-Despierta bonita, ya es hora de asearse- me soltó el técnico mientras realizaba el cambio de sábanas de la paciente de a lado y mi compañera de cuarto .
-SIII, AHORA LO HAGO... - solo dije
*Me encontraba internada ya casi 2 semanas ahí, en la primera semana una de las ecografías pélvicas y abdominales arrojaron lo que posiblemente era una pequeña masa, lo cual el médico que me atendía aseguró era un "mioma" un problema tan común en las mujeres pero no para las de mi edad*
A los días siguientes me programaron una cirugía pues mientras lo tuviera dentro mío era peligroso, el día de la cirugía pasó, todo salió bien, sin contar que durante todo ese proceso que tardaron en dar con el supuesto diagnóstico había tenido que pasar por múltiples transfusiones sanguíneas, pues yo seguía perdiendo sangre, mi recuperación fue rápida, a los días que le siguieron a la operación, el sangrado se me cortó, lo cual me devolvió la alegría y todo lo que había estado perdiendo de a poco por la preocupación sin darme cuenta...
Días antes de mi cumpleaños 14 me dieron de alta y la pasé en casa con mi familia, que había estado apoyándome en todo momento, siempre fuimos muy unidos y es lo que más podría resaltar de ellos, mis mejores amigos acudieron también, y fue un día bonito luego de tanto momento tormentoso.
Todo empezó a ir de rositas, regresé a acudir con frecuencia al colegio, pues había faltado semanas por lo de mi operación, pero como los bimestres anteriores había tenido buenas calificaciones, las justificaciones que presentó mi madre fueron suficientes para mis maestros accedieran a duplicar mis notas, pues muchos fueron testigos de como mi salud se fue deteriorando en ese lapso de tiempo.
Los 5 meses restantes del año pasaron, la época escolar concluyó y yo me sentía muy bien, todo parecía ir bien, mi problema ya se había normalizado y ahora me sucedía como a cualquier chica normal cada mes.
Recuerdo las despedidas de mis compañeros ese ultimo día de clases:
-Que travesura toca esta vez para cerrar este año?- Preguntó Samuel
-Rompamos el foco del pasadizo, entre todos y luego corremos, pero todo el salón debe estar presente, casi a la hora del ultimo timbre y así huir sin problemas, digo como simple, humilde y sutil sugerencia, no sé ustedes...-Dijo Gerson.
-Por supuesto, nadie va imaginarse y pasaremos desapercibidos al ver a todo el salón reunido en el pasadizo y que luego de la nada un foco esté destruido- Solté en un claro sarcasmo pero divertida y en el fondo sabiendo que me iba a unir a la travesura.
-Bien, está decidido, lo haremos- habló Abigail, mi mejor amiga.
-Ay por favor ustedes lo decidieron desde el momento en el que esa estupidez salió de la boca de Samuel- se irritó Edu
Y pues siendo sinceros, sí.
Sonó el tan esperado último timbre y a los 3 segundos se vio un certero tiro de una piedra que salió disparada de no sé dónde que no alcancé a procesar porque al segundo se escuchó un crujido, seguido de un:
-CORRAN MALDITOS CORRAN Y NO MIREN ATRÁS-
Para inmediatamente salir disparados todos y no volver a pisar el colegio hasta mucho después, o al menos yo no lo haría ya...
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Enero 2018.
Fue el mes en el que alistaba maletas, pues sí, iba a realizar un viaje con mi familia al norte, antes hacíamos ese viaje al norte cada año en este mes, y aquí íbamos de nuevo, solo que esta vez antes de llegar a nuestro destino, estaríamos unos días en las bonitas playas de Máncora y sus alrededores, o ése era el plan, pues el lugar lo había escogido yo, ya que mi tío, el hermano de mi madre, iba a pagarnos el viaje familiar como regalo a que ese año yo cumplía los 15 en junio aún, pero yo no deseaba fiesta, así que optamos por viajar.
Dicen que la espera desespera, y sí. Ya me tenía loca y ansiosa a más no poder, que hasta me veía viajando hasta en mis sueños más cortos.
Llegó el tan ansiado día en el que empezaríamos la travesía, y la ruta era: tomar un vuelo a Lima, ya que yo vivo en provincia, y luego ir en bus a trujillo, Piura y por último chiclayo y Zaña.
Un grupo de mi familia, entre esos mi madre, mis hermanos, y mis tíos ya estaban en lima pues sus vuelo ya había salido temprano.
Y en el segundo grupo que aún iba a salir en unos momentos más nos encontrábamos: mi abuela, mi tía y yo.
Las horas transcurrieron con normalidad, el avión llegó a su destino junto con nosotros, y pisamos suelo limeño, esa noche nos instalamos en un mismo hotel todos.
Al día siguiente todos iniciamos el día con mucha emoción, pues esto apenas empezaba, fuimos a desayunar, y luego íbamos a ir de visita al departamento de un tío.
Cuando llegamos a la dirección, nos indicaron que debíamos tomar un ascensor para llegar al departamento de mi tío, pues su piso era el número 19. ¡QUE HORROR!.
Fue difícil procesar que íbamos a estar a 19 pisos del suelo, pero lo superamos rápido.
Al llegar todo fue alegría y entusiasmo luego de tiempo sin vernos, mi tío abrió sus mejores botellas, y la comida estaba lista para servirse, todo iba de maravilla!! Comí y disfruté de la amena charla que surgía por donde escuchase.
Hasta que sentí un leve pinchazo en la parte baja del estómago, automáticamente me paralice, y todo se detuvo por unos segundos, hasta que volví a reaccionar al sentirlo de nuevo.
¡ESTO NO PODÍA ESTAR PASANDO DE NUEVO, JODIDA MIERDA!
Me disculpé y agradecí la comida, no sin antes pedirle a mi madre que me acompañara al baño, pues conocía la sensación, había quedado tan traumada luego de lo que me pasó que tenía que descartarlo ya mismo!
Para cuando eché un vistazo, solo confirmé lo que tanto me había asustado, estaba sangrando de nuevo y no solo eso, empezaba a sentir dolor nuevamente, quise no asustarme como lo hice pero me fue imposible, más que todo porque hace una semana que ya me había bajado lo normal y los días normales, entonces no habían pasado ni siquiera 15 días y volvía a bajarme y otra vez con mucho dolor...
Lo único que salió de mis labios fue un:
- MAMÁ!!!- en un susurro pero muy afectado y claro.
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🌬Una Vida Para Recordar🌬
Ficção AdolescenteMuchas veces vivimos la vida por vivirla, hacemos y deshacemos, no caemos en cuenta de nuestras acciones o nuestra personalidad, hasta que llega ese punto en el que tocamos fondo, y la caída es tan alta y dolorosa que muchas veces no antoja levantar...