06: Príncipes falsos

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Luché para mantener mi compostura al margen. 

—¿Prometida? —repetí.

Roswell asintió, manteniendo su sonrisa.

Sipi, es extraño pensarlo, ¿Quién creería que Aage fuera capaz de comprometerse teniendo solo veintitrés años? —siguió hablando el Alfa sin problemas—. Bueno, después de todo es el siguiente en la línea de sucesión, así que es normal que estas cosas sucedan, ¡Y la verdad es que estoy feliz de no pasar por eso!

La sonrisa de Roswell podía describirla como una tan alegre y segura que podría robarle de inmediato una a cualquier persona que se le cruce, pero esta vez no lo consiguió en mí.

—Amo Ros, el auto ya está listo—avisó un chico, llamando la atención del Alfa. Parecía otro del montón de sirvientes en la casa.

—¡Ah, maravilloso! Gracias, cariño—agradeció este, girándose hacia mí de forma casi inmediata para seguir con su clásica sonrisa.

Noté como el chico se sonrojaba ligeramente ante las palabras de Ros.

—Hora de irse, Claude—dijo este, consiguiendo que volviera hacia él—. Fue un agrado tenerte aquí.

—Sí—asentí con lentitud—. Hasta luego...

Subí al auto una vez abandonado la mansión, en silencio.

Me sentía en un estado de vacío. Mi mente no dejaba de repetir la escena de Ros nombrando la prometida de Aage como si fuera algo de todos los días.

—¿Por qué no me dijo? —me pregunté para mí mismo en forma de susurro.

Si Aage estaba comprometido, ¿Eso me hacía ver como un amante? No, claro que no. Él me paga después de todo y no sentimos nada por el otro, así que no debería contar como infidelidad, ¿o sí?

Fijé mi vista al silencioso conductor. Tal vez...

No.

¿Qué mierda me importa si es así? No me afecta para nada más que en el bolsillo. Él sabrá donde vergas mete sus narices.

Bueno, otra cosa en realidad.

El punto era que, no me convenía en absoluto, para nada la vida de Aage.

El chofer de los Dorrance me dejó en el mismo punto de la vez anterior. Derek me observó en silencio mientras me acercaba a él.

—¿Me vas a pedir identificación para entrar? ¿o qué? —Le pregunté. Él simplemente bufó, negando con su cabeza.

—Solo por esta vez, Claude.

—Eres tan amable, Derek—dije en forma de sarcasmo—. Aún me pregunto por qué no estás casado para tener treinta años.

El chico pareció cambiar de opinión, por lo que rápidamente me escabullí. No pasó mucho para llegar a mi zona, donde una cabeza de color fuego me llamó la atención.

—¡Luke! —saludé al momento de verlo.

—¡Clau! Qué bueno es verte, ¿Dónde andabas? —empezó a decir este, acercándose—. Vero solo me dijo que saliste por un rato.

—Tenía que hacer trabajo a domicilio—contesté con una especie de mueca.

Luke alzó una ceja, confundido.

—¿A domicilio? pero nosotros no hacemos trabajo a domi... ¡Fue Aage, ¿verdad?! —preguntó, cambando totalmente de tonalidad. Asentí, siendo sorprendido nuevamente por el cambio de sus expresivos ojos—¿¡Fuiste a la mansión de Aage!? ¡Waaah! ¿Cómo es, Claude? ¿Es enorme como todos dicen?

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