Capítulo cuatro

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Las realidades de un país humano 2

Horas han pasado, hoy, 16 de marzo del año 2019, Italia llegó a Buenos Aires a las tres y media de la tarde al día siguiente de su partida desde Sicilia.

Realmente estaba cansado, 13 horas no era una pavada. Pero, como él pensaba: "Argie lo vale". 

Ahora se encontraba saliendo del aeropuerto de Ezeiza. Caminando tranquilamente, arrastrando su valija y llevando su mochila en el hombro.

Esperó un poco en el estacionamiento buscando con la vista a Emilia y Francisco. Los padres humanos de Argentina.

A los pocos segundos conectó miradas con la mujer, ella estaba por ahí cerca, parada al lado de su auto. Entusiasmada se acercó a él, para saludarlo con un abrazo de oso y luego un beso en el cachete. Tras suyo apareció su marido, aparentemente tranquilo pero en el fondo nervioso. Nervioso por lo que le estaba pasando a Agustina, le preocupaba mucho porque estaba así de mal. Ya que aún, después de toda una semana seguía muy deprimida.

Hace años no la veía así de mal.

Además, tenía sus dudas de Italia, pero vamos. Él es su padre, ¿Quién mejor para ayudar en estos casos? ¿Quién más aparte de él podría empatizar con su amada Agustina?

«Absolutamente nadie» —Pensó satisfecho finalizando su reflexión, desde su ignorancia al respecto del tema.

Se acercó caminando para recibir al otro padre de su "hija". Lo saludó con un apretón de manos.

[🌱]

Argentina se encontraba viendo por la ventana de su habitación, en el piso de arriba, con ojeras bajo sus bellos ojos verde de tono opaco.

Aún seguía mal porque Confederación Argentina la seguía visitando todos los santos días. Esa entidad le traía recuerdos de cosas que quería dejar atrás y que aún le duelen...

Pero ella no dejaba de insistir ante dar vuelta la página, todavía no comprendía del todo muchas cosas: ¿Por qué seguía viva? ¿Acaso tiene otro propósito aparte del ya dicho, que de alguna forma le impedía descansar en paz si no lo cumplía? ¿Por qué ambas tenían que convivir en el mismo espacio-tiempo, siendo que son la misma persona en distintas épocas?

Desde su primera visita el viernes de la semana pasada se seguía planteando esas mismas y más preguntas, y aún no encontraba las respuestas.

Respiró hondo cerrando sus ojos, dejándose caer en su mini sillón para relajarse y descansar la vista.

Pasó un rato y escuchó un ruido, que le llamó la atención.

«¿Ya llegaron?» —Se preguntó mentalmente, extrañada, dirigiendo su mirada a la ventana otra vez, no vio a nadie. Luego, volteó hacia la puerta de su habitación. 

—... —Estuvo un corto tiempo en silencio mirando atentamente y sin apartar la vista de la puerta.

—Figlia? (¿Hija?). —Preguntó el Italiano, asomando su cabeza por la puerta entre abierta, despacio. 

—¿Papá? —Preguntó anonada. 

La joven se levantó de su asiento y corrió a los brazos del hombre, al rato comenzó a llorar desconsoladamente en sus brazos. Él como primera reacción rodeó su cuerpo con sus brazos, acariciando su espalda en forma de consuelo. 

Italia se sentía apenado por su hija, no sabía exactamente lo que le pasó. Pero él estaba ahí para apoyarla.

La Argentina empezó a sollozar en el pecho de su padre. 

—Papá...

—Sì? (¿Si?). —Preguntó ahora acariciándole su cabeza con cariño. 

—La vi... Después de muchos años la vi. 

—Oh... Figlia, non ti capisco Chi hai visto esattamente? Alle Malvinas? (Oh... Hija, no te entiendo ¿A quién viste exactamente? ¿A Malvinas?).

—¿Qué? No... —Soltó un sollozo. —A ella no. Ya superé eso... —Dijo un tanto molesta desviando la mirada.

—Poi..? (¿Y entonces..?). —Cuestionó dudoso esperando a que ella prosiga.

—Vi a Confederación Argentina, mi "alter ego"... Por así decirlo. —Hizo comillas con sus dedos frunciendo el ceño al recordarla. 

—Oh certo. Ora capisco. Dimmi tutto. (Oh, claro. Ahora si entiendo. Cuéntame todo). 

[🌱]

Ambos se dirigieron al piso inferior, a la cocina, para hacerse un café o algo para merendar, ya se habían hecho las cinco de la tarde. Después de eso, se fueron al jardín y se sentaron con la merienda hecha por el Italiano. 

—Bueno... Yo estaba re tranquila en mi pieza, haciendo un "ejercicio psicológico" que me recomendó una tía... —Empezó a redactar levemente angustiada, para después darle un sorbo a su café con leche.

—Ajá...

—Y bueno... Qué se yo, de la nada apareció una mancha negra pero bien negra en mi pared blanca. Y yo me re asusté, imaginate. Me acerque un poquito ahí y vi que la mancha se iba transformando en una silueta humana, más precisamente a la de una mujer. —Trató de ponerle un poco de humor a su historia, sacándole unas sonrisas al contrario.

—Esto es un poco confuso... A mi nunca me pasó... —Pensó en voz alta curvando sus cejas y ubicando su mano en el mentón.

—Y eso no es nada eh, después vino arrepentida y pidiéndome perdón, queriendo dejar los rencores atrás y boludeces así. Hasta me dijo de ser amigas.

—E perché non lo accetti? (¿Y por qué no la aceptas?). 

Ella no esperó esa pregunta.

—Porque no... Después de todo el quilombo y lo mal que la pasé "siendo ella", no me siento cómoda con su presencia. Cuando viene siempre la echo y le digo que me deje de joder. —Dijo con su típico acento argentino. Un poco indignada por la pregunta de su progenitor.

Él rie levemente. 

—Oh mio Dio... Almeno ora non sei così sconvolto? (Ay Dios... ¿Al menos ahora no estas tan angustiada?). —Argentina asintió contenta. 

Se levantó de su silla y se dirige a su padre, para después abrazarlo de los hombros y cerrar los ojos.

—Gracias... —Dice por lo bajo sonriendo de lado.

De inmediato una sonrisa se le dibuja en el rostro a Italia.

[🌱]

❝Al parecer, la Argentina está más contenta después de pasar un tiempo de calidad con su padre. 

Algún día aprenderás a superar tus problemas, adversidades e inseguridades y serás una mujer feliz❞.

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❁ 1008 palabras
❁ Capítulo cuatro
❁ 01/03/2021
❁ @LuzAra14

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