ayúdame.

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Me vi muerto en tus piernas, rezagado y sumiso ante la miseria en las puertas de lo breve en la vida.
Me sentí eterno, me sentí tristemente enamorado.
Me volví a ver muerto, expectante, inerte ante la mera esperanza de que algún día,
Llegues a ver como el dolor  insistente,
Se posa incesante nuevamente,
En mis manos, en tu pecho, en mi frente...
En nuestras miradas, frías como la misma vida... Tibias como una tierna caricia de la muerte.

DesordenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora