Actué con normal cuando Aage despertó. Había tomado una ducha y vestido para poder irme a casa, al fin.
—¿Qué hora es? —preguntó con voz ronca.
—21:50 para ti—contesté sin interés.
Acomodé mi chaqueta mientras ignoraba su mirada, sabía que debía seguir curioso ante mi repentino cambio de humor y trato, pero de verdad no me encontraba mentalmente estable para establecer una conversación, menos después de lo que había pasado entre nosotros.
Quería estar a solas.
Para mi suerte, Aage no dijo absolutamente nada. Se vistió como de costumbre, tomó su abrigo y se retiró. No supe cómo reaccionar, la verdad. Solo me digné a tragarme mis sentimientos y retirarme de Blane's.
Caminé a casa en silencio, me tomé mi tiempo en la fría noche. Aún quedaba bastante gente circulando por la ciudad, pero mi mente se cerró poco a poco en cada paso, ni me di cuenta de que había llegado a casa hasta que lancé las llaves en el pequeño mueble que tenía en la entrada.
Mi mente era una enorme mezcla de sentimientos. Sentía odio, traición, tristeza, pero en especial me sentía desolado. Era una sensación tan amarga el ser una segunda opción, tan innecesario para una persona que creías especial.
Más cuando comenzabas a soñar sobre un futuro juntos.
Caí como peso muerto sobre mi cama una vez descalzo. Mi cuerpo estaba agotado, había soportado tanto peso que me sentía como una roca, una que estaba a punto de dejarse sucumbir en una caída sin fin.
—Quiero morir—murmuré para mí mismo en el silencio de mi habitación.
Odiaba a Aage, pero sobre todo me odiaba. No podía entender cómo mierda fue que me enamoré de un Alfa como él, tan descuidado y metido en su mundo. Había y podía tener la oportunidad de hacerlo con otros hombres, unos más simples y con vidas más fáciles. Pero justamente me tocó con un multimillonario con un harem. Literalmente, era como ver a un gran león con sus leonas, con el único trabajo de protegerlas y estar pendientes de que no se peleen entre ellas.
Marian, Zafiro y yo.
Marian sin dudas tenía más posibilidades que nosotros, era su prometida después de todo. Zafiro y yo simplemente podíamos desaparecer de su vida con el rompimiento del contrato que nos ataba a la cama de Aage.
Tenía tanta envidia.
Pero no debía, yo mismo me había ilusionado cuando no debía. La vida de Aage Dorrance nunca debió importarme, nunca tuve que involucrarme con reuniones extrañas de famosos, pero en especial con su familia.
Mi cabeza comenzó a doler entre tantos pensamientos. Debía descansar, dormir un buen tiempo y despertar cuando mi vida se haya resuelto.
Todo sería más fácil si funcionara así, ¿no?
Me aseé, me preparé para dormir sin mirar el celular y me acosté. Las luces se encontraban completamente apagadas en todo el departamento, la única presente era las que iluminaban la fría calle.
Suspiré, repasando mentalmente todo lo ocurrido.
Quería declararme, pero Aage nunca apareció hasta este día. Lo habría hecho, maldición, si no fuese por Zafiro y su estúpida amistad de colegas, lo habría hecho en mi habitación. Aún no sabía si agradecerle o no.
Ella me demostró que no era nada para él.
¿Qué habría dicho Aage en ese momento? Me habría rechazado sin dudar, pero ¿Cómo? ¿Hubiera sido amable? ¿Rudo? El contrato habría terminado en ese mismo momento.
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Riot
Teen FictionClaude se siente pleno con su vida, tiene un trabajo que disfruta y un lugar para llamar hogar, pero como siempre, Claude encontró una piedra en su camino y el mayor problema aquí es que no esperaba que fuera de oro. [MUNDO OMEGAVERSE] [Continuació...