A la mañana siguiente, dos de los anbus se levantaron temprano, su capitán aún estaba dormido. No les sorprendió mucho ya que era sabido que a su capitán le encantaba dormir. Así que intentaron despertarlo, pero al parecer por más que movieron al pequeño rubio, era imposible despertarlo.
Los anbus llevaban una hora intentando despertar al rubio, pero no habían tenido suerte, habían probado de todo, lo habían sacudido, le habían hecho cosquillas, lo pusieron boca abajo e incluso lo habían.empapado, pero nada funcionaba, en esos momentos parecía una piedra, en ese preciso instante se preguntaron cómo era posible que alguien como el podía ser enviado a una misión de campo. Cómo era posible q tuviese el sueño tan pesado siendo un anbu. Era inexplicable. Decidieron dejar de intentar lo imposible de lograr. Despertar al rubio.
Ambos s anbus se sentaron. Pensativos cerca al rubio. A poco tiempo ambos saltaron sobresaltados, sintieron un leve chacra, que provenía de la parte más profunda del bosque. Se pusieron en guardia, esperando un posible ataque sorpresa, pero pasaron diez minutos y nada.
Seguian en guardia por cualquier cosa que podría suceder. De repente apareció una silueta saliendo del bosque, al parecer un hombre, no intentaba ocultar su presencia. Salió de entre los árboles dirigiéndose directamente hacía los anbus.
Ambos ambos se tensaron, pero detrás ellos se escuchó un voz, era el rubio.
Kitsune: hola kuma.
Esto lo dijo con su típico aire perezoso, sin pisca de interés. Pero en cambio el hombre que se acercaba simplemente ignoro el saludo del ojiazul, y en su lugar le entrego un pergamino.
El rubio lo recibió de inmediato y en cuanto tocó en papel extendido, el extrano hombre se volvió aire.
Kitsune: yosh, hora de partir.
Antes de irse el rubio dió una ligera mirada al pergamino que sostenía, al parecer una ruta, seguramente la tendrían que seguir, un viaje de aproximadamente un mes.
El pequeño rubio solo se puso a pensar en lo tedioso que sería. Se froto los ojos con la mando, dió un bostezo y simplemente salto al árbol más cercano con dos personas tras suyo.
Sarū: gomen, taicho pero a dónde nos dirigimos.
El ojiazul frunció en ceño y fríamente respondió.
Kitsune: eso a ti no te interesa- una voz que dejó congelado al anbu salió de la boca del rubio-.
TRES SEMANAS DESPUÉS
El rubio se encontraba descansando en un árbol alejado del bullicio que transcurría tes metros abajo. Una pelea por quién se comería al conejo que habían cazado y asado minutos antes.
La pelea se hizo más ruidosa, por lo que el ojiazul decidió alejarse un poco de la escena.
Saltando de árbol en árbol, hasta estar lo suficientemente lejos de sus ruidosos kohai.
Kitsune: aquí debería estar bien.
Se dijo a si mismo el rubio al llegar a la orilla de una laguna, se hecho en un árbol y se quedó dormido. Algunos minutos más tarde un nuevo ruido lo perturbo, se preguntaba si sus subordinados lo habían alcanzado, pero enseguida descarto la idea ya que el chacra era distinto. ¿Entonces quién era?
A unos pocos metro distinguió a un grupo de ninjas, al parecer de la niebla, por su vestimenta. Estaban liderados por un mujer alta de unos veinte años, tenía el cabello castaño rojizo, le llegaba a la cadera, muy bella. Se veía algo preocupada y enojada, también estaba herida, al igual que el resto del grupo. El rubio pensó que tenía la mejor de las suertes.
Bajando bruscamente del árbol, para que todos lo notasen se acercó descuidadamente al grupo. Ellos por supuesto se pusieron en guardia levantando sus kunais amenazantes.
El rubio no se detuvo, levantando las manos desnudas se acercó a un más.El grupo al reconocer el uniforme bajoron las armas y cambiaron su cara de hostilidad a una de alivio.
Kitsune: Gusto en conocerlos rebeldes de Kirigakute, mi nombre es kitsune y comando al equipo de anbus que los ayudarán en la rebelión, creo que ya saben los detalles así que no es necesario decirlos.
???: Tu un niño tan pequeño eres el comandante de un grupo anbu de élite, eso es impresionante. Puedes llamarme Mei, soy la líder de los rebeldes, y estos son: Akijiko, Tamayo, Ranma y Romi, son mis compañeros de guerra.
El rubio miro de pies a cabeza a los antes presentados, Akijiko era una un hombre cuarentón, bronceado, con numerosas cicatrices en el rostro, cabello rubio cenizo, estatura media, nada interesante, luego estaba Tamayo, una chica de piel pálida y cabello azul oscuro, ojos cafés, nada especial, Ranma un chico de lo más común, cabello marrón, piel trigueña, ojos negros, estatura media. Y por último Romi, un muchacho joven tal vez dieciocho, una cara infantil, cabello verde oscuro, ojos verdes claro, parecía prometedor.
Kitsune: Y ¿dónde está el Ao que escribió la carta?
Mei: ah, bueno el se quedó en kiri para cuidar el ritmo de las cosas.
Kitsune: bueno eso no importa, de cualquier manera esto es un poco sorprendente, pensé que nos encontraríamos en la frontera. La siguiente semana de hecho.
Mei: Si, eso era lo acordado, pero las cosas van de mal en peor, no podíamos esperar más, así que decidimos venir a buscarlos, de hecho ¿dónde está el resto de tu equipo?
Kitsune: Ellos deben estar a medio kilómetro al norte. Eran muy ruidosos y vine a dar un paseo, suerte que los encontré- dijo el rubio con una pícara sonrisa cubierta por la máscara que llevaba puesta-.
Mei: ¿Podríamos llevarnos dónde están?
Kitsune: Si esos s lo que quieren está bien, pero quisiera dormir un poco más, -dijo el rubio bostezando levemente-.
El rubio sin previo aviso empezó la carrera a través de los árboles hasta llegar al lugar donde se encontraban los dos anbus restantes. Porsupuesto que el grupo lo siguió tan pronto comos el puso en marcha.
Kitsune: Ya llegué- dijo el rubio entre bostezos y saludando perezosamente con la mano-.
Ambos anbus se pararon en posición defensiva, por los extraños que seguían al ojiazul. Sacando kunais, poniendose en guardia.
Kitsune: Tranquilos, esta es nuestra misión.- esto lo dijo en un tono algo burlón-.