11. "Fatalidad."

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El día de Karissa inició con un gran dolor de cabeza. Sentía el mundo dando vueltas cuando se levantó de la cama y tuvo que sostenerse de la litera para no caerse cara al piso. Tenía los dedos de los pies congelados, lo cual era extraño considerando el ambiente cálido de la Cabina 13, porque sí, a pesar de lo tétrica que era, una vez superabas el miedo inicial te acostumbrabas a su comodidad.

Salió de la Cabina arrastrando los pies, aunque nunca había sido una persona de levantarse de malas, pues las circunstancias impedían que tuviera un buen despertar. Vamos, ¿quién estaría de buen humor tras un día tan pesado? Se enteraba de que un espíritu o monstruo o lo que sea quería advertirle por quién sabe que cosa, regalándole una linda visión de su mejor amiga encontrando su fin de una forma muy horrorosa, luego la secuestraban los dioses y la llevaban a su nido de víboras donde casi la rostizan, por cierto, tras lo cual tuvo al menos tres ataques de pánico, y si no, entonces fue un solo ataque de pánico muy, pero que muy extenso.

Karissa se sentía muy justificada en su diminuto ánimo, ¿de acuerdo?

Se dejó caer en la mesa de Hades luego de hacer su ofrenda, y se jaló un vaso de agua antes de tomar un bagel del centro y empezar a comerlo con todo el dolor del mundo. Hasta comer le pesaba en esos momentos. Vagamente registró a Amira mirándola desde la mesa de Apolo, y mientras observaba el pabellón se percató de que Chris también lo hacía, pero por alguna razón su mirada era tan intensa que Karissa decidió concentrarse en su desayuno antes de pensar a fondo.

Si tan solo pudiera dejar de pensar por completo.

―¿Karissa?

Levantó la mirada del bagel y Amira le alzaba las cejas desde arriba, en esa familiar expresión de "me estás preocupando pero no diré nada hasta que tú lo hagas". Karissa se comió el resto rápidamente, ignorando el hambre que aún tenía, y se levantó tras su amiga, que empezaba a caminar fuera del pabellón.

Mientras caminaban, Karissa sentía cada músculo de su cuerpo gritando por ayuda, hasta el cabello le dolía. Uno pensaría que una noche de sueño ininterrumpido sería suficiente para sentirse descansado, para iniciar el día siguiente un poco fresco, algo recuperado-

Pero no.

Karissa estaba lamentando cada pequeña acción que la llevó al Campamento y, consecuentemente, al Olimpo y que causó todo el dolor e incomodidad que sentía en el cuerpo, y es que era tanto que no podía pensar en otra cosa. Era como tener una aguja clavándose en tu piel cada cinco segundos, cada pequeño movimiento instigaba dolor.

Aún así, siguió caminando, y mirando a Amira de reojo no pudo evitar compararla con su padre. Lo poco que había podido enfocar de Apolo en su momento era una cabellera rubia alborotada, y solo eso era un gran contraste con el cabello oscuro de Amira. Claro, no era la única hija de Apolo con características oscuras, pero le resultaba difícil mirar a Apolo y Amira y pensar en ellos como padre e hija.

Sin mencionar la obvia diferencia de personalidades, pues la sonrisa que Apolo tenía en sus labios mientras estaban en el Olimpo era más que suficiente para confirmar que era una persona muy vivaracha, al contrario de Amira, cuya expresión predeterminada era un ligero ceño fruncido.

No había podido fijarse en los demás dioses, muy concentrada en tratar de no tener hacer ridículo. Para nada, pues al final solo empeoró todo, respondiendo de mala manera a Zeus, que aunque le había parecido bastante arrogante y menso seguía siendo el Rey de los dioses.

Y luego estaba su padre.

Bueno, al menos la estaba defendiendo, ¿no? Aunque eso fue antes del desastre...

Honestamente, Karissa no sabía cómo sentirse con respecto a su padre. Hades no parecía tener algo en su contra, pero tras el espectáculo que había ofrecido no estaba segura de qué pensar. Como que se arrepentía de no haber hablado con él cuando Apolo le ofreció la oportunidad, pero era muy tarde para cambiar de opinión, así que se tragó su arrepentimiento.

SI VIS PACEMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora