V. You're freaking crazy, I love it

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☞︎ parte uno: CAPÍTULO CINCO ☜︎
you're freaking crazy, i love it

AMBAS REÍAN A CARCAJADAS MIENTRAS RECORDABAN la cara de los dos ancianos que debían cuidarlas

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AMBAS REÍAN A CARCAJADAS MIENTRAS RECORDABAN la cara de los dos ancianos que debían cuidarlas. Madeline reía eufórica, al ver por el retrovisor como a través del desierto, el deportivo conducido por Trevor comenzaba a quedarse atrás, haciendo que sus manos sobre el volante se aferraran más a este. Ambas no daban crédito a la decisión de meter un deportivo de ese tipo al camino lleno de arena y piedras, hasta ellas sabían que no durarían mucho en movimiento después de aquella decisión. Creían que, comparados a ellas, eran unos idiotas con una extraña clase de relación marital problemática que ocasionaba fueran incapaces de funcionar como equipo; en cambio, la valentía e inteligencia de Madeline y la astucia y carisma de Taylor, complementaban el dúo perfecto, dignas de ser consideradas sucesoras aptas de la mafia.
Como ambas previeron, los viejos se habían perdido en el reflejo del retrovisor, haciéndolas sentir victoriosas.  Mad mantenía la vista al frente, conduciendo cada vez más lento, había echado de menos el estar juntas después de un largo tiempo, la última vez que habían compartido tiempo juntas, eran unas niñas y su último encuentro se había suscitado entre un enfrentamiento familiar. Realmente estaba feliz de que la pequeña Taylor se hubiese mantenido con vida después de tanto. Considerando las adversidades de vivir envuelta con mafiosos y ser la hija del cabecilla más peligroso, era una suerte que la menor de los Santini aún respirara. 

—¡Por Dios!, ¿Viste sus caras? —Taylor reía aún sin parar mientras Madeline seguía con una sonrisa dibujada.

La Santini mayor, estacionó la camioneta en algún lugar alto del desierto para apreciar el cielo estrellado que comenzaba a caer sobre ellas. Sacó un cigarro asintiendo entre risas a los comentarios burlescos de su prima.

—Dios, creo que tu niñero es aún más idiota que el mío. —Taylor asintió un poco admitiendo que tenía razón, Michael eran tan anticuado y aburrido.

—Odio a ese sujeto y tener que estar en la ciudad siempre escondida. Al menos aquí tienes un poco de libertad; el desierto lo tiene todo Madeline, maldición, ¡¿viste el tractor del viejito? —Madeline comenzó a reír aún más fuerte, soltando el humo que sus pulmones habían almacenado unos segundo antes.

—De todo lo que hay en la caravana del viejo, ¿te encantó la pequeña cuatrimoto? Quiero decir, "el tractor". Diablos necesitas ayuda, Tay —ambas rieron fuertemente.

—Ese tractor será mío, te lo prometo — Aseguró la rubia aun recordando el pequeño transporte estacionado afuera del remolque.

Pasaron un par de horas hablando de mil cosas, Taylor había aceptado un cigarro que su prima le había ofrecido. Al parecer Madeline se sentía muy bien con su niñero, costaba creer que alguien como Trevor y ella pudieran convivir sin matarse, pero a pesar de su espantoso hedor lograban intercambiar algunas charlas interesantes, incluso, él había llegado a ofrecerle su cama para dormir; al menos, tenía una mínimo sentido de hospitalidad.
Por su parte, Taylor se lamentaba de haber sido ella la que tuviera que lidiar con Michael, le contó a su prima todo lo sucedido en su mansión desde que llegó el primer día.

 𝐎𝐕𝐄𝐑 𝐏𝐑𝐎𝐓𝐄𝐂𝐓𝐄𝐃 ✞ 𝑴𝒊𝒄𝒉𝒂𝒆𝒍 𝑫𝒆 𝑺𝒂𝒏𝒕𝒂 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora