VIII: Golpes Y Un Café

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Iba corriendo buscando una salida, pensé que después de que mis padres se mudaran nunca más necesitaria huir de personas como estas. ¡Pensé que los extranjeros eran más buenos! ¡Pero estos Rusos me quieren matar!

Un par de minutos después no veo rastro de ellos, es fantástico que a pesar de mi mala condicion pude despistarlos. Busco un lugar donde estar tranquilo y veo que al cruzar la calle hay un café muy bonito que nunca había visto, busco cruzar la calle apenas el semaforo se pone rojo para los autos, pero en cuanto intento avanzar sintió como me toman del cuello de la camiseta.

—. Te encontré, bola de grasa — dijo el rubio de ojos grises, uno de los Rusos que habían estado persiguiendome, sentí el miedo apoderarse de mi ser. —. ¡Oigan, aquí está! — grito para llamar la atención de los que lo acompañaban.

—. ¡Oh, la gorda! ¿Pensó que escaparía? — dijo una mujer de cabellos rojos.

—. Es muy gracioso que pensara eso — dijo el tercero, un peli negro de ojos azules.

Sentía la impotencia correr por mi ser, soy tan inútil que no puedo ni defenderme, patético. Si shoto me viera estaría decepcionado de que no luchará por mi libertad. Pero estos sujetos son peligrosos, no son un juego ni nada, por eso no puedo arriesgarme. La gente a mi alrededor no haría nada, era algo demasiado normal ver en el periódico que alguien fuera del estatus de belleza muriera asesinado.

—. Ahora sabrás lo que los fenómenos como tu deben tener — dijo, seguido de sus palabras sentí como me lanzaba contra la pared para empezar a golpearme y darme patadas.

Poco después sus amigos se sumaron, golpeandome con sus puños enguantados en el torso y cara. El aire se escapó de mis pulmones cuando un golpe de uno de ellos me dio en el estómago, sentí las ganas de vomitar la bilis, se me hacía difícil tomar algo de aire ya que los golpes no se detenían.

Pero de pronto dejé de sentir los golpes y escuché como alguien era golpeado contra una pared, un quejido, la mujer gritando y golpes sordos. Intenté incorporarme pero mi cuerpo dolía mucho, de repente el ruido cesó y escuche pisadas acercandose, intente abrir un poco los ojos y regular mi respiración, cuando lo hice enfoque mi vista hacia el chico de cabellos rubios y ojos rojos frente a mi.

—. ¿Crees poder levantarte? — su voz logre apenas escucharla, mis oídos zumbaban y un molesto pitido me provocaba dolor de cabeza —, oye —

Intente hablar y responderle que no y que mi cuerpo se sentía como si hubiera sido atropellado por un camión. Pero no pude, solo solté un quejido que él tomó como negativa y suspiro, por un momento pensé que daría la vuelta y se iría, pero me sorprendió verlo ayudándome a levantarme. Me hizo rodear su cuello con mi brazo y él rodeo mi cintura con el suyo.

No se a donde me llevaba, pero mi mente estaba tan aturdida que no podía pensar en otra cosa que no fuera el hecho de que alguien me salvo, aunque probablemente se metió en un gran lío por mi culpa.

Entramos a un café y me llevó a la barra donde me sentó con cuidado, lo vi moverse detrás de la barra del café buscando algo y luego sacó lo que parecía un botiquín de emergencia.

Lo vi sacar alcohol, agua esterilizada, gasas, cintas, algodón y curitas. Mojo un poco de algodón con agua y se acercó para limpiar mis heridas —. Esto ardera un poco — aviso, cuando sentí el contacto del algodón en mi piel sisee un poco, no por el ardor, sino el dolor. —, calmate, necesito desinfectar esto —

Cuando termino con la mayoría de mis heridas empezó a pasar alcohol para luego cubrirlas con gasas y curitas.

—. Listo — dijo cuando finalizó colocando la última curita en mi nariz.

—. Muchas gracias... —

—. Katsuki Bakugou — se presentó, extendió su mano y acepte el saludo agradecido.

—. Muchas gracias por ayudarme, Bakugou-San — dije, sonriendo agradecido —. Me llamo Izuku Midoriya — me presente.

—. Pues bien, Deku, no fue nada — dijo el rubio, restándole importancia al asunto —. Toma, necesitas recuperar fuerzas — dijo extiendo le un café con crema.

Sonrió apenado —. No es necesario, gracias — negó nervioso —, y me llamó Izuku, no Deku — corrigió.

—. Lo sé, pero tu nombre se puede leer como Deku — comentó —, anda toma, yo invito.

Suspiro —. Esta bien, gracias — dijo de nuevo —, por el café y la ayuda, alguien más no lo habría hecho, y lo más seguro es que te meti en un lío por mi culpa.

—. No te preocupes por eso, yo me hago cargo de los Rusos. — le resto importancia al asunto —. Puedes venir aquí siempre que quieras, nadie te hará daño.

Le miro sorprendido, ¿lo decía en serio? Nunca nadie le dijo nada como eso, a excepción de Todoroki.

—. ¿De verdad? — preguntó sin poder creerlo.

Katsuki sonrió —. Si, lo digo en serio — lo que pasó después fue algo que no esperaba, Izuku sonrió, era la sonrisa más dulce y amable que jamás había visto.

—. ¡Muchas gracias! —

ESTHETIC - La belleza lo es todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora