— ¿Me puedes volver a explicar porque no lo haces tú? — digo por quinta vez. Quiero llorar y reír al mismo tiempo. Todo mi cuerpo pica por la tierra o no sé si es mental. Hace algunos días hubiera dicho que sí, pero como que comienzo a madurar y a recapacitar las cosas que hago a lo largo de mi vida.
— Porque eres Raquel Blake— me responde sonriente, estrujando mis hombros.
— Belmont— lo quita de enfrente Stephen— El muro es muy alto y no creo que entre las dos podamos subir a Belmont o a Dareh, incluso si uno de ellos nos apoya, de igual manera confió más en ti que en Belmont.
— Creo que es mejor recapacitar otra opción...
— Acuéstate te llenare de barro, entonces— se acerca Weber hacia Dareh. Doy un paso hacia ellos antes que comiencen a revolcarse en el suelo.
— Súbanme a ese muro antes que lo piense— hablo tratando de no temblar mucho. Estoy sintiendo como una recarga de adrenalina se está apoderando de mí y unas ganas de...ah. Esto es real, enserio está pasando.
— Raquel, no es necesario que te sacrifiques— sujeta mi mano Fresita, implorándome con la mirada— Esta es una opción absurda, estoy seguro de que existe otra manera.
— Me estoy recargando de puros impulsos idiotas así que aprovechen— contesto antes de darle un casto beso en la mejilla y correr hacia el muro. Que agradezca que no fue como los anteriores. Salto, tratando de llegar hasta al borde del muro de ladrillos tapizados de plantas, pero es inútil, mis manos no alcanzan por varios centímetros.
— Mírenla— exclama Belmont en un tono chillón y más dulce de lo normal— Está lista para ayudarnos.
— Cállate y ayúdame— se acerca Fresita. Con una rápida mirada entre Pejelagarto y yo, entendimos muy rápido la situación. Dareh está cabreado y es mejor que esta vez Weber no abra la boca ni siquiera para una broma— Si te despedirás de mí, al menos hazlo correctamente— su tono es frío y severo, nada que ver con el chico amable y tranquilo. Antes que pueda preguntarle qué diablos le pasa, su mano se encaja en mi nuca y une nuestros labios en un solo movimiento.
Sus dedos masajean el nacimiento de mi cabello en mí nuca, mientras sus labios se mueven impacientes e implorando que suba de nivel. Suaves y húmedos, Fresita sabe a fresitas. Antes que pueda parar el beso para tomar aire y seguir explorando más allá, él se separa con mi labio inferior entre sus dientes, sujetándolo sin lastimarme y acariciando con sus nudillos la línea de mi barbilla.
Bendito el momento que decidí lavarme los dientes, esta mañana.
— Es hora— ronronea jadeante, apartándose y alistándose con Belmont para impulsarme por el muro. ¿Qué es lo que acaba de suceder, Diosito?
Así como trató de recuperar el aire, así mismo estoy tratando de recobrar la conciencia. Si esto no es un castigo divino por estar golpeando con mi Biblia a mis compañeros de primaria, simulando un exorcismo, no sé qué más pueda ser.
— Sujétate, Raquel— sale de su trance Stephen con una sonrisa que no puede reprimir. Al menos ahora ya no es la sombra de lo que era antes, la chispa en sus ojos ha vuelto y su sonrisa deslumbrante también.
— En uno...— doy unos pasos hacia atrás admirando las manos entrelazadas de Weber y....ya no puedo ni pronunciar su nombre— Dos...— aún sigo recuperando el aire y lo que pasó hace unos segundos evita que recapacite de lo que estoy a punto de hacer— ¡Tres! — gritó corriendo con todas mis fuerzas.
Siento la necesidad de cerrar los ojos, pero me obligo a no hacerlo cuando pongo mi pie en el agarre de ellos. De inmediato, estoy siendo impulsada y alzo mis brazos alcanzando el borde de la pared.
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En una escuela de Princesas "Accidentalmente"
RomanceAccidentalmente casi convierto en cenizas mi escuela entera, es la quinta vez que me expulsan. Pero en vez de llevarme a otra nueva escuela a unas cuantas calles de distancia, me mandan a cientos de kilómetros lejos. ¿La diferencia? Que es una mald...