Hoy era el día, definitivamente hoy descubriría quien era su chica Margarita. Después de una semana recibiendo flores, Zeldris estaba arto de no saber a quién debía agradecer, le frustraba no conocerla. Quería saber quién era, tal vez y hasta aceptara ir a una cita juntos. Solo, y de una vez por todas, necesitaba verle la cara.
Pasaba todas las noches imaginando cómo sería, de qué color serían sus ojos, cómo de hermosa sería su sonrisa y cuán largo sería su cabello. ¿Tendría pecas? Tal ves algún grano, incluso y podría estar un poco subida de peso. Sin embargo, nada de aquello le importa si pensaba que podría tenerla frente a él. Era esclavo de un rostro que no conocía.
Decidió que no se movería ni para almorzar de su puesto, no se iría del aula, estaría en su asiento todo el día, esperando a ver si hoy le entregaba su margarita, hace dos días le escribió diciendo que no tratara de averiguar quién era, que ella siempre encontraría el modo de darle la flor sin que él se diera cuenta, bueno pues, que lo pruebe.
Caminaba distraído junto a su mejor amiga, ambos estaban a punto de llegar al salón de clases, era primera hora. Haruka le comentaba hacerca de un trabajo que debían hacer, pero claro, el pelinegro no escuchaba nada, estaba demasiado concentrado buscando una forma de desenmascarar a su admiradora secreta.
—¿Zeldris, estás escuchándome? —chasqueó sus dedos, frente a la cara de su amigo, haciendo que él parpadeara consecutivas veces —. Por supuesto que no lo estás haciendo.
—Perdón, Haru —se disculpó avergonzado, mientras revolvía sus largos cabellos —. Estaba en mi propio mundo.
—Ultimamente tu mundo gira en torno a esa misteriosa chica —le giñó un ojo, cruzándose de brazos.
—Solo quiero saber quién es —resopló, adentrándose en la clase.
Los grupos estaban hechos, y todos aprovechaban que no había llegado el profesor para charlar amenamente. El ambiente estaba animado.
Los dos protagonistas caminaron hacia sus asientos, los cuales estaban continuos, colocaron sus maletines sobre la mesa y aprovecharon el rato para hablar ellos también, aunque sea un poco. Haruka era la única que comprendía a Zeldris, por eso se ponía extremadamente celoso cuando estaba con Meliodas, lo azotaba un miedo constante de que lo cambiara, porque su hermano parecía ser mejor que él en todo, y podía robarle lo que fuera menos a Haruka, por ella, el menor de los hermanos estaba dispuesto a llegar a dónde sea.
La puerta se cerró bruscamente sacando a todos del divertido rato, el cascarrabias profesor de matemáticas estaba dentro ya, con una tiza en su mano y mirándolos como si fueran escorias. Resignados, los alumnos tomaron asiento en silencio. Terror era una palabra bonita para describir lo que le tenían a ese profesor.
Cuando el de ojos negros tomó asiento, y se percató de lo que había debajo de su escritorio, casi pega un grito seco al aire. ¿Cómo lo hacía?
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Margaret •|Zeldris|• ✓
FanficAhora, a punto de casarse con la mujer que siempre amó, Zeldris solo puede recordar como hace algunos años ella le dejaba hermosas margaritas con frases bastante peculiares. El romance que nació en su juventud fue capaz de superar todos los obstácul...