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«Siempre estaré ahí para tí, bebé. Yo no tengo vergüenza...». Una frase que definió por completo aquella odisea, la tormenta de pensamientos que empezaban a entorpecer su inspiración. Algo ilógico si hablamos de él, el gran Min Yoongi, que encuentra útiles las más desagradables vivencias para dar a conocer su historia y revolver la conciencia de la gente. Y “esto”, se daba cuenta, había comenzado desde aquellos tiempos de entrenamiento, aunque lo negara en el pasado, allí estaba desde el día uno, y lo que lo hizo consciente no fue más que el verso escuchado una tarde en la compañía.

 BigHit seguía siendo un lugar ajetreado estando en fin de semana, un sábado específicamente que se le ocurrió pasar por allí para buscar algunos papeles olvidados, aún sabiendo que podría haberlo hecho el lunes u otro día, eran generosos con respecto al tiempo de dedicación en cada trabajo, pero Yoongi era una mierda perfeccionista, prefería adelantar todo y tener más tiempo para reflexionar en lo estúpido que estaba siendo. En aquellos pasillos tan conocidos la gente lo saludaba, hacían venias y le cuestionaban su estado anímico, y algunas cosas de sus proyectos, que contestaba vagamente porque su mente viajaba lejos de allí, ¿Cómo podría contestar, si había perdido por completo el hilo de sus composiciones? Un bloqueo era común, pero era algo que se podía resolver y él sabía mejor que nadie cómo hacerlo. Una razón, una causa… y cuando le tocó pasar por un salón donde se guardaban algunos instrumentos, lo escuchó tan claro que quedó petrificado en su lugar.

 — Say it louder, say it louder… who's gonna love you like me? 

«Dilo fuerte, dilo fuerte... ¿Quién te amará como yo?»

Había una voz que lograba insertarlo en un estado casi demencial. Era como ir al cielo y hablar con un ángel, como navegar en nubes rosas porque esa voz era la suavidad de las mismas, lo estremecía, le erizaba la piel y le acariciaba los oídos con su mágico poder. Y permanecía en su mente hasta que se sumergía en sueños, entonces podía ver y tocar al dueño de esa voz en ese mundo onírico. Porque era la única maldita manera de tener así a Park Jimin.

 El jovencito de cabellos rubios estaba paseando sus dedos por esas teclas de marfil, moviendo sus hombros y haciendo expresiones que resultarían graciosas en otra ocasión, pero estaba dentro de ese espacio placentero en donde expresas tu alma a través de tu arte, él sabía lo que se sentía. Amaba cantar y era evidente en el empeño que ponía, aún siendo un cover y estando solo en aquella habitación. Mejor así, pensaba, porque Jimin amaba las miradas de las fans cuando interpretaba una canción, o bien de sus compañeros, pero había un algo en hacerlo solo. Su hermosa voz llenaba ese lugar, lo convertía en el paraíso antes mencionado, y todo era dulce como lo eran sus labios, sin embargo, había algo extraño. 

  ¿Será la manera en que Jimin interpretaba esa canción? ¿Por la manera en que dejaba caer su cabeza hacia atrás y sus ojos se cerraban completamente? Jimin estaba contando una historia a través de una canción — de por sí, bastante sugerente —, era una espina en su corazón que exclamaba, y estaba haciéndolo con esos versos cargados de reproche. 

— Ooh, said you wanna be good, but you couldn't keep your composure… Ooh, said you wanna be good, but you're begging me to come over… Ooh, come over…

 «Ooh, Dijiste que querías ser bueno pero no pudiste mantener tu compostura... Ooh, Dijiste que querías ser bueno pero me estás rogando para que vuelva... Ooh, que vuelva... »

Yoongi tuvo que morderse los labios y aguantarse la oleada de culpa. Porque Jimin era un ser de luz, amable, carismático, y todos los adjetivos buenos que podrías citar, y lo que menos esperarías es que en ese cuerpo cupiera rencor, pero la realidad era otra. Bueno, siendo sinceros, solo sacaba su lado rencoroso con él, pues si se peleaba con Taehyung por alguna cosa sin importancia, su arreglo venía con tal rapidez que las cosas quedaban olvidadas. Era conocido también como un excelente mediador, representante de “hablar para resolver”, por lo cual era casi imposible de creer que estuviera en esos momentos tan enfadado con uno de sus hyungs favoritos, por las razones que otros podrían considerar no tan relevantes. Semanas, duros días, agónicas horas que empleaba para ignorarlo y dirigirle su mirada teñida de tristeza y una pizca de enojo; una venganza comprensible, lo que más necesitaba Yoongi para seguir viviendo era su presencia, su continua compañía y privarlo de ella era cruel pero justo. Él lo sabía.

𝐒hameless. ⌜ 𝐘𝐌⌝ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora