Capítulo 21 || Blanco (final)

22 5 23
                                    

Podrían ser segundos, podrían ser solo un par de minutos o podría ser que ya estaba muerto. Jayden no tenía la certeza de saber cuánto tiempo tenía sumergido en aquel lago, porque para él ya había pasado amenos un día en aquel espacio en blanco.

El niño ya no sé podía mover, sólo movía el rostro y los ojos. Y al hablar su voz se escuchaba rasposa y demasiado suave, el pequeño estaba muy débil.

—Me van a encontrar, y podré ir con Vanessa —se dio ánimos así mismo.

—Jayden —llamó en un susurro el niño.

—¿Te sientes mal? —preguntó preocupado.

—Jayden, se que tú estás bien porque estás aquí y porque yo te cuido —ignoró la pregunta hecha por él—, pero no sé cómo está Vanessa.

Aquello lo dijo con cierta culpa, su voz que ya estaba mal, ante esta confesión se escuchó menos.

Jayden lo miró con los ojos bailando en preocupación. La hermana mayor podría no estar bien y era lo único que la cruel monarca no le había arrebatado.

Ira le lleno el cuerpo, la ira de saber que no tenía el poder suficiente para si quiera proteger lo poco que le quedaba. Lágrima de rabia llenaron sus ojos y se desquitó pateando y mandando cuánto juguete encontró el blanco suelo de ese lugar.

Su hermana tenía que estar bien.

La Muerte no podía ser tan cruel como para dejarlo solo en ese mundo ¿Verdad?

¿Sería capaz, la Reina de aquel sitio lúgubre dónde solo había monstruos, de dejarlo indefenso?

Él sabía que si.

Porque fue lo suficientemente fría como para que aquellas malas personas le entregaran a Papá y no hacer nada al respecto, porque él necesitaba que Papá se enfrentara a aquel hombre que le hizo daño a mamá.

Él sabía que sí.

Porque dejó que aquel hombre controlará a sus monstruos para mantener cautiva a su madre. Porque dejó que aquel cruel hombre le pegará a su mamá y que ella no pudiera hacer nada para evitarlo.

La ira no hacía más que aumentar al poder comenzar a recordar. El no quería recordar las lágrimas de su mamá, las peleas de su hermana y el daño que causaba aquel ser que se hacía llamar hombre.

Él sabía que la reina de los monstruos si sería lo suficientemente cruel como para dejarlo sin nada en aquel mundo horrible.

Algo lo sacudió en medio de su rabieta, un espasmo en su cuerpo le quitó todo rastro de su ira.

Miró al niño con temor, el pequeño sólo podía observarlo con tristeza.

Su cuerpo tembló y sus piernas fallaron, de rodillas en el suelo sus pulmones comenzaron a quemar y sus movimientos se volvieron más lentos. Trató de volver a mirar al niño, pero su vista se desenfocó y el espacio en blanco cambió.

Estaba bajo el agua.

Sabía que era así por el frío que sentía en su cuerpo.

Con lo poco que podía distinguir de aquel oscuro lago, observó el auto a unos metro más debajo de él ¿Cómo había salido de allí?

A unos metros a su derecha flotaba un cuerpo. Su hermana.

En la superficie veía luces intermitentes en azul y rojo, los estaban buscando, lograba distinguir voces llamándolos a ambos. Trató de ir a la superficie, pero el agobio que sentía por el frío y la gata de oxígeno no lo dejaban subir. No debería ser posible que estuviera consiente.

—¡Aquí está uno!

Escuchó que anunciaba alguien antes de que el agua sonara, fue lo último que escucho antes de volver.

Sus pulmones dejaron de quemar, su cuerpo dejó de temblar y doler por el frío, su vista chocó con aquel brillante y uniforme blanco.

El niño respiraba con mucha dificultad y sudaba perlas frías por si rostro.

—Están cerca —susurró agotado— igual que ella.

No dijo nada, no podría decir nada ante eso.

—Vas a tener que volver allí —habló con algo más de fuerza.

Aquella orden, porque así fue como lo tomó, hizo que mirase repentinamente al infante postrado en cama.

¿Quería volverlo a mandar de dónde lo había sacado por su propia seguridad? ¿Acaso el niño, que decía no poder descansar ya que si lo hacía no volvería a despertar, lo estaba mandando dónde la monarca más cruel podía obtenerlo con más facilidad?

—No quiero, ella me va a tratar —replicó con temor.

—Si te quedas aquí, y no haces nada allá a fuera, ella no tendrá ni que esforzarse.

—Pero...

—Pero si sales, y tratas de hacer amenos burbujas, ellos te encontrarán, están muy cerca de ti.

Observó al niño con temor, el sueño se veía agotado, suspiro que así s vería alguien que estaba apunto de este llevado por la muerte, agotado hasta de su existencia.

Asintió con miedo, era un riesgo si quería vivir.

—No sé si volverás aquí, pero fue bueno compartir —sonrió débil mente el infante.

—Esteramos bien —aseguró Jayden, preparándose para regresar.

El pequeño sólo soltó un suspiro.

Repentinamente volvía a estar sumergido en aquel oscuro y frío lago.

Sabía que tenía que salir sus pulmones dolían y sus brazos y piernas no la sentía. Trató de nadar pero no pido moverse ni un poco, y estaba seguro de que no sabía hacerlo.

Su única opción era un grito, que aunque no fuera oído,, si fuera visto por las burbujas.

—Vanessa —grito sin emitir verdadero sonido coherente.

Ese había sido su único almacenamiento de oxígeno, ya no tenía nada.

Hormigas comenzaron a caminar en su visión, escuchó algo, sintió otra cosa y luego, sintió que se movió.

Todo se volvió negro y luego blanco.

Había vuelto al lugar blanco.

Pero ahora estaba solo, no había niño y se sintió muy mal.

¿Acaso había muerto? ¿Los monstruos habían ganado? ¿Ahora no vería de nuevo a su hermana?

Pero, de estar muerto ¿Vería de nuevo a sus padres?

Se sentó hecho un ovillo y lloró con miedo, lloró de tristeza y soledad, lloró de ira e impotencia.

Luego escuchó un pidió y pasos a su alrededor.

Todo se nubló, era demasiado confuso aquel estado en el que estaba.

Sintió su cuerpo acostado y adolorido, después de tener la vista nublada todo fue gris, hasta que abrió los ojos y vio un tengo blanco

Trató de moverse, pero no tenía las fuerzas para sentarse, sólo logró girar el rostro, una cortina azul fue lo que observó.

—¡Despertó! —escuchó a una mujer hablar.

Estaba vivo, estaba bien.

BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora