11: Cielos distantes

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El rostro de Luke era todo un poema.

—Es que lo estoy oyendo y no lo creo.

—Estamos igual—respondí.

Luke seguía observándome perplejo, sin alguna expresión en su rostro más que sorpresa e incrédulo. Nos encontrábamos en nuestro bar de confianza, en una zona alejada de la gente para poder hablar sin problemas.

O eso creía yo.

—Pero ¿Cómo? O sea, ¿no que lo odiabas? ¿Me mentiste? —me preguntaba de forma apresurada, apoyando sus manos sobre la mesa.

—Claro que lo odio—contesté molesto—. Es un maldito hijo de perra.

—¿Entonces cómo mierda me estás diciendo que te gusta? —volvió a preguntar, cada vez más exaltado.

—No estoy seguro, Luke—admití, colocando mi mano sobre mi frente—. Es extraño, solo tenemos una relación puto-cliente como para llegar a este nivel.

Luke tomó la cerveza frente a él, tomando un largo sorbo.

—A ver si borracho te entiendo más—dijo entre medio.

Suspiré. Estaba confundido, tanto que en mi momento de reflexión en el baño de mi habitación entré en crisis. Necesitaba urgente hablar con alguien para poder aclarar mis sentimientos o algo por el estilo.

Tenía que ser un malentendido.

—Esto es una tontería—murmuré. La antorcha acabó su cerveza, fijando su vista sobre mí.

—Sigo sin entenderte.

Apreté mi mandíbula.

—Eres un pésimo consejero, ¿sabías?

—El de los consejos siempre fuiste tú, ¿Qué pasó, amiga? Siempre me dijiste que establecer relaciones entre los clientes era un error, que si empiezas a sentir algo había que pedir un cambio. Yo no te veo nada dispuesto a quitarte a Aage de encima.

Volví mi vista a Luke. Él solo era un joven Beta de 22 años recién empezando en el mundo adulto con una carrera en proceso y un peculiar trabajo de medio tiempo. No sabía si podría entender correctamente mi situación.

—Ni aún los más experimentados se pueden salvar de los sentimientos, Luke—respondí al fin. El Beta guardó silencio, bajando su mirada a la botella vacía frente a él.

—Estás muy confundido, ¿verdad?

—Sí, nunca me había sentido de esta forma. Ya sabes, he salido con bastantes personas en la universidad, pero nada fue como esto.

Alzó su mano, llamando la atención de un mesero para pedirle más cervezas en silencio.

—Presiento que vamos a necesitar muchas de estas cosas—murmuró hacia mí, sonriendo de una forma ligera. Simplemente asentí—. Tengo una pregunta, ¿no que en su contrato decía que no podían tener ningún tipo de relación?

Suspiré. Claro que estaba consciente de esas cláusulas.

—Sí... Pero él aún no sabe nada, recién me enteré de estos sentimientos—empecé a decir.

Estaba inquieto, me molestaba de una manera este estado mío: Tan inseguro. Me gustaba ocultar mis emociones a los demás, puesto que así había sido criado, por lo que no podía evitar sentirme tan débil al enfrentarme a cosas tan fuertes como el estar posiblemente enamorado.

Y lo peor de todo, es que era por Aage Dorrance.

Apreté mi mandíbula, tomando con agresividad la cerveza frente a mí para beberla. Luke parecía sorprendido nuevamente por mis acciones, tampoco podía culparlo, estaba más que acostumbrado al verme relajado e inexpresivo.

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