Capítulo 11.

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Papá está esperándonos en la sala de mi casa. Luce tan alarmado y asustado que se me estruja el corazón. Me toma tan sólo un par de segundos percatarme de que al costado de su sofá favorito están sus maletas. ¡El ha vuelto! Mi estado de ánimo cambia repentinamente con la noticia implícita que veo en su rostro y si me fuese posible me pondría a brincar de felicidad por todo el recibidor.

Mi madre sigue de pie detrás de mí, está esperando, sin duda alguna, a que mi padre haga el primer movimiento, pero aquello en definitivamente no llega. Puedo palpar la tensión molesta que hay entre los dos y suspiro, descargando todo el cansancio que tengo aplastándome el pecho.

—Hola papá —murmuro para romper el hielo.

—Dios Sarah —suspira—. No sabes lo feliz que me hace que estés bien.

—Lo estoy —confirmo y le sonrío mirando nuevamente sus maletas—. El doctor Edwards dijo que todo está en orden. ¿Has decidido volver?

—Así es —asiente y me mira con ternura—. Ahora que mi pequeña tiene dificultades no puedo apartarme, ¿no lo crees?

—Gracias —susurro e intento contenerme para no empezar a llorar.

Él se acerca hasta a mí y me abraza. Todo dentro de mí se tranquiliza con ese simple gesto y suspiro. Lo extrañaba tanto...

Papá aparta las muletas y deja que me apoye completamente en él, me ayuda a llegar hasta el sofá más pequeño y posteriormente se sienta frente a mí. Mi madre se ha esfumado y supongo que se ha ido a refugiar de sus sentimientos en su habitación, creo que todo esto es muy difícil para ella y de cierta forma la entiendo.

—Entonces... ¿qué pasó?

La pregunta de papá se repite una y otra vez en un bucle dentro de mi cabeza y las manos me empiezan a sudar mientras medito si es buena idea contarle sobre lo que ocurrió realmente en el salón de clases. El silencio que nos rodea se torna un tanto incómodo luego de algunos minutos así que decido hacerlo.

Suspiro profundamente y después me aventuro a relatar lo que Danna me dijo sobre Frank, no puedo impedir que las lágrimas empiecen a correr por mis mejillas cuando vuelvo al justo momento en el que mi hermano... mi Frankie prefirió llegar hasta su novia, haciéndome de lado sin una pizca de remordimiento.

—...y Luke me acompañó hasta el hospital y...

— ¿Luke Hemmings? —me pregunta luciendo consternado, se pasa una mano por el cabello y mira fijamente al suelo por algunos segundos.

—Uh... sí —asiento sin más—. Antes de que digas algo sobre él... solo quiero que quede claro que no creo que vaya a hacerme nada malo, papá. Es más, ni siquiera estoy segura de que todo lo que se ha dicho sobre él sea real y...

—Te gusta mucho, ¿no? —me pregunta sin tapujos.

— ¿Qué? —pregunto mirándome las manos, algo nerviosa.

—Ni siquiera he dado mi opinión sobre el chico y de inmediato saltaste a defenderle. Te conozco más de lo que podrías imaginar, hija.

—Uh...

—Además recuerdo que alguna vez, antes de lo que ocurrió, llegaste a hablar de él. ¿Aún es tu compañero de asiento?

—Lo es —sonrío tímidamente.

Él me mira fijamente buscando descifrar mi expresión y pensar en Luke me sonroja. ¡Demonios!

—Conozco a su madre —comenta casi susurrando aquello—. Fue con Maca a la Universidad. Eran muy buenas amigas. No había día que Liz Hemmings no pasara por la casa de tus abuelos —sonríe con algo de nostalgia.

KILLER - L.H -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora