Cicatriz de hierro ardiendo

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En la sede de las Armas Tintineantes, nuestro grupo eligió la siguiente misión: defender la villa de un noble de un asesino que cada noche se cobraba la vida de un aldeano.

El gremio les asignó un nuevo compañero: Alan, un joven pícaro con rasgos infantiles muy hábil con las dagas y manipulador del agua.

Llegaron a la villa en cuestión y hablaron con el noble, este les dijo que cada noche una niebla inunda la ciudad y se cobra la vida de algún aldeano y desaparecía, además de que hace un par de días llegó una carta que decía que iba a cobrarse la vida del hijo del noble.

El grupo se asentó en la casa y se prepararon para defenderla. Al anochecer, la niebla se levantó como les habían dicho, se oyeron un par de golpes y escucharon un grito. Cuando la niebla si disipó uno de los guardias estaba destrozado en el suelo, le habían arrancado un brazo y tenía un zarpazo en el pecho que había atravesado su ropa y su coraza. Dan, quien había abierto la puerta se mareó al ver el cadáver en esas condiciones, pero su hermano Manu lo sujetó y le susurró:

- Estamos bien, podemos con esto.

- Sí... - Respondió Dan cabizbajo

A la noche siguiente sucedió lo mismo, pero cuando escucharon el grito, salieron corriendo de la casa y persiguieron al ser, lo vieron salir de la empalizada. Dan corrió como no había corrido en su vida, muy furioso y acabó por ver como el ser saltaba a los brazos de un hombre y este echaba a correr hacia la otra puerta de la empalizada. Dan todavía más enfadado corrió hasta llegar a la puerta pero lo había perdido.

- ¡JODER! - Gritó mientras caía de rodillas al suelo y lo golpeaba con fuerza - JODER, JODER, JODER

Manu le puso la mano en el hombro y Dan reaccionó violentamente apuntándole con la espada.

- Calma, soy yo - Dijo Manu mientras levantaba la mano - Ha estado bien, tenemos mucha información.

Le ofreció la mano para levantarse y Dan accedió, juntos fueron para dentro y reunidos con su equipo comentaron el siguiente plan.

- Muy bien, chicos: tengo un plan - Comenzó Manu - Dan, ha conseguido toda la información que necesitamos y vamos a sacarle provecho esta noche: Alan y Arkímedes se esconderán cerca de la zona donde vimos al hombre esconderse y lo intentarán cazar. Dan y yo protegeramos a los civiles para intentar evitar otra muerte. ¿Entendido?

Todos ellos asintieron y así mismo dejaron el tiempo pasar y anocheció.

Arkímedes y Alan estaban escondidos en la oscuridad de la noche cuando vieron la niebla empezar a esparcirse de la nada. Alan y Arkímedes se miraron, muertos de miedo, pero no intercambiaron más que una mirada de complicidad y se pusieron en guardia.

Golpes sonaron en la empalizada y cuando cesaron ya no se escuchó nada más...

- Ahí viene, en guardia - Dijo Manu

Dan obedeció y se preparó para pelear.

El engendro saltó hacia Manu pero este se defendió golpeándolo con el mango de su alabarda, por desgracia se lo acercó a su hermano, que lo esquivó ágilmente. El ser derrapó en la tierra y se abalanzó de nuevo sobre Dan, que puso las espadas en cruz y el bicho las mordió, Manu aprovechó la oportunidad para estocarle y lo atravesó con la alabarda, acto seguido la sacudió y lanzó al ser lejos, este se levantó y corrió hacia el primer guardia que vio y lo descuartizó.

- NO ME JODAS. - Dan soltó las espadas y se echó de nuevo al suelo.

Manu apoyó la alabarda en el suelo y respiró fuerte.

- Esperemos que nuestros compañeros hayan salido mejor parados.

- Al contrario que nosotros. - Lanzó a su hermano una mirada de dolor y agachó la cabeza

A los pocos segundos escucharon un disparo de ballesta seguido de un terrible grito de dolor.

Cuando Alan escuchó el disparo salió corriendo detrás del objetivo pero la antorcha de este se apagó y lo perdió de vista, sin embargo no dejó de correr hacia la ultima posición confirmada, terrible error, pues este lo escuchó y le asestó una patada que lo dejó tirado en el suelo.

Arkímedes se quedó inmóvil, ya que no tenía noticias de su compañero y tampoco oía nada, apostó por su bienestar antes que por la misión y se escondió completamente en la penumbra.

En cuanto escuchó el disparo, Dan corrió hacia la puerta por donde entró la otra vez el susodicho pero no encontró nada. Después de unos segundos apareció su hermano con una antorcha en la mano, revelando un rastro de sangre en el suelo que terminaba en la herrería.

Manu echó la puerta abajo y gritó:

- SALGA CON LAS MANOS EN ALTO.

Se escuchó algo caer al suelo y el mismo Manu lo redujo y arrestó. Lo llevó delante del noble mientras Dan buscaba al resto del grupo.

- ¿Cómo sabéis que es él? - Dijo el noble

- Recibió un disparo de ballesta - Dijo Arkímedes - Revisadle el brazo.

Los guardias remangaron al hombre pero solo encontraron una cicatriz.

- No puede ser que ya le haya cicatrizado... - Arkímedes quedó boquiabierto

Manu abandonó la habitación y volvió minutos más tarde con el virote en la mano, diciendo que lo había encontrado dentro de la casa del herrero y además traía en la otra mano un saco.

- Mirad: el virote, y el constructo. - Dijo mientras arrojaba el saco al suelo

Cuando el saco cayó unos huesos asomaron.

- ¿De verdad estaban en su casa? - Preguntó el noble incrédulo

- Sí - Afirmó un guardia - He acompañado a Manu yo mismo y puedo verificar que ha encontrado esas cosas allí.

- Ya veo... - El noble se llevó las manos a la cara - ¿Por qué querías matar a mi hijo?

- CUANDO NOS ASALTARON, NO HICISTE NADA PARA DEFENDER A MI FAMILIA. MANDASTE A TODOS LOS GUARDIAS A CUBRIR TU CASA, MUCHA GENTE MURIÓ. - Gritó el herrero

- ¡Ya basta! Está empezando a delirar, ¡lleváoslo! - Gritó el noble - Mañana será su ejecución

Dan, miró a su hermano lleno de dudas

- ¿Hemos hecho lo correcto? - Susurró Dan a Manu

- Hemos hecho lo que teníamos que hacer. - Respondió Manu sin inmutarse

- Os estoy muy agradecido, habéis hecho muy bien vuestro trabajo os daré una recompensa extra para que os vayáis de aquí contentos, ¿qué queréis? - Preguntó el noble amablemente

- Queremos dinero - Dijo Manu muy serio

- Está bien, os daré unas monedas de cobre extra a cada uno, además, podéis pasar aquí la noche, mañana os prepararan un desayuno cargado y podréis marchar. - Respondió el noble

- Gracias - Respondió Manu nuevamente.

Y así fue, durmieron tranquilamente en las camas más cómodas que jamás habían imaginado y a la mañana siguiente desayunaron como nunca antes, después, partieron de nuevo hacia la sede de las  Armas Tintineantes.

Memorias de un viaje sin rumboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora