Capítulo 15

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Haruka cumplió con lo dicho, lloró aquella tarde hasta el cansancio, sin contenerse, pero luego de aquello solo quedó la mejor amiga de Zeldris

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Haruka cumplió con lo dicho, lloró aquella tarde hasta el cansancio, sin contenerse, pero luego de aquello solo quedó la mejor amiga de Zeldris.

La semana trancurrió amenamente, llena de diversión y entusiasmo. La protagonista tuvo que dividir en parte su tiempo entre los dos hermanos, uno intentaba cortejarla y el otro... bueno, el otro solo amaba pasar tiempo con ella. Afortunadamente hubo momentos en que pudo conectarlos a los dos y darse un descanso, por ejemplo, esa peli que vieron los tres juntos en la sala, o cuando les pidió que la acompañaran a comprarse el vestido. En fin, durante todo este tiempo, solo hubo sonrisas.

Y entonces llegó la noche en que todo terminaría de una vez, llegó el baile...

Y entonces llegó la noche en que todo terminaría de una vez, llegó el baile

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El protagonista pasó a recoger a Gelda. Ella realmente estaba hermosa esa noche, ese vestido largo, negro, ajustado al cuerpo y sin mangas le quedaba espectacular, se sintió afortunado de capturar a una mujer como esa. Aunque en ese segundo, viéndola bajar por las escaleras, solo pudo recordar a Haruka, ahora mismo seguramente estaba con Meliodas, él mismo había permitido aquello, porque ahora que se llevaba bien con su hermano, ¿cuál era la excusa para no permitirle a su mejor amiga salir con el chico que le gusta?

Puede que todo ese tiempo la excusa haya sido su rencor hacia el rubio, tal vez Zeldris siempre la separó de él, no porque fuera un traidor o alguien que lo traicionó, más bien por miedo a que lo abandonara por alguien mejor.

Que curioso el destino, al final él estaba ahí, con Gelda, y ella estaba allá, con Meliodas.

—¿Zeldris? —inquirió su pareja, haciendo un movimiento de manos frente a sus ojos.

El pelinegro se había quedado perdido, pensativo en el lugar. La dejó preocupada, ni siquiera le había comentado que estaba bella.

—Estoy bien, pero tú estás mejor —le extendió una mano, esperando que ella la tomara.

Y así fue.

La música estaba más fuerte de lo esperado, las personas bailaban en la pista, las luces de neón hacían ver al gimnasio como una auténtica discoteca, en vez del característico ponche que debería servirse habían auténticas serbezas, sabe dios que tuvieron que hacer para conseguir aquello, pero el resultado valía oro. Estaba ridículamente perfecto, parecía una auténtica fiesta de las que organizaban los estudiantes cuando sus padres estaban fuera de casa, incluso mejor.

Margaret •|Zeldris|• ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora