—¿Entonces si existen los dioses?
—Ajá...
—O sea que somos hijas de dioses.
—Umjú...
—Y la cosa que nos atacó era una arpía.
—Ajaá...
—¿Y tenemos poderes?
—Ajaaaá...
—Y no podemos salir de aquí porque los monstruos nos quieren matar.
—Que sí...
—¿O sea que mi mamá es una diosa?
—Ay Karissa no seas animal, claro que no es tu mamá. ¿Cómo vas a decir eso?
A ver. Amira estaba a una pregunta estúpida más de que le diera una apoplejía. Por más que intentaba tener paciencia, sentía que ya le estaba afectando físicamente la preguntadera de Karissa. Estaba sudando.
Después del drama que se armó cuando llegaron al Campamento Mestizo, como había aprendido que se llamaba el hogar de los semidioses, apenas tuvo tiempo de respirar antes de que le empezaran a llenar el disco duro de información con ayuda de un video que a pesar de lo útil que fue la dejó con más preguntas que respuestas, y solo después de hacer una TREMENDA escena en plena cancha fue que la dejaron ir con Karissa aunque no la dejaron quedase por mucho tiempo antes de que la llevaran a la cabina de Hermes.
Tenía la leve impresión de que debería estar un tantito más alarmada por los eventos acontecidos, pero no parecía capaz de alinear sus pensamientos con el repiqueteo inquieto de su propio corazón latiendo desbocado. Recordó vagamente la frialdad que la invadió cuando vio la sangre de Karissa y el terror que azotó su pecho con el pensamiento de que Karissa moriría ahí mero con esa arpía del demonio aferrada a su hombro-
—Esto es tan confuso —se quejó Karissa.
Amira se sacudió los pensamientos de encima con una mueca. Se aclaró la garganta antes de extender su mano frente a Karissa, ganándose una mirada confusa de la niña.
—Vamos, Austin dijo que ya estás bien para irte. Te mostraré lo que ya conozco del Campamento —explicó.
Karissa tomó la mano de Amira, levantándose de la cama con algo de dificultad. Le temblaban algo las piernas pero por lo demás se veía bien, excepto quizá por la tormenta de pensamientos que debía estar dándose en su mente en esos momentos.
Amira la llevó a la puerta y Karissa casi tropieza saliendo de la Casa Azul, como Amira la había nombrado. Alzó las cejas y le señaló al inmenso pino donde descansaba el dragón- sí, el dragón del cual le habían dicho el nombre pero que Amira ya había olvidado. Karissa abrió la boca antes de mirar a Amira con duda en sus ojos.
—Eso es un dragón —afirmó antes de que Karissa pudiera preguntar. Señaló detrás de Karissa—. Allá es la cancha de volley.
Karissa volteó con los ojos abiertos antes de tomar en cuenta todo el paisaje. Amira imaginó lo que veía, recién despierta de un sueño casi comatoso con duración de quince horas: la cancha, el clima antinaturalmente cálido, el lindo lago que se movía sereno con la fresca brisa, las Cabinas de colores y la hoguera justo en medio.
Karissa respiró hondo antes de volverse hacia Amira.
—Esto es una alucinación. Fijo que ya me agarraron los rusos.
—¿Eres idiota? ¿Qué demonios te pasa con los rusos? No seas xenofóbica, Karissa, ¿tengo que recordarte que eres latina?
—Por favor no te burles, esto no es real y me va a violar un ruso —suspiró triste.

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SI VIS PACEM
FanfictionDurante toda su vida, Karissa nunca se había sentido tan libre como lo hacía ahora, pero nada dura para siempre. En algún momento Karissa iba a tener que elegir: ser una sombra, o ser una luz. Y es que... ¿De qué sirve estar vivo... si no estás vivi...