—Si tu fueras mi hermano te dejaría caer en este mismo instante, Blake—También noto como esas palabras podrían golpearme si fuera mi padre.
—Entonces me alegra mucho no serlo—sonrió lo más angelical posible, quizás algo en mi rostro pueda ablandar un poco su corazoncito y convencerlo que soy un pan de Dios.
—Pero si eres su hija.
Y ¡Pum! Me deja terminar mi caída soltándome como si fuera radioactiva.
—¡AAUCH!
Me quejo al sentir todo el césped chocar con mi espina dorsal. No fue tan fuerte pero quizás si lo exagero se tienta su corazón.
—Lo siento, sobrina, tengo manos de mantequilla—responde con la preocupación más fingida del mundo.
¿¡ES DÍA DE MADREAR A BLAKE O QUE!?
Lo observo desde el suelo preguntándome si me odia en secreto.
William me tiende la mano con una expresión de sarcasmo, antes que cualquier otro ser humano se acerque a ayudarme.
Su sonrisa colérica a medias solo retiene una inminente explosión de furia. El esmoquin negro y el pequeño cable que cuelga de su oreja me hace sentir que la policía acaba de pillarme. Y en esta ocasión creo que hubiera preferido visitar la parte trasera de una patrulla.
Acepto su ayuda a regañadientes, obligando a mi adolorido cuerpo a ponerse de pie. Esto no iba de acuerdo con mi plan.
Diosito aquí es donde debes intervenir y hacerme caer convenientemente en coma.
Fresita se aproxima a nosotros, tirando de su camisa para tratar de lucir lo más presentable posible.
Como si unos mapaches no le hubieran comido toda su vestimenta y para quitárselos de encima se tuvo que dar un chapuzón en una fuente del centro comercial. Conforme avanza, su complexión se vuelve más rígida, al igual que su rostro que cada vez se vuelve más inexpresivo, haciéndolo ver más alto de lo normal. Me sobresaltó al sentir su mano rozar levemente mi espalda. Creo que trata de transmitirme confianza, de que todo esto, lo soluciona él.
Pero seamos sinceros, no es que no le tenga fe a él, sino que la costumbre de que nada me salga bien es lo que me genera cierta desconfianza. Por el rabillo del ojo logró ver a Belmont y Tamira perdidamente estupefactos. Con el alma a sus pies, incapaces de mover algún músculo. Atentos a cualquier palabra que salga de la boca de este guardia de seguridad, que casualmente es mi familiar.
Inhalo todo el aire que puedo, trataré de sacarle la chispa de amor que sé que tiene oculta por mi ahí adentro.
—Tío...
—Ustedes dos, también vengan— se dirige hacia mis amigos. Por su tono de voz no se si está molesto o más bien nos ayudará como en París—Todos ustedes vendrán conmigo si no quieren más problemas y Raquel, es mejor que no me dirijas la palabra.
Ay, estoy como dicen "achicopalada''.
—No creo necesario el generar problemas, justamente porque estábamos en camino a encontrarnos con el grupo— comienza a mediar Dareh—Puedo custodiarlos personalmente hasta que lleguen a sus respectivas habitaciones, están bajo mi compañía.
—Su majestad, reitero que es mejor que usted y los demás jóvenes me acompañen, son órdenes.
—¿Órdenes? — repito arrepintiéndome en el instante— Perdón, solo quería decir que no estábamos haciendo nada malo, nosotros simplemente...
—No está en posición de argumentar, Señorita Blake—tiemblo al reconocer esa voz. Como si fuera una película de terror, la silueta de Collette sale de entre las sombras que generan los arbustos— La conversación ha concluido, escóltenlos a mi oficina.
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En una escuela de Princesas "Accidentalmente"
RomansaAccidentalmente casi convierto en cenizas mi escuela entera, es la quinta vez que me expulsan. Pero en vez de llevarme a otra nueva escuela a unas cuantas calles de distancia, me mandan a cientos de kilómetros lejos. ¿La diferencia? Que es una mald...