Capitulo 3

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Sin mucho que decir... solo les entrego la parte y me retiro, disfruten!

Salieron de la casa muy apurados y algo llamo mi atención, un auto se detuvo al ver a Hiro y Baymax entrar en un callejón, el vehículo se parece al de Wasabi pero con la oscuridad de la noche no puedo estar seguro.

—    Hiro, esto no está bien — comente pero como era de esperarse no me escucho, decidí olvidar el auto y centrarme en Hiro — Hiro, escuchame — comencé cuando nuevamente recordé que no funcionaría así que me dirigí a mi robot — ¡Baymax, detenlo! — pero el robot ladeo la cabeza y siguió su camino.

Durante el camino di varias excusas y ordenes hasta que llegamos al almacén, entonces Hiro dio un gran respiro y sin más preámbulo ordeno el ataque.

—    ¡Todo tuyo Baymax! — grito tras mí ya no tan robot enfermero luego de que este de una patada abriera estrepitosamente la puerta, gracias a Dios el lugar estaba completamente vacío.

—    Es tarde… — continuo triste, el chico de verdad quería pelear, quizás por su experiencia como peleador o solo quería probar al nuevo Baymax sin embargo yo estaba feliz al saber que ahora volveríamos a casa.

Poco me duro la paz ya que de inmediato saco el microbot en el vitro y comenzó de nuevo la triada.

—    Vamos Hiro, termina con esto — Bufe completamente exasperado mientras seguía el concentrado chico.

Lugo de un buen rato caminando, pasamos por varios callejones hasta los muelles entonces el pequeño aparato se volvió loco a lo cual Hiro aumento la velocidad de sus pasos acercándose peligrosamente a la orillas de uno de los puentes.

—    ¡Hiro! — Grite al ver como el joven no se detenía, me lance a salvarlo sin

Importarme que Baymax estaba en medio, lo que paso después fue lo increíble, pude tocar a Hiro, lo frene (como siempre) sujetándolo por el gorro de su poleron, mi transparente cuerpo no atravesó el esponjoso cuerpo si no que lo poseí y podía moverlo a mi antojo, mire atentamente mis blancas manos, se sentía extraño pero a la vez era genial, otra cosa más para poder ayudar a Hiro a olvidarme, ese pensamiento me dolió más que cualquier cosa que había pensado.

—    No debes nadar antes de una hora después de comer — comento Baymax, okey, eso no podía controlarlo, “algo es algo” pensé al momento de salir del globoso cuerpo si era extraño estar dentro de él era aún más raro estar fuera, se sentía vacío, como volver al momento en el que supe que había muerto.

—    ¡Baymax, muévete! — susurro mi hermano sacándome de mis pensamientos, el hombre de la máscara surgía desde la espesa niebla que cubría el mar.

Rápidamente nos escondimos tras un conteiner, no sé por qué yo me escondí también, no podía verme.

—    Ok, ok… esto es lo que haremos…— comenzó Hiro pensando su próximo, entonces una luz cegadora nos ilumino y el auto que vi al principio apareció ante nosotros, por instinto me pare frente a Hiro para protegerlo. Las luces se apagaron y la matricula quedo más visible.

—    Chicos…— dije en un suspiro de alivio

—    Chi-chicos, tienen que irse — los hecho el más joven

—    No, Hiro, no nos alejes más — habló entre autoritaria y maternal Honey.

—    De verdad tienen que irse…— repitió Hiro mirando a todos lados

—    Hiro necesita la compañía de amigos y familiares para superar su perdida

comento Baymax, de inmediato Fred se paró al centro y empezó la sesión de ayuda pero no pudo ni siquiera terminar su primera frase cuando fue interrumpido porque un gran conteiner voló hacia nosotros. Un grito de pánico cruzó los labios de cada participante del grupo mientras que Baymax aparecía justo a tiempo.

—    Wasabi… ¡CORRE! — ordene al notar que el moreno seguía gritando

—     Baymax y yo nos encargaremos —Hiro como siempre piensa que puede hacer cualquier cosa solo, gracias al cielo GoGo no se va con rodeos y sin preguntar metió a mi hermano dentro del auto, justo a tiempo, ya que el robot 2.0 se elevó por los aires y se encajó en el techo del vehículo y al no poder subir al auto, por razones obvias, poseí nuevamente a Baymax.

—    ¡Vámonos! — apuramos a Wasabi, el resto es una locura, perseguidos por el Hombre Kabuki corrimos por las calles de Sanfransokyo sin embargo eso no era lo más estresante era que al estar conduciendo el amante del orden y de las reglas, las cosas iban de mal en peor, primero: paro en la luz roja, strike uno.

—    ¡¿Pusiste las intermitentes!? — Gritó GoGo, strike dos, a un strike de la explosión sin embargo GoGo es GoGo y ella no esperara al strike tres a lo que de un rápido movimiento se apodero del control del auto y yo conociéndola me aferre fuertemente al techo.

Derrapes, acelerones, curvas cerradas, gritos acompañaron el resto de la huida.

—    Suficiente, Baymax y yo nos encargaremos — exploto Hiro al tiempo en el que llegaba al puesto del copiloto en el mismo momento en el que la marabunta de microbot arrancaban la puerta llevando al joven hacia el cemento, rápidamente estire el miembro globoso del robot sujetando al chico justo a tiempo, dejándolo a pocos centímetros de la acera.

—    Los cinturones salvan vidas — comento Baymax colocando el cinturón de seguridad a un choqueado Hiro y así volví a dar otro suspiro de alivio, ya no contaba las veces que lo había hecho en estas últimas horas otra vez mis pensamientos fueron interrumpidos por gritos, andábamos por un tubo de microbot

—    ¡No vamos a lograrlo! ¡Vamos a Lograrlo! — se escuchaba

—    ¡GoGo, Acelera! — Chille al tiempo en el que la nombrada apretaba el pedal a fondo y caímos al océano.

El golpe me hizo des-poseer al médico robótico, por costumbre, quizás, aguante la respiración pero luego de unos instantes vi lo absurdo de eso y me dirigí al auto que se hundía rápidamente, mire como Baymax intentaba inútilmente sacarse la armadura, sin pensarlo dos veces, por sorpresa funciono.

—    Baymax sacalos de aquí — Este respondiendo a mi orden inflándose aún más y sujetándolos los llevo a todos a la superficie convirtiéndose así en flotador gigante y adorable.

—    ¿Cómo nos explicaras esto, Hiro? — inquirió “algo” molesta la peli-negra.

—    Si, Hiro, explicales porque casi los matas a todos — si alguien estaba enojado era yo, como se le ocurría tanta locura, de donde había sacado eso, primero las peleas de robot y ahora casi se mata, porque no ocupaba ese cerebro brillante que tenía para algo más productivo, quizás los microbots no sean un buen ejemplo ahora pero en su momento eran un gran avance en su comportamiento. Ahora estaban mojados y con frio a mitad de la noche.

—    ¿Dónde iremos ahora? — sonó otra pregunta, esta vez de la rubia, adelantándose a mis pensamientos.

—    Síganme — respondió triunfal el único miembro del grupo que había disfrutado la persecución y sin esperar respuesta se puso a caminar en dirección desconocida.

 Karen Pruzzo

Palabras MudasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora