Capítulo 37.

65 10 0
                                    

Estoy inmersa en un sinfín de pensamientos sobre Luke, mientras Frank y mi padre charlan animadamente con David, un chico carismático que conocí en rehabilitación hace algunas semanas. Logré congeniar con él de inmediato cuando se ofreció a ayudarme con algunos de los ejercicios que nos asignaron en el hospital. Es un par de años mayor que yo y casi de la misma estatura que mi hermano, tiene el cabello castaño oscuro y unos ojos verdes tan profundos que me parece curioso, su cuerpo ancho demuestra que tiene una gran afinidad al deporte y su sonrisa me inspira confianza, me asombra que en tan poco tiempo he llegado a tomarle afecto y ahora le considero un buen amigo.

David tuvo una fractura en la pierna derecha, de tibia y peroné, hace casi cuatro meses, y ahora al fin se ha recuperado al cien por ciento, por eso es que estamos celebrando en este momento. Aunque, sinceramente, yo no tengo ánimos para nada, no puedo sacar de mi cabeza el hecho de que tuve que dejar nuevamente a Luke en Madrid, a miles de kilómetros, y cerca de Eva, quien busca cualquier oportunidad para estar cerca de él. Me siento tan frustrada y triste que sólo quiero irme a mi cuarto y estar sola.

De pronto el teléfono de la casa de los Hemmings empieza a sonar, lo cual me resulta sumamente extraño ya que nadie utiliza dicho aparato, le hago una seña a Frank para hacerle saber que iré yo y me pongo de pie cuidando no ser muy brusca, en ocasiones aún me duele un poco el tobillo.

Cojo el fijo y lo acerco rápidamente a mi oído, una respiración pesada al otro lado de la línea me alerta de inmediato y murmuro:

— ¿Hola?

—Sarah...

Su voz suena afligida y hasta cierto punto temerosa, la conozco demasiado bien como para notar que no está bien. Un escalofrío me recorre el cuerpo y mi corazón empieza a latir con un ritmo desesperado.

—Layla, ¿qué ocurre? —le cuestiono siendo cautelosa.

—Hermana... necesito que me escuches con atención, ¿sí? No tengo mucho tiempo y...

— ¿Dónde estás? —titubeo—. Dime que estás bien.

—Lo estoy —suspira—. Estoy en la comisaría. Ahora... en mi recamara, en el primer cajón del buró está una agenda, vas a encontrar el número de la casa de Madrid en donde está mi madre, y del abogado Louis Green, llámalos y diles que me llevarán al reclusorio mañana por la tarde.

— ¿Reclusorio? ¿De qué carajo estás hablando, Layla?

—Necesitaba... sé que no es la mejor forma de decirte esto, pero... Luke no mató a Andrew Hemmings, fui yo. Una vez que hables con mi madre y ellos vengan, Luke podrá aclararte todas las dudas que tengas, ahora tengo que irme. Te quiero Sarah, pase lo que pase.

Mis piernas pierden toda la fuerza de un momento a otro y caigo al suelo, empiezo a llorar desconsoladamente mientras imagino a mi hermana en ese horrible lugar. Papá, Frank y David viene rápidamente hacia mí y me instan a moverme para llegar al sillón. No puedo hablar, tengo un nudo de preocupación en mi garganta y las dudas me nublan cualquier pensamiento coherente. ¿Qué diablos es todo esto? Me tiemblan las manos y al parecer mi padre se percata de ello, así que me toma para darme un poco de estabilidad.

— ¿Qué ocurre Sarah? —me pregunta mi hermano por enésima vez.

—Es... es Layla —murmuro—. Ella... ella me ha dicho que...

Me pongo de pie y me aparto rápidamente de ellos, tengo que hacer lo que mi hermana me ha pedido, quizá si Luke y su familia vienen ahora mismo podamos arreglar algo. Mi padre me sigue hasta la habitación de Layla y me pide casi a gritos que le diga lo que está sucediendo, lo ignoro momentáneamente y me inclino en dirección al buró, ahí encuentro la libreta que me ha mencionado y la estrujo contra mi pecho.

KILLER - L.H -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora