I: La Ausencia Del Sr Midoriya

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Tenía cinco años, lo puede recordar perfectamente. La primera vez que vio a su padre tenía cinco. También fue la última vez que le vio.

Nunca le había hecho de vital importancia su padre, nunca estuvo, y así estaba bien, ante sus ojos todo estaba bien, y por eso nació en él el pensamiento de que no le hacía falta su padre para ser feliz. Tenía a su madre, ella era todo lo que necesitaba en su vida. Le mimaba, le hacía Katsudon para el almuerzo, le llevaba y buscaba a la guardería y le cantaba antes de dormir.

Su madre era un sol. No había duda de ello.

...

Inko Midoriya hacía todo para que su hijo creciera feliz y no le faltara nada. Procuraba velar su bien y a la vez trabajar para pagar las facturas pendientes.

Hisashi Midoriya había sido en su vida su único amor. Ella había caído completamente enamorada del hombre que movía sol y tierra para estar con ella, le hizo creer que él estaba enamorado de ella. Que tonta fue al creerse el cuento de un hombre que acostumbraba mentir. ¿Pero ella como iba a saber que él hombre era casado y tenía familia? Obviamente él golpe de tener un hijo le disgusto, incluso había llegado a decirle que abortara, cosa a la que obviamente se rehusó. Si él no lo quería pues bien por él, ella sola puede sacar adelante a su bebé.

Con eso en mente Inko Midoriya empezó a trabajar duro para poder pagar todo lo necesario para la llegada de su bebé, e incluso decidió finalizar sus estudios ya que teniendo un título Universitario tendría más probabilidades de salir adelante.

Fueron largos años de esfuerzos, sudor y lágrimas. Pero lo valio, porque cada vez que llegaba a casa, agotada por el trabajo y los estudios, su pequeño hijo la recibía con una sonrisa en la cara capaz de iluminar el sol y las estrellas. Cada vez que veía esa sonrisa se le hacía imposible rechazar las súplicas de su hijo cuando le pedía jugar.

Por eso se encontraba justo ahora, escondida en una sabana en su cuarto con una sonrisa sutil en sus labios.

Sintió la puerta ser abierta con fuerza y pronto la voz de su adorable hijo se escucho en la estancia —¡Ya todo esta bien? ¡¿PORQUE?! ¡Porque ya estoy aquí! — exclamó emocionado el peli verde menor, acercándose a su madre, encerrando la en un abrazo mientras ella le decia: ¡Gracias por venir a salvarme Izuku, eres un héroe!

Definitivamente, ella haría lo que sea por ver feliz a su hijo.

...

Los años fueron pasaron, el pequeño Izuku ya tenía 10 años e iba a primaria, su cuerpo empezó a crecer y cambiar, y su mente fue desarrollándose poco a poco. Ahora las cosas se veían distintas ante sus ojos.

Ya veía las facturas pendientes que, inútilmente, su madre trataba de ocultar.

Entendía un poco mejor también, lo que es la orientación sexual.

Había aprendido también, que no todas las personas eran buenas.

Pero lo que no había podido entender hasta el momento, era el porqué no tenía padre. De pequeño nunca le había importado lo suficiente como para querer saber sobre él. Pero ahora que es casi adolescente, hay ciertas cosas que necesita saber.

Izuku era un niño muy maduro para solo tener 10 años, así que no entendía porque su madre no le hablaba de él que colaboró como donante de esperma. Porque Izuku, por más que sea hijo de ese hombre, jamás lo verá como un padre, para él sólo fue un donante de esperma que colaboró en su creación y que pagaba una manutención por orden del gobierno. No lo entendía, sólo veía a sus demás compañeros burlarse de él cada vez que él día del padre llegaba y el no tenía uno que llevar. Trataba de pasar de ellos, pero ellos eran insistentes, así que empezó a crecer la duda en él.

Quería saber la verdad, pero después de saberla sintió un odio terrible al hombre que había visto una sola vez en su vida.

Definitivamente, su madre era un sol. Y la vida no era tan fea como le pintaron, tres años después de eso, su madre llegó a casa con la noticia de una futura boda.

ESTHETIC - La belleza lo es todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora