Nieve Bajo Sus Pies

189 26 12
                                    

"¿Y si un trozo de madera descubre que es un violín?"

–Arthur Rimbaud

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

De repente ya no hay agua ni oceáno o mareas furiosas. Siente que cae, un paisaje todo negro y espeso por la niebla, la adrenalina empapa sus venas, las alimenta mientras se prepara para una caída que seguro le rompera varios huesos. Entonces hay algo blanco. Cierra los ojos.

Nieve

La capa blanda lo cubre, absorve el impacto de lo que hubiese sido un golpe mortal. A pesar del frío Miguel Ángel no se estremece con los copos que lo envuelven como una manta. Le cuesta salir del entierro, entrecierra los ojos cuando una ventisca azota contra su rostro, estornuda ante algunos copos que se filtran a su nariz.

–¿Dónde estoy?

Primero un brazo, luego otro, se apoya y comienza a empujarse para sacar su torso, cintura y piernas de la nieve espesa que sigue cayendo del cielo nocturno cubierto de nubes grises. Gruñe fastidiado, pues no encuentra una forma de salir, esta atascado. Escucha la nieve crujir bajo el sonido de pisadas acercándose a él, su piel se eriza pensando que se trata de humanos, entierra los dedos en la nieve y la adrenalina lo impulsa a moverse frenéticamente. Suelta un chillido espantado apenas algo lo atrapa del caparazón.

–¡No no no no!¡Suéltame!¡Déjame ir!

Un gruñido animal lo alerta de la amenaza e instintivamente guarda silencio, recordando el sonido tan familiar que hace Raph cuando quiere que cierre la boca durante sus charlatanerías. Una mandíbula se cierne en el borde de su concha, un segundo gruñido brota de la garganta ajena antes de que Miguel Ángel se halle siendo jalado con fuerza hasta escuchar un sonidito extraño 'puf' al mismo tiempo que se libra de la fría nieve en la que estaba cautivo.

«Como el corcho de una botella», el menor tuvo la más grande revelación de toda su vida. El agarre sobre su caparazón se soltó y por culpa de la gravedad fue que volvió a caer, esta vez sin ser enterrado en nieve. Gimió cuando la helada empezó a quemar sus pies, trastabillo para levantarse, luchando por aferrarse a la desconocida criatura que todavía no se dignaba a ver.

Un largo lamento capto su atención, volteó enseguida encontrándose con dos cosas; una, la criatura resultó ser un lobo gigante de al menos dos metros de altura; dos, el lamento en realidad resultó ser un aullido, la criatura acostada sobre sus patas traseras.

Mikey enmudeció en el preciso momento en que varios ladridos se oyeron en la lejanía, más lobos acercándose a su localización, la cual por cierto seguía siendo desconocida. Analizo los alrededores, tragándose los gimoteos que quisieron brotar de su boca debido a las temperaturas extremas a las que estaba expuesto, desnudo.

Gritó al ver aquel lobo negro de ojos verdes bostezar y acercarse a él. Tropezó en el mismo agujero en el que hace nada estaba incrustado, por suerte no cayó en él, sonrió triunfante. Claro que, el majestuoso animal aprovecho su tropiezo para aplastarse cómodamente a su lado, ofreciéndole compañía y quién sabe, tal vez también algo de calor. Sin pensárselo demasiado se arrastró y acurrucó en su costado, disfrutando del suave pelaje cuervo del lobo, que lo estaba ignorando por completo.

–¡Allá están!–, la voz de una muchacha se escuchó a sus espaldas. El lobo ni se inmutó a la nueva presencia, sin embargo Mikey ya estaba cavando un nuevo túnel para esconderse como estrategia de emergencia para que la humana no lo viera.

Tribu De Lobos[Cancelado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora