❖┋● ❝한주민❞
❝Y creer que todo comenzó por una propuesta arreglada. Literalmente era ficción.
Supongo que ese famoso dicho de... "La realidad supera la ficción" es cierto.
¿Amor? Esa palabra me causaba repulsión, asco, no tenía ni el menor interés en e...
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— ¿Qué? — Fue lo único que pudo soltar el pelinegro ante repentina confesión.
— Sí, lo... Lo lamento, pero así es... — El señor Han miró a el castaño —. Y parte de la empresa le pertenece a él.
Jihyuk lo miró con el ceño fruncido, ¿A qué llegaba todo esto?
— También puede ser el fideicomiso completamente de él...
— ¿Qué? — Jumin lo miró molesto.
Sentía como los nudos internos de su mente volvían a enredarse. Estaba a nada de colapsar mentalmente.
— Sí, por ello tampoco te lo había dado... Le corresponde una parte a Jihyuk — Dirigió directamente la mirada a su hijo mayor —. O depende quién sea el mayor aporte y habilidad.
Ambos chicos se miraron con enojo en el interior.
Jihyuk por el tener que ver y batallar en todo esto con el pelinegro.
Y Jumin por sentir una enorme impotencia justo ahora.
— Necesito tomar un respiro — Jumin negó varias veces con la cabeza.
Planeaba irse dejando todo atrás.
Pero miró a la chica de su lado, la que jamás lo había abandonado. No podía simplemente dejarla ahí. Mínimo debía de ser racional ahora, mínimo con ella.
De inmediato se acercó hacía donde Hyeji estaba sentada, extendió su mano y ésta la aceptó.
La tomó con cuidado y ambos salieron de la oficina del padre de el pelinegro.
— Jumin... — Habló su padre pero ellos no se detuvieron, siguieron caminando.
El castaño vió como la pareja se iba tomada de la mano.
La gran presión de dolor en su pecho dolía.
— «¿Por qué? Agh» — Levemente golpeó su pecho.
— Ah, querida... No debí haberle dicho todo esto así — Miró a su esposa.
— No es tu culpa, comprendo su reacción... Honestamente está bien, a mi parecer reaccionó normal, no fue grosero ni nada por el estilo — Sooah trataba de consolar a su marido.
— Agh — El castaño rodó los ojos y se dirigió para salir por la puerta.
— ¿A dónde vas? — Le preguntó su madre.
— A pensar — Contestó sin mirarla, saliendo por la misma puerta que ellos.
Así como Jumin y Hyeji habían salido, se dirigieron a la oficina de el pelinegro para poder hablar solos.
Cuando llegaron, Jumin cerró con seguro y de inmediato se sentó en su silla.
Comenzó a tomar su cabeza, le dolía con todo lo que sucedía.
