Capítulo 7

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Narra Sofía

Me sentía libre, aliviada, tranquila, después de irme de mi manada, era una sensación increíble pero... había algo dentro de mí que se sentía diferente era una sensación de hormigueo que me recorría todo el cuerpo. Era raro para mí aquel hormigueo.

Mi loba estaba inquieta, ansiosa sin razón alguna. No lo comprendía, no me sentí así cuando me fui de mi Manada con Eliana a quien le estoy profundamente agradecida por haberme salvado del Alpha.

Estaba perdida en mis pensamientos cuando la motocicleta se detuvo enfrente de un enorme castillo que tenía el tamaño de 5 ó 10 hectáreas.

Me sorprendí mucho, bajamos de la moto y conforme nos fuimos acercando al castillo sentí una mirada penetrante observándome, pensaba que era por el trauma que había sufrido pero... lo extraño era que esa mirada me hacía sentir extrañamente segura.

Seguimos caminando hasta llegar a la entrada principal del castillo y entramos.

Luego de unos minutos apareció de la nada un chico de ojos grises con destellos azules en ellos, y estampó contra la pared a Eliana, no me esperaba ver eso. Pero muy pronto Eliana me miró tranquilamente y sonrió haciéndome ver que todo estaba bien. Asentí tímidamente.

—Damon... después, hay gente presente...—Miraron hacia donde estaba. El tal Damon la dejó ir a regañadientes y dijo:

—¿Quién es ella?—Preguntó.

—Se llama Sofía y la rescaté durante la misión.

—Hola soy Damon, y soy Mate de Eliana. Un gusto conocerte.

—Igualmente.—Respondí con una sonrisa.

—¿Qué sucedió?—Preguntó Damon mirando a Eliana.

—Luego te cuento. ¿Has visto a Max?

—Lo vi salir de su oficina, se veía inquieto...—Eliana frunció el ceño.

—¿Inquieto?—Damon asintió.

—Me pareció raro e incluso me dijo que daría un paseo por el castillo. Y que no lo esperaras para darle el reporte de la misión.

—¿Qué mosca le picó?

—No tengo idea...—Se encogió de hombros.

—Bueno... tendré que esperar a que regrese, y...—Fruncí el ceño preguntándome porque había dejado de hablar y antes de que dijera algo.

Olí un exquisito aroma a vainilla y coco y fue ahí cuando algo o más bien alguien hizo que me estampara contra la pared, cerré los ojos momentáneamente. Cuando los abrí vi a un chico de tez pálida y con un ojo amarillo y el otro rojo prominentes que me tenían hipnotizada.

Salí de mi trance cuando comenzó a oler mi cuello y me dijo al oído:

—¡MÍA!—Exclamó posesivamente. Me tomó con fuerza de la cintura, me sentía nerviosa, y en ese momento recordé lo que me había pasado hace tan sólo unas cuantas horas. No sabía qué decir y qué pensar. Comencé a respirar con dificultad, Eliana y Damon se percataron y me quitaron de encima al chico.

—Tranquila, todo estará bien... tranquila.—Me abrazó Eliana acariciando mi pelo. Me aferré a ella todavía asustada.

—Damon llévatelo, por favor.—Damon asintió sin pedir explicaciones y se fue con aquel chico enojado y confundido por lo alejarlo de lo que era suyo.

(***)

Narra Max

Estaba en mi oficina cuando mi lobo interior se puso inquieto, ansioso por algo, sin razón aparente. Lo ignoré por un rato. Pero después de unos minutos ya no pude más y opté por dar un paseo para calmarme y después continuar con mi trabajo.

(***)

A los pocos minutos llegó a mis fosas nasales un refrescante aroma a rosas y menta, mi parte lobuna y vampiro, tomaron el control de la situación y comencé a buscar a la dueña de dicho aroma.

No pasó mucho tiempo para que la encontrara, estaba con Eliana quien supuse que había llegado hace poco y también estaba Damon con ella. Pero había alguien más con ellos.

Era tan hermosa, su cabello rubio y rizado me enloquecía cada vez que se movía con el viento, sus ojos verdes que tenían un brillo especial pero ese brillo era inexistente. Sentía una gran curiosidad por ella, que no dudé en acorralarla contra una pared y oler su cuello.

Sentí y escuchaba su respiración agitarse de manera errática y nerviosa, no entendía por qué, si ella era una mujer lobo. Pero antes de que pudiera decir algo, Eliana y Damon la alejaron de mi, protesté pero me ignoraron.

Eliana abrazó a mi mujer consolándola, mientras que Damon me sacó del lugar a petición de la bruja de Eliana.

Damon me llevó a mi oficina y nos encerró a ambos dentro de ella. Me arrojó un vaso de agua fría a la cara y volví a la normalidad.

Lo encaré pero antes de decir algo dijo:

—Max... cálmate. Te saqué de ahí porque asustaste a la chica. Por eso te saqué.—Asentí entendiendo la situación.

—¿Por qué? Si ella es MÍA.

—No lo sé pero algo me dice que esa pobre chica sufrió bastante en su antigua manada.—No dije nada. Al contrario me comencé a preguntar qué le había pasado a mi mujer para que reaccionara de esa manera.

—Vamos, acompáñame.—Me miró desconfiado.

—No voy hacer nada malo. Prometo comportarme.—Rodeé los ojos.

—Bien. Vamos. Pero si vuelve a ocurrir Eliana te golpeará.—Asentí.

Salimos de mi oficina y fuimos a la entrada del castillo nuevamente y al llegar todavía seguía Eliana con ella. Eliana miró a Damon quien asintió dando a entender que todo estaba bien.

—Lleva a la chica a una habitación para que descanse.—Eliana asintió y se la llevó teletransportándose con ella a una habitación.

—Iré a mi habitación voy a dormir un poco mis dos mitades me agotaron. Nos vemos después.—Damon asintió y se fue en busca de Eliana. Ya que su sonrisa maliciosa lo delató.

(***)

Llegué a mi habitación y me acosté en mi cama pensando en qué rayos haría para acercarme a mi Mate. Y muy pronto me ganó el sueño.

(***)

Narra Sofía

Después de que Eliana me dejara en mi nueva habitación, ella se fue dejándome sola para que descansara un poco. Había sido una larga noche y necesitaba dormir. Pero no podía hacerlo así que comencé a repasar con la vista mi nuevo entorno.

La habitación era amplia, acogedora, pese a que parecía salir de un cuento de la Edad Media, pero dentro de todo era cómoda.

La cama que tenía un edredón simple color blanco con almohadas del mismo color era sumamente cómoda, las paredes de ladrillo no tenían color alguno.

Aunque era mejor estar ahí que estar en un lugar donde sufrí mucho por culpa de otros, y quedarse en esa clase de entorno no era para nada satisfactorio.

Pero no podía dejar de pensar en aquel chico de cabello rubio con un ojo amarillo y el otro rojo que me había acorralado contra la pared, su voz al reclamarme como suya me tenía aún cautivada, sus ojos me hicieron sentir protegida de alguna forma.

Pese a ello volví a recordar lo que había sucedido y aquellas imágenes se intensificaron a tal grado que no pude más me solté a llorar, ahogue mi llanto en una almohada y de tanto llorar me quedé profundamente dormida.

La Cazadora De La Noche: Tu peor pesadilla...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora