Yang Jungwon, un chico tierno y dulce que tiene a todo su instituto vuelto loco.
Park Jay, un hijo de perra (como le describe su mejor amigo Nicholas) capitán del equipo de básquetbol.
¿Como es que el destino abrió camino a un tierno y dulce amor...
Luego de un corto paseo en motocicleta por las bellas calles de la ciudad, por fin llegaron a su lugar de destino, la casa del mayor.
Desde unas dos cuadras se escuchaba la música de la fiesta, y el ambiente era notorio; chicos tirados en el césped del patio delantero y otros simplemente fumando en la entrada.
Ambos chicos sé bajaron de la motocicleta, la cual quedó estacionada frente a la casa.
—¿Entramos? — habló el rubio.
—Claro —le contestó el azabache de forma amigable.
Se adentraron a la casa, la cual estaba repleta de personas las cuales Jungwon no conocía, y quizás Jay tampoco, pero eso era lo menos importante.
El lugar tenía el característico aroma a alcohol y un toque de olor a hierba. Típico de una fiesta adolescente.
Jay guió al azabache hasta dónde estaban sus amigos, y en ese instante el estadounidense se sintió más a gusto, pues por fin veía a gente qué si conocía en el lugar.
Saludó a todos, aunque algunos ya estaban bastante borrachos cómo para reconocer con quién hablaban, y eso le causaba risa a Wonnie, porque ver a Yeonjun borracho era algo digno de apreciar.
Dónde Jungwon suponía qué debía ser la sala principal, estaba lleno de personas bailando y coreando las canciones qué se reproducían a todo volumen en ese momento.
Reconoció unas cuantas caras pero no le tomó demasiada importancia.
De pronto Jay apareció con dos botellas de cerveza.
—¿Bebes? — le ofreció.
—Sipi —le contestó tiernamente al rubio, quién quedó impactado luego de ver cómo el castaño bebía aquella bebida alcohólica cómo si se tratase de un vaso con agua.
—Yo... bueno, ¿quieres bailar? —preguntó el rubio con media sonrisa al ver al menor.
—Esperaba que lo preguntaras —dijo con cierto tono juguetón, arrastrando al mayor a la improvisada pista de baile.
La música resonaba por todo el lugar, tenía melodías pegajosas e inclusive unas más rítmicas. Ambos chicos disfrutaban de bailar mientras bebían uno que otro sorbo de cerveza, inclusive pegaban más sus cuerpos cuando la música tornaba un ambiente más sensual.
El calor ya se estaba haciendo notorio por los cuerpos de muchas personas bailando más el afecto del alcohol. Pero a ninguno de ellos le importaba, solo querían seguir disfrutando.
De repente se escucho un fuerte grito de una voz incomparable coreando la canción qué se reproducía en ese momento.
—MAMI QUÉ TU QUIERE, AQUÍ LLEGÓ TU TIBURÓN...— decía Yeonjun mientras agarraba a un chico qué pasaba y le invitaba a bailar de una forma grosera. Aunque raramente el chico accedió a bailar con él.
En ese momento Jungwon no paraba de reír por la escena del mayor y Jay solo le observaba pues le gustaba la sonrisa del menor.
—¿Quieres descansar? Podemos ir al patio trasero si gustas— le propuso Jay.
—Si claro, vamos hyung —ambos chicos salieron hasta dicho lugar, el cuál no estaba para nada vacío pero si había algo de aire fresco.
—¡Hey Jay! Ven a jugar —habló un chico alto que Won inmediatamente reconoció, pues esa altura y esa voz eran incomparables.
—¡K Hyung! —saludó el azabache, el cuál K no vió al instante pero al reconocerlo le sonrió y abrazó.
—WonWon, ¿pequeño qué haces aquí? —se preocupó pues ese castañito le causaba mucha ternura y un instinto de protegerlo.
—No me subestimes Hyung— le retó. —¿puedo jugar? —preguntó al ver varios vasos y pelotas de pin pong.
—No creo que sepas jugar Wonni...— paró de hablar él rubio al ver cómo agarraba una pelota y lograba meterla dentro de un vaso para luego agarrar un shot de vodka qué estaba servido y bebérselo en un santiamén.
Mientras todos los presentes veían algo impresionados la escenas el menor habló. —¿Y bien, quién sigue? —cuestionó inocente.
—Sigue... Jay, vamos rubiesito veamos qué es lo qué tienes— molestó el más alto.
—Cállate poste —contestó a modo de juego el nombrado, haciendo lo mismo qué el menor y procediendo a beber su shot de vodka puro.
Prosiguieron así por bastante tiempo, pues la fiesta recién estaba comenzando.
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