6. "Dudas"

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Decir que Amira estaba abrumada sería un eufemismo.

De un momento a otro había sido reclamada por su padre divino -que, por cierto, ¿Apolo? ¿Really?-, sus hermanos le dijeron que recogiera sus cosas de la Cabina de Hermes y le dieron la bienvenida a la Cabina de Apolo, que se veía un pelo menos ostentosa por dentro que por fuera, y que tenía un toque cálido que Amira no sabía identificar, pero eran los hijos del dios del Sol, ¿no? Seguro se debía a eso.

Karissa parecía más que encantada con su reclamo, e incluso parecía haber olvidado el inminente ataque de pánico que Amira sabía que había estado a punto de darle con toda la situación, y se había ido a su Cabina con un ánimo no muy lúgubre, al contrario de Amira, que en lugar de alegrarse solo parecía haberse amargado.

No era que no estuviera feliz por ser reclamada al fin.

Simplemente no esperaba algo así.

Sí, había visto como reclamaban a Karissa, pero verlo y vivirlo eran cosas diferentes, especialmente porque Karissa no había hecho magia cuando fue reclamada.

Austin mencionó algo sobre hechizos para decir la verdad para todos los hijos de Hermes, pero Amira había estado muy cansada como para cuestionarlo y simplemente se echó en su nueva litera a dormir.

Su confusión no disminuyó cuando despertó.

Kayla le había presentado a Yan y Gracie, dos de sus hermanas que aparentemente se quedaban todo el año, y Amira apenas había abierto la boca cuando Austin ya la estaba arrastrando fuera de la Cabina.

Amira sentía que era algo temprano para estar merodeando en el Campamento, pero considerando que ya habían otros campistas caminando por ahí, no creía que sus excusas para quedarse en la cama fueran muy válidas.

Quería ir y buscar a Karissa y quizá dar una vuelta con ella también, tal vez hablar un rato y distraerse del gran evento de la noche anterior, despejarse de todas las preguntas que la acosaban, alejarse de sus hermanos por un momento y procesar el hecho de que era hija del dios del Sol y que aparentemente, después de una vida de ser hija única, ahora tenía al menos una docena de hermanos de los cuales a la mayoría no les conocía ni el color de piel.

Sentía la cabeza pesada, como si le estuvieran estirando el cabello en todas las direcciones posibles, como si estuviera siendo controlada por una marioneta.

Por alguna razón, aún no podía creer que lo que estaba pasando era su realidad. Parecía más bien un chiste. Hubiera esperado cualquier otro dios, excepto Apolo. Aunque tenía la impresión de que fuera quien fuera su padre, Apolo, Hermes, incluso el mismísimo Zeus, seguiría igual de incrédula.

¿Así se sentía Karissa al saber que su padre era Hades?

—Y… ¿a dónde vamos? —preguntó después de un rato de andar sin rumbo por el Campamento. Austin estaba relajado, caminando a su lado sin prisa alguna, y Amira se percató de las pequeñas líneas de felicidad que había en su rostro. Un hoyuelo al mover los labios y ¡voilá! Un rostro encantador.

Era demasiado temprano para estar tan contento.

—Tú solo camina —respondió sin prisa.

Amira hizo una mueca, pero lo siguió sin mucho alboroto. Apenas podía levantar los pies al caminar. Estaba mental y físicamente agotada con todo lo que sucedía últimamente, y siendo honesta, no podía esperar para irse del Campamento y volver a su vida relativamente normal y miserable.

Miró de reojo a Austin, que iba distraído por el camino, como si no tuviera una sola preocupación en el mundo y su única meta era vagar eternamente contento por el mundo sin ensuciar su mente con preguntas inútiles como las que siempre plagaban la mente de Amira.

SI VIS PACEMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora