"Ni aún permaneciendo sentado junto al fuego de su hogar puede el hombre escapar a la sentencia de su destino".
–Esquilo de Eleusis
. . . . . . . . . . . . . . .
Un aire fresco, helada brisa llena sus pulmones. Miguel Ángel gime en protesta mientras mueve su brazo lejos de la acolchonada cama en la que esta felizmente enterrado. Hay un aroma a cedros y abetos impregando el aire como un suave perfume, frialdad colándose por la ventana que le ofrece una agradable sensación de ameno recibimiento junto a los primeros rayos del alba acariciando su rostro. Sonríe y se acomoda en la cama, retuerce su cuerpo para recibir aquella calidez en los hombros.
La puerta se abre de golpe, pasos se aproximan y Miguel Ángel se tensa bajo las cobijas presa del latente pensamiento de un Raphael lanzándose sobre él a punta de puñetazos. En su lugar hay manos suaves atrapando las sábanas en sus pies y una voz afable que lo saluda con enérgica motivación.
–¡Buenos días, Michelle!
Hace una mueca cuando le es arrebatada la seguridad de sus cobijas y el gélido aire mañanero eriza su piel. Gruñe y ejerce fuerza sobre la tela para empezar a revolcarse con ella encima como un cocodrilo haciendo su giro de la muerte. Escucha la suave risa del muchacho de ayer, tiene que morderse el labio inferior para no soltar su impulso de idiotez que se encuentra en pleno apogeo y va en aumento. Abre los ojos somnoliento, voltea hacia el tal Adam y vuelve a gruñir, total el chaval lo esta ignorando y sigue sacudiendo las cobijas lejos de su alcance.
–Me llamo Miguel Ángel.
–¡Levantate!¡Arriba arriba arriba!
–... Viejo, callate.
Su voz agria es producto de su reciente despertar, sus propias cuerdas vocales vibran de manera incómoda, una textura áspera en el interior de su garganta. Acostado se estira y gime complacido por el chasquido de sus huesos acomodándose. Observa un momento al muchacho de tez pálida mientras se incorpora de la cama y viaja al sanitario. Sale unos minutos más tarde, casi soltando un chillido cuando encuentra al contrario de pie frente a la puerta.
–¡¿Pero que?!¡¿Estas acosándome o que?!
–¡Nop!¡Es hora de almorzar!¡Ingrid se enojara con nosoto sí no bajamos en diez minutos y odio hacerla enojar!
La tortuga frunció el ceño pensativo, coloco su bandada anaranjada alrededor de sus ojos y comenzo a bajar las escaleras seguido del de hebras azabaches, quien sonreía de oreja a oreja con una sonrisa de dientes perlados. Mikey no resistio la mueca alegre que estiraba sus labios, luego las risotadas hicieron eco en toda la cabaña.
–Veo que amaneciste de buen humor.
La carcajada del pecoso quedo congelada, un ambiente tenso lleno el aire y Adam quedo tieso en su lugar a nada de bajar el último escalón. Mutante y mujer se enfrentaron la mirada, entrecerraron los párpados a modo desafiante, ninguno sabiendo exactamente por qué. Quizá por el creciente instinto de sentirse instruso Mikey opto por bajar la cabeza. Sumiso.
–Supongo que todo se te hace incómodo.
Soltó la joven de lo mas casual. El pecoso abrio la boca sacando un suspiro aliviado, volvió a mirar a la pelirroja y dibujo una sonrisa medio falsa, medio apenada.
–Si, no estoy acostumbrado a... nada de esto.
Hizo un ademán con sus manos resaltando a lo que se refería. La nieve blanca bañando el paisaje de fuera, un par de extraños charlando casualmente con él cuando cualquier otro hubiese salido despavorido apenas lo viera, rodeado de humanos sin armas en mano, lobos correteándose allá en el bosque entre ladridos y bramidos juguetones y agudos, la falta de gritos, amenazas e insultos por parte de sus hermanos discutiendo en tan altas horas de la madrugada. Sin duda todo lo tenía descolocado, ahora peor que el cambio brusco de ambiente lo tenía con un leve dolor de cabeza y garganta seca.
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Tribu De Lobos[Cancelado]
FanfictionSupo que odiaba entrenar ninjitsu, cuando fue obligado a matar en nombre de su clan. Supo que nadie lo entendía, una vez que exteriorizo sus ideales por medio de dibujos y garabatos, y ellos rieron. Supo que odiaba el día, una vez comprendió que no...