Los helados llegaron después de unos minutos, durante todo ese tiempo, Zeldris y Haruka hablaron tranquilos, de cosas triviales, cotidianas. Se pusieron de acuerdo en como harían el proyecto que tenían entre manos, el de ciencia se había empeñado en que hicieran grupos de a dos y montaran un sistema solar. Obvio, estos chicos, que siempre estuvieron juntos, decidieron hacerlo en pareja.Acordaron que el fin de semana se reunirían en la casa de Zeldris, y harían el mejor proyecto.
Afortunadamente, su pedido llegó justo a tiempo.
Para el varón chocolate, para la fémina vainilla...
—El que pierda paga hoy —retó él, aquello era cotidiano en ellos.
—De acuerdo —aceptó ella, y colocó su cucharilla preparada sobre la textura blanda del merengue.
El juego era simple, comer lo más rápido posible el helado, y el primero que se quejara perdía, entonces, la cuenta corría por él o ella. Que hábitos más raros tenían este par.
Ambos comenzaron a devorar el helado, decididos a no ceder, el espíritu competitivo era algo que tenían por igual.
—Se me congeló —se quejó Haruka, soltando la cuchara para agarrarse la cabeza, el cerebro se le había congelado por culpa de las bajas temperaturas de su helado.
—Acabas de ser derrotada —aseguró el pelinegro, sonriendo victorioso.
En respuesta, ella, con su mano libre, movió su cuchara de tal modo que, la humedad que poseía, terminó impactando en el rostro de su mejor amigo. Perder no era lo suyo.
—¿Por qué el baño? —cuestionó sarcástico, limpiándose la cara.
—Por payaso —respondió, aún aturdida y con una mano en su cabeza.
—Eso no quitará que tengas que pagar —le guiñó un ojo, colocando los codos sobre la mesa, y su mentón sobre sus palmas unidas.
—Eres rico, y me dijiste que invitarías tú —se quejó, empujando su labio inferior, realizando un puchero gracioso.
—Recuerda fue tu decisión apostar —levantó un dedo, cerrando sus ojos.
—Tacaño —Haruka corrió sus ojos —. Bien.
Aceptó, pero se levantó de su asiento y se inclinó hacia el frente, invadiendo el pedido de su compañero, para robar una cucharadita.
—¡Ladrona! —exclamó él, al ver que no se detenía.
—Lo pagaré yo —le devolvió su giño de ojo, mientras seguía llevándose su helado.
Zeldris tomó su cuchara para hacerle la competencia, si no puedes con tu enemigo, únetele. Con rapidez comenzó a comer a la par de Haruka, ambos iban a por el chocolate. Los amigos temrinaron riendo, parecían dos niños, y lo peor es que lo sabían.
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Margaret •|Zeldris|• ✓
FanfictionAhora, a punto de casarse con la mujer que siempre amó, Zeldris solo puede recordar como hace algunos años ella le dejaba hermosas margaritas con frases bastante peculiares. El romance que nació en su juventud fue capaz de superar todos los obstácul...