1. Desconocidos que se conocen

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Jimin lloraba en la parte trasera del auto de su papá mientras miraban por la ventana.

- Tú ya no eres mi hijo, vete metiéndolo en la cabeza - decía encolerizado el hombre - eres un promiscuo, una vergüenza - se detuvo de golpe al lado de una plaza en una zona que Jimin ni conocía - Bájate

- P-papá...

- ¡No me llames así! - el hombre se bajó del auto con movimientos violentos, como si contuviera mal su fuerza, llovía pero eso no impidió que el hombre abra la puerta del lado de su hijo y lo sacara a la fuerza - Quisiste hacer lo que querías, hazlo - lo miró con pura ira - pero solo - sacó la mochila del rubio arrojándolo a la plaza

- No puedes dejarme aquí - suplicó el omega aferrándose al brazo de su papá quien se lo soltó de un tirón

- No me toques, no me busques, no llames, para mí ya estas muerto - Jimin solo pudo ver como su progenitor, el hombre a quien en su niñez consideró un héroe, se metía al auto y partía sin mirar atrás.

Jimin comenzaba a sentirse muy mal, bajo la fría lluvia nocturna, su cuerpo se enfriaba pero su interior estaba en caos, arrepintiéndose de muchas cosas, teniendo mucha impotencia por otras pero la emoción que le dominaba era sin duda la tristeza, sin importarle mucho donde se encontraba o si alguien lo miraba mal se sentó en la orilla de la acera ocultando su rostros entre sus piernas, su vientre aún no era tan grande como para impedirle hacer algunos movimientos.

Y lloró.

Lloró como un niño pequeño, un niño perdido, un niño que tiene miedo y su único refugio era sí mismo.

La zona, aunque Jimin no la conocía, era una peligrosa, llena de pandillas y gente humilde, una zona de clase baja, así lo catalogaban en los artículos o periódicos cuando mencionaban el lugar. No era precisamente donde un omega embarazado desearía estar en una noche solo.

Pero a Jimin eso no le importaba, estaba demasiado triste para fijarse en el alrededor, pensando en todo lo que había pasado ese día. Había despertado bien, había ido a su preparatoria, Había comido una rica pizza y las nauseas no lo habían atacado, al regresar a su casa todo parecía normal, estaba vacía, como siempre, pero su padre simplemente llegó azotando todas las puertas en su camino hasta llegar a su habitación a preguntarle entre gritos si era cierto que estaba embarazado, Jimin se asustó más porque era obvio que su padre ya lo sabía y cuando lo confirmó simplemente le hizo hacer una mochila para dejarlo en ese lugar, todo el trayecto fueron insultos hacia él, que era una puta, un promiscuo, un vulgar prostituto y que no lo volviera a ver.

Jimin jamás pensó que se lo tomaría de esa forma, no es que se lo haya querido ocultar, pero solo estaba buscando el momento oportuno.

Tampoco tenía un alfa a quien acudir... el padre de su bebé le dijo que si alguien se enteraba que era él el padre lo golpearía tanto que vomitaría al feto, aunque no tenía lógica la amenaza de manera biológica, la amenaza se entendía... tampoco quería estar unido a ese alfa solo por un bebé, se habían enrollado en una fiesta donde ambos estaban borrachos, ¿se arrepentía? por supuesto, desde que se enteró de su embarazo no había día que se no arrepienta y de hecho pensó mucho en la idea de abortarlo pero era tarde... cuando se enteró ya era muy peligroso, se enteró al tercer mes, debido a que su celo estaba con retraso. Y según toda la información que había investigado, después del tercer mes sería muy peligroso... Tuvo que simplemente aceptarlo, estaba en proceso de ello, pero ahora, sentado en esa fría acera, quería más que nunca sacarse el feto de su interior.

- Joven - una voz suave le llamó tocando su hombro, Jimin la miró algo asustado, era una señora adulta, no era ni vieja ni joven, sus cabellos oscuros como la misma noche y en melena, vestía un suéter de cuello alto rosa salmón y una chamarra acolchada negra con pantalones de mezclilla, en su mano un paraguas trasparente que estaba cubriéndolo de la lluvia. - ¿Qué hace aquí? es peligro estar afuera - dijo con el mismo tono maternal, los ojos de Jimin se cristalizaron de nuevo y la señora lo miró cálidamente poniéndose delante y arrodillándose frente a él - No vas a solucionar anda si pescas un resfriado cariño - le acarició la mejilla quitándole las lágrimas, Jimin sintió ese típico aroma de omega, reconfortante - ve a casa, puedo pedir un taxi si quieres, los buses ya no pasan a esta hora.

A Través de La Vida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora