Corazonada Estridente

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"Aquellos que sueñan de día son conscientes de muchas cosas que escapan a los que sueñan solo de noche"

-Edgar Allan Poe



Una mañana despertó con un terrible ardor debajo del párpado izquierdo. Había pensado que se debía al puñetazo del robot ninja de la noche anterior durante la patrulla, no le dio muchas vueltas y ato su bandada alrededor de sus ojos como de costumbre. Su sorpresa al llegar al baño y mirarse en el espejo sin ver una marca roja o púrpura en su mejilla fue enorme. Muchas veces antes, al amanecer después de una buena golpiza se había encontrado con una desagradable hinchazón de colores oscuros en la zona herida. No se suponía que esta vez fuera diferente.

Curioso como es él, arranco la bandada de su cabeza y jadeo sorprendido cuando una mancha negra adornaba delicadamente su pómulo. Impreso en tinta negra había un rombo partido a la mitad por una línea de la cual dos apéndices perpendiculares emergientes del centro, señalaban al noreste. Del otro extremo del rombo tres líneas se partían en direcciones diferentes, como dibujando una aleta. Alrededor de las marcas negras, la piel inflamada declaraba silenciosamente que se trataba de un tatuaje.

Sorprendido lo estudió un largo rato, rozando los trazos con la yema de sus dedos. Trato de lavarlo, sabiendo de antemano que era inútil. Suspiro abatido y enredo la bandada alrededor de su cabeza, agradeciendo que el tatuaje era suficientemente pequeño como para que la tela cubriera la tinta. Tenía demasiadas preguntas, pero decidió restarle prioridad y seguir con su día.

Una vez fuera del baño, huyo a la cocina listo para preparar un almuerzo simple, panqueques y té de hierbas sonaba bien. Como un profesional, se movía de un lado a otro dentro de la pequeña cocina, mezclar, huntar, cortar frutas para su hermano mayor, también hacer algo de café para Donatello. Su cuerpo se movía solo, mientras su mente vagaba a algún lugar lejano. Ni siquiera era consciente del dónde estaba, solo disfrutaba de la brisa fresca acariciando su piel; se imagino caminando, mirando las imponentes montañas que lo rodeaban, escuchó un ruido y corrió felizmente acompañado de alguien riendo a sus espaldas, cuyo rostro estaba bañado por los brillantes rayos del Sol e impedían verlo directamente a los ojos.

–¡...guel Ángel!

Parpadeo confundido, sus pupilas enfocaron un plato de comida frente a él, una pobre mesa en la que sus hermanos y padre le miraban preocupados. Se maldijo internamente por haber borrado aquella ensoñación a causa de la interrupción inesperada, trataba de recordar, pero no lograba llegar a nada en especial, a pesar de tener una imagen bizarra en la punta de su lengua.

–¿Sucede algo, hijo mío? No has tocado tu plato.

–¿Esta todo bien hermanito?

Indagaron los mayores de la familia. Se encogió de hombros restándole importancia, tomando la cuchara entre sus dedos, sintiéndose repentinamente cohibido e inseguro de probar bocado, a duras penas llevo la comida a su boca, masticó deseando porqué fuese carne preguntándose desde cuando tenía intéres por eso, aunque le costo bastante tragar. Miro a su padre a los ojos, antes de sonreír como siempre lo hacía y soltar una carcajada tan natural que no hubo rastro de lo forzada que lo sintió.

–No es nada, estaba pensando en hacer pizza de tocino y miel para Leo más tarde.

El mencionado se tensó terriblemente al escuchar su nombre, un sudor frío bajo de su frente y Mikey dibujo una sonrisa divertida al saber lo mucho que Leonardo repudiaba la carne. Splinter tomo su taza de té y se levantó, sacudió la yukata avisándoles que estaría esperando en el dojo. El azul le siguió poco después. Raph se fue bien terminó de engullir salvajemente los panqueques y Don estaba tan ocupado revisando quién-sabe-qué-cosa en su celular que se olvido del entrenamiento y se metio al laboratorio.

Fuera de ello, el día paso rápido.

Demasiado rápido.

–¡Es hora de irnos, Donnie, Mikey!

El reclamo del portador de las ninjatos se escucha por toda la guarida. Raphael esta desesperado por salir a la superficie y a nada de apresar a sus amados hermanitos por el pescuezo y arrastrarlos a través de los túneles hasta la salida.

–¡Ya voy, ya voy!¡Recibí señales de varios contenedores de mutágeno dispersados en la ciudad. Nos tomará un tiempo, pero hice cálculos y podremos dividirnos...

–¡Cállate!

Ruge el temperamental sin apartar la furiosa mirada de aquella puerta perteneciente a la habitación del menor de la familia. Donatello le enseña la lengua, pero se arrepiente de inmediato al ver el reproche en los ojos de Leonardo, quien espera de brazos cruzados a Miguel Ángel.

–Voy.

Cuando la tortuguita sale se encuentra con las miradas juzgadoras de los demás, se rasca la nuca y sonríe apenado. Acomoda los nunchakus en su cinto y tararea una canción que nadie conoce, dando brinquitos a la salida libre de culpas. Splinter los mira irse desde el umbral del dojo con una leve sonrisa.

–Cuídense hijos míos.

Los jóvenes se despiden moviendo la mano.

–No se preocupe, estaremos bien.

–Da igual.

Excepto Miguel Ángel, quien ignora el hermoso momento y camina con un destello tétrico opacando sus ojos, algo que la rata percibe, más guarda silencio; ve un murmullo salir de sus labios, pero ni siquiera sus agudos oídos son capaces de distinguir que fue lo que dijo.

. . . . . . . .

Mira fijamente la luna llena de esa noche. Las nubes cubren el cielo de gris oscuro y pocas estrellas se vislumbran en el firmamento. Sabe que Leo esta diciendo algo, pero está tan enfocado observando aquella esfera espectral que poco le importa lo demás, bien podría aparecer un ejército de ninjas y no se movería. Esta hipnotizado, se siente atraído y un sentimiento ansioso nubla su pecho.

–¿Esperas el eclipse?

La voz de Don lo saco de sus divagaciones, se exaltó y le miro medio ausente, pero trastabillo apenas se percato de lo dicho.

–¿Hoy hay eclipse?

Vio al genio hacer una mueca confundida, aunque luego ambos miraron al astro blanco.

–A las 12:35a.m. Se presentará un fenómeno conocido como "Luna de sangre", sucede alrededor de dos veces al año y...

Miguel Ángel no comprendió razones, pero hubo una sensación que le ahueco el estómago.

–Cierra la boca, D.

Mascullo Raph. El genio bufo y, a petición de Leo, les dio las indicaciones para recolectar los contenedores, dispersando a cada uno por diferentes direcciones.

–Nos vemos luego.

Se despidieron todos y, Mikey quiso saber porqué esas palabras las aprecio amargas.


















Advertencia: Actualizaciones lentas

Al fin!!! Por fin voy a comenzar a publicar esta historia (」゚ロ゚)」
Pero... Les aviso que voy a subir cada capítulos lentamente, con cariño, poco a poco :v

Tribu De Lobos[Cancelado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora