Capítulo 31.

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DÍA 30 SIN ÉL.

Los nervios me carcomen. Apoyo las manos en mis rodillas nuevamente mientras pienso en lo que está a punto de pasar. Observo brevemente a Layla, que está sentada justo frente a mí, a un costado de la isla de la cocina, está aún más ansiosa que yo, puedo darme cuenta de ello ya que no ha dejado de jugar con su cabello en toda la tarde.

Este último mes ha estado cargado de muchas emociones diferentes, han sucedido cosas que nunca me imaginé que pasarían y aun no aprendo a controlar el sentimiento de vacío que me provoca el estar lejos de Luke.

Cuando volvimos de Madrid, mi padre me entregó una carta de mamá, al parecer toda la situación del fracaso de su matrimonio pudo más que ella y se fue de la ciudad, regresó a su natal a vivir con mi abuela. Papá puso en venta la casa y nos propuso a Frank y a mí que nos mudáramos con él a la casa de la tía Maca, una idea que ni a mi hermano ni a mí nos entusiasmó mucho, obviamente nos negamos y ahora estamos viviendo junto con Layla en la enorme casa de los Hemmings.

Bastante extraño, lo sé, pero por ahora todos estamos bien con ello.

Layla no ha tenido contacto con su familia desde que volvimos aquí, al parecer el abuelo de Luke tuvo una charla —no muy amable— con ella y ahora tiene miedo de que él pueda hacerle algo a su mamá y a sus hermanos. Ese hombre no tiene ni una pizca de bondad en todo el cuerpo, estoy segura de ello.

—... ¿no crees?

Dirijo mi mirada hacia Layla y frunzo el ceño, lo cierto es que no le he prestado atención. Frank entra a la cocina y nos sonríe. Ver a mi hermano irradiando tanta paz me resulta muy satisfactorio, él ha dejado por completo las drogas, le ha costado bastante, pero al final de cuentas ha logrado salir adelante con el apoyo de todos.

— ¿Está lista la cena? —nos pregunta y abre el refrigerador.

—Lo está —le responde Layla—. ¿Ustedes creen que si venga?

Oh sí. Invitamos a mi padre a esta cena misteriosa en la que le vamos a decir que Layla es su hija. Ella quiso esperar un poco hasta estar lista y parece que el momento ha llegado. La tensión se puede palpar en el ambiente y de pronto me siento un tanto mareada.

—Él estará aquí en cuestión de minutos —asegura Frank—, solo que debemos ser pacientes porque la puntualidad nunca ha sido lo suyo.

—Bien —Layla suspira y después me entrega su mirada más ansiosa.

Decir que este mes ha sido sencillo sería la mentira más grande de mi vida. No me acostumbro a despertar y darme cuenta de que una vez más no voy a ver la mirada de Luke. En la Universidad, su asiento ha sido ocupado por mi hermano y aquello me ha ayudado a sobrellevar su ausencia, pero aun así me cuesta demasiado no pensar en él. Una vez intenté llamarlo, pero me tomó tan sólo un par de segundos darme cuenta de que su línea fue dada de baja. Frente a mis hermanos finjo estar bien, pero la realidad es completamente diferente.

El timbre suena y Layla se pone de pie a la velocidad de la luz, se acomoda el cabello una vez más y suelta un largo suspiro.

—Yo iré —anuncia Frank y sale de la cocina.

— ¿Y si todo sale mal? —me dice ella con un hilo de voz.

Me levanto y voy hasta ella, con un abrazo intento que se calme un poco, recarga su cabeza en mi hombro y suelta un suspiro largo y atormentado que termina por agobiarme a mí también.

—Esto es difícil, lo sé —le susurro—, pero él va a amarte mucho, ¿sí? Eres su hija y al fin mereces tener un padre que te quiera de verdad.

KILLER - L.H -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora