Arco del tesoro II

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Dan se desplomó sobre sus rodillas, no podía creer lo que acababan de ver sus ojos y justo cuando cayó al suelo, todo volvió a la normalidad, estaba sentado delante del abuelo. Muerto de miedo e inseguridades rompió a llorar.

- Soy Urguntar, el Errante. Y lo que os dije en la taberna, es cierto. Ahí delante hay una cueva, que oculta una prueba y un tesoro, pero espero que lo que acabáis de ver os haga recapacitar y razonar sobre la temeridad de vuestros actos. - Dijo el abuelo seriamente - Ahora, responderé vuestras prguntas.

Hubo un silencio abrumador y después se dirigieron a la cueva.

- Esperad, tengo un último regalo. - Urguntar se acercó a Arkímedes y a Manu y con un toque los curó a ambos - Venid todos aquí - El grupo se acercó y de repente perdieron todo el cansancio que tenían y se saciaron por completo -

- ¿Qué ha pasado? - Preguntó Arkímedes

- No lo entenderías... - Respondió el anciano - Ahora, entrad. Mucho ánimo.

El grupo entró por la cueva y avanzaron por un pasillo, encendieron una antorcha para poder ver algo y cuando el pasillo terminó se encontraron con un vacío abrumador que cruzaron utilizando la confianza en si mismos y consiguieron llegar a la siguiente sala que era una plataforma de tierra en la que cada vez que ponían un pie la tierra caía, pero a base de probar se dieron cuenta de que un patrón se repetía y que cada metro había un punto de apoyo, así consiguieron cruzar.

Llegaron a una sala que descendía estaba dividida en tres por un muro muy bajo, mediría aproximadamente medio metro y Dan dijo:

- He visto este patrón en algún lado... Me recuerda mucho a lo que vimos en el entrenamiento militar.

- Es cierto... - Asintió Manu

- Vale, vamos a hacer una cosa, alguien tiene que bajar, tocar un poco la arena y comprobar si se levanta algún enemigo como pasó en el entrenamiento militar. - Comentó Dan

- YO, YO, YO, YO BAJO A LA ARENA - Exclamó Nazhet

- Está bien, vamos a atarte esto por si ocurre algo y tenemos que sacarte - Propone Dan sacando una cuerda de su mochila.

Y eso hicieron, ataron una cuerda a la cintura de Nazhet y este se adentró en la arena:

- No ocurre nada, os habéis equivocado - Decía Nazhet mientras avanzaba

- Preprárate, en el campamento no se levantaron hasta que no estuvimos cerca de la salida

- Aquí no pasa n- Decía Nazhet cuando un gólem de piedra le pegó un puñetazo en la barriga y lo empujó dos metros hacia atrás.

- SACADLO, SACADLO, TIRAD DE LA CUERDA - Exclamaba Dan

Arkímedes le disparó un virote a la cabeza del gólem, pero no le hizo absolutamente nada. Mientras, Dan y Manu sacaban a Nazhet de la arena.

- Arkímedes, vamos a probar una cosa: dame el virote, voy a preparar una manipulación y voy a darle fuerza, vamos a intentar volarle la cabeza a un gólem. - Propuso Dan

Dan cargó una manipulación y la aplicó al virote, Arkímedes disparó y Dan gritó ¡KAI!, liberó la manipulación pero el virote se desvió y no sirivó de nada, por lo que pensaron en resolverlo como la última vez, uno hacía de cebo y los demás pasaban, despues los demás hacían de cebo y pasaba el que quedaba, esta táctica funcionó gracias a que los constructos se dedicaban a perseguir a quienes estaban tocando a la arena.

En la siguiente sala encontraron un laberinto lleno de trampas, Dan se dedicó a examinar todas y cada una de las losas comprobando si había trampas pero una de ellas la detectó demasiado tarde, él consiguió esquivar la flecha girando la esquina.

- ¡Trampa! - Gritó Dan con toda la inocencia del mundo desde el otro lado

Pero Nazhet que estaba justo detrás no tuvo la misma suerte.

- ¡AAGH! ¡JODER! - Gritó Nazhet de dolor

Un virote se había clavado en su brazo y lo atravesaba por completo.

- Deja, yo te ayudo - Se ofreció Manu

- NO, NO ME TOQUES, DÉJALO ESTAR - Gritó Nazhet desesperadamente

Salieron del laberinto y llegaron a una sala con tres puertas: tras una de ellas había un trono, con una versión espiritual de Urguntar que les dijo que podían tomar todo el equipamiento que quisieran de las otras dos salas, que resultaron estar llenas de  todas las armas, armaduras, libros y accesorios que pudieses imaginar, todo ello con el fin de salir victoriosos en la última prueba. Cuando terminó de decir esto, Urguntar desapareció.






Memorias de un viaje sin rumboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora