15: Caballería al rescate

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Tenía mucho miedo de hacerme una prueba de embarazo.

Estuve caminando durante casi una hora por mi departamento en duda si hacerlo o no, en si iba a la farmacia y compraba una prueba, no, tres para estar seguro.

Mi mente me quería devorar vivo.

¿Y ahora qué haré? No había tenido ninguna clase de contacto con Aage desde que terminé con el contrato. Si no me equivocaba, eso ya eran como dos meses.

Me sentía como un idiota. Luché por tanto tiempo el no pensar en él y en mis estúpidos sentimientos de enamorado.

No quería volver a esa inseguridad que él provocaba en mí.

Necesitaba un consejo, ayuda con urgencia. Miré mi reloj cercano de mi habitación, dándome cuenta de que ya debería estar durmiendo; mañana era sábado y tenía que asistir a Blane's.

—Bien, tomaré algunas pruebas del recinto—decidí finalmente. 

No me quedaba nada más que intentar tranquilizarme y esperar al día siguiente para corroborar mi estado. Me recosté en mi cama una vez aseado y listo para dormir.

Solo había dos posibilidades: Sí o no.

Conocía bien mi cuerpo, sabía muy bien que existía la posibilidad de embarazarme al saltarme una pastilla, pues eso había ocurrido con uno de mis clientes. El problema más grande, debido a eso, es que me había acostado dos días seguidos con Aage sin ninguna clase de protección. Si el caso fuera que estoy embarazado, significaría que también debería abortarlo de la misma forma que hice con el otro.

Mi Omega se inquietó.

Otro de mis grandes problemas eran mis sentimientos.

Ya no era el mismo caso que con George, ahora era diferente, el cachorro no era de solo un insignificante cliente, era de Aage Dorrance, ¿Lo abortaría sabiendo eso? No somos nada más que conocidos actualmente, pero tampoco podía tragarme estos sentimientos que me atormentaban como un huracán.

Maldición ¿por qué me siento tan asquerosamente feliz si fuera que estoy embarazado de Aage? Era un completo idiota, pero aun así mi corazón se sintió cálido, más cuando mis manos reposaron en mi plano vientre.

A la mañana siguiente fui al recinto como de costumbre. Estuve alrededor de tres horas en servicio hasta que tuve mi descanso, donde en ese preciso momento decidí ir en busca de las pruebas que teníamos de emergencia.

Debía saber la verdad ¿En serio estaba esperando un hijo?

Mi soledad acabaría, al fin.

Pero tenía que ser consciente de las consecuencias, tenía que corroborar para poder, finalmente, obtener una idea definitiva de mi futuro.

Apreté mi mandíbula con el corazón a mil.

—¡Clau! —exclamaron con emoción.

Mi corazón se detuvo por un momento al reconocer esa tonalidad, pero descarté mis sospechas, la voz del innombrable era más grave debido a su lengua materna.

—Ros —solté mientras me giraba, notando que el chico se acercaba con emoción—. ¿Qué haces aquí?

—Nada, solo vine a darme una vuelta—respondió con una simple sonrisa; sus hoyuelos marcaron una suave presencia—¿Cómo estás? ¿Todo bien?

Tragué en seco, pero me forcé a sonreír para no levantar sospechas.

—Sí, claro que estoy bien ¿Por qué preguntas?

Pero al parecer eso hizo más que levantar sospechas, puesto que Roswell alzó una ceja, borrando de cierta forma su sonrisa, transformándola en mueca.

—¿Adónde ibas? —preguntó.

Mi sonrisa se tensó, ¿Qué mierda? ¿Acaso era real eso de que los Dorrance tenían como una especie de sexto sentido?

Mordí mi labio inferior.

—A buscar unas cosas, nada serio.

Roswell mantuvo su mirada, incluso se volvió más sombría. Él sabía que mentía. Cansado, observé a nuestro alrededor, percatándome que nadie nos mirara. Tomé su mano y lo llevé conmigo a una de las salas más privadas de descanso. Gracias al cielo, estaban vacías. Nos sentamos frente a frente.

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