EPISODE 26

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—No te entiendo, Yibo.

—Shh... no me reclames, no me digas nada, solo por un momento déjame estar a tu lado una vez más, si después de esto me quieres lejos, me iré.

—¡Pero! —se quejó—. Me dijiste que...

—No quiero pensar nada de lo que dije.

—Yibo... —se quejó como siempre solía hacerlo y eso aceleró el corazón de Yibo, estaba tan cerca de Xiao Zhan que no quería pensar en que quizá este quería a su estúpido profesor, que quizá lo despreciaba mucho, le tenía asco y todo eso y tampoco quería pensar en que lo mejor era dejarlo ir—. Si vas a pedirme perdón, no quiero oírlo. —Yibo tomó su rostro con ambas manos, secando algunas lágrimas con ambos pulgares y mirando sus acuosos y rojos ojos muy de cerca, sintiendo el aliento de Xiao Zhan rozarle el rostro y sentir sus cabellos negros hacerle cosquillas en las manos.

Xiao Zhan llevó sus manos a las muñecas de Yibo y éste se percató de las marcas moradas que Xiao Zhan tenía en ambas muñecas, marcas que él mismo había dejado ese maldita noche.

Había pasado tan poco tiempo y ambos lo sentían como una eternidad de sufrimiento, cada uno a su manera.

—Esto está mal, lo sé —murmuró Yibo, más para él que para Xiao Zhan—. Me siento enfermo.

—Yibo, suéltame por favor, no quiero más daño.

—No lo haré —dijo mirándolo a los ojos, acariciando sus mejillas.

—Me haces daño, ¿no ves? —habló con la voz entrecortada—. Quiero que todo termine si va a terminar, no quiero caer en tu juego otra vez... —cerró los ojos suspirando hondo, sentía que no podía mantener la mirada fija en Yibo, en alguien que le hacía daño. Sentado en el frío suelo, volvió a dejar caer un par de lágrimas, esa situación lo abrumaba y eso desesperó a Yibo.

—No... —dijo, no quería hablar, ni escuchar a Xiao Zhan, solo quería calmar ese dolor, y solo él podía apaciguar esa molestia en su corazón.

Lo empujó con su cuerpo contra la puerta y Xiao Zhan se quejó comenzando a forcejear, eso no le era ajeno, sabía cómo era Yibo y terminó con sus manos a los lados de su cabeza y con los labios de Yibo sobre los suyos, aprisionándolo y siendo rudo en el beso.

Yibo no podía controlar esas ganas, no sabía qué era, pero no era puro deseo carnal de buscar penetrarlo, era otra cosa mucho más fuerte, eran sus ganas de consolarlo de darle ese amor que decía Wen Han que tenía por el pelinegro, quería trasmitirle todo lo que no podían salir con palabras..

Xiao Zhan se quejó e intentó voltear su rostro, pero no pudo, los labios de Yibo encontraban los suyos y los succionaba fuerte hasta que consiguió que abriera la boca y entró en ella con su lengua.

—¡Ahh! —Jadeó fuerte cuando su boca fue liberada y logró liberarse por un momento del agarre de Yibo —. Esto no está bien, estas enfermo.

—¿Por qué no? —Preguntó agitado, viendo la acelerada respiración del pelinegro—. No quiero que estés mal, odio verte así de mal.

—Tú me pones mal, me confundes... —quiso hablar más, pero no pudo, Yibo volvió a besarlo y esta vez lo jaló hacia su cuerpo y forcejeó hasta tumbarlo al suelo y ponerse sobre él—. ¡Yibo! —gritó reclamando.

Yibo quería decirle cosas agradables, pero no podía expresar con palabras las intenciones que tenía de calmarlo, de consolarlo, de ser una pareja normal, de pedirle perdón o algo parecido, arreglar el problema, él no sabía cómo decir alguna cosa que englobara todo eso.

—Te daré placer —fue todo lo que pudo decirle y Xiao Zhan recordó haber escuchado eso ya antes, en su habitación, cuando este le pidió solo besos y Yibo terminó haciendo más que eso y le había dicho justamente que le daría placer.

—Estás loco, no...

Xiao Zhan cerró sus ojos por un momento, su espalda estaba en el frío suelo y Yibo ya se había acomodado entre sus piernas, pero pudo darse cuenta de la incomodidad.

Yibo terminó alzando a Xiao Zhan de la cintura y se sorprendió que este se aferrara a él con sus brazos y piernas, lo miró a los ojos y apoyó su frente en la suya, Yibo cerró los ojos solo sintiendo eso, a Xiao Zhan en sus brazos, y correspondiéndole, parecía todo irreal.

Yibo solo aprovechó a cagarlo y llevarlo al sofá que tenían en la sala aún.


Xiao Zhan se rindió una vez más, estaba cansado emocionalmente de luchar, todo lo que justamente estaba pasando era la despedida de un amor tortuoso y solo se dejó llevar por ese espacio de tiempo.

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