zeldris|• ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora