12: Mío

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Y mi sonrisa se transformó en mueca.

¿Cómo que Zafiro se acostaba con Aage?

—¿Qué? —solté más que sorprendido.

Zafiro liberó mi mano y sonrió, algo nerviosa.

—Los dos trabajamos a Aage para complacerlo, ¿No?

Mi mente lo estaba negando, no podía creer lo que estaba escuchando. Fruncí mi ceño sin poder evitarlo, fijando mi vista en ese maldito bello rostro.

—¿Y cuánto tiempo llevas haciéndolo? —pregunté. La chica acarició su brazo, en un intento para calmarse.

—Recién cumpliré un mes—contestó con timidez.

Yo llevaba cuatro meses trabajando para Aage, rozando los cinco.

Mi pecho volvió a golpearme, me sentía agobiado y traicionado. Aage nunca me habló sobre su segundo amante y eso era lo que me dolía. Mi Omega, que antes se sentía tan cálido, se pudrió entre mis mariposas muertas.

De cierta forma, quería negar el que me sintiera así. Hasta había ingeniado un segundo plan en caso de que esto no funcionara, pero ni eso me entregaba calma.

Lo estaba intentando, maldita sea. Convencerme de que no tenía algún sentimiento por ese Alfa y que esto no me estaba dañando, pero lo sabía.

Mentía.

Sabía que me sentía mal porque estaba enamorado de Aage y lo quería solo para mí, pero era imposible. Solo era una fácil forma que tenía para quitarse el estrés y bajar su libido de Alfa Dominante.

Y aun así, me sentía como si me hubieran hecho infiel.

—Me emociona conocerte—siguió hablando la chica—. Cuando me dijeron que Aage me había escogido me sentí intimidada, ya sabes, es un Alfa Dorrance y su presencia asusta...

Zafiro jugueteó con sus dedos. Me sentí asqueado al pensar que esas manos habían tocado a Aage.

—Pero ahora que sé que no soy la única, me siento mucho más aliviada—admitió, sonriendo de una forma simple, pero adorable.

Intenté controlar mi instinto de perra arrastrada, ahogué mis celos y relajé mi postura. Tenía que actuar con sigilo.

—¿En serio? Que bien, también me siento mejor sabiendo que no estoy solo—respondí con toda la amabilidad posible.

Zafiro me observó aliviada, esbozando una sonrisa aún más animada.

—¡Qué bien! Bueno, me gustaría seguir hablando, pero tengo que irme—decía mientras buscaba algo en su bolso, sacando al final un papel con un número telefónico anotado—. Es mi número, cualquier cosa háblame, ¿Bien?

Tomé el puto papel.

—Claro, ¡Muchas gracias por venir a verme! Estoy ansioso de formar una bonita relación contigo.

—¡Sí, los mejores compañeros de trabajo! —asintió la chica, para luego agitar su mano e irse.

Borré mi sonrisa de golpe, demostrando mi clara expresión de pocos amigos.

—Compañeros de trabajo y tu puta madre—gruñí. Tomé la cajetilla de cigarrillos de mi bolsillo y encendí uno, dándole una fuerte calada.

Mierda.

—¡Uh, estás echando fuego, amiga! —empezó a decir Luke, rodeando mis hombros y cargando todo su peso. Apestaba a alcohol.

—No molestes ahora—advertí.

RiotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora