— ¡Santos cielos, Arthur! ¿Qué haremos? — Dijo Molly algo preocupada levantándose del sofá.
— Severus, mi mosquete. — Exigió Arthur.
— ¡James, haz algo! — Dijo Lily algo espantada.
— Eh... — Se levantó de su asiento ahora acercándose al patriarca Weasley. — Tal vez fue una noticia de la prensa escandalosa, — Le sacó el arma de las manos a Arthur, y este se quejó. — ya sabe como les gusta distorsionar la información. — Dijo por último alejándose del pelirrojo.
— ¡Sea como sea, nos quedamos sin novio para la boda de mañana! — Dijo en voz alta Arthur y ahora mirando para otro lado, mientras James colocaba el arma sobre la chimenea, dijo en voz baja — No puedo ni pensar en las repercusiones económicas.
— Esta es una terrible ofensa para nosotros. — Dijo una muy molesta Molly.
— Permítanos buscarlo, por favor, dennos hasta el amanecer. — Pidió Lily.
— Muy bien, hasta entonces. — De espalda a ellos hizo un ademán para que se fueran.
~ • ~
En el mundo de los muertos
El rubio caminaba por toda la ciudad buscando al moreno que se había escapado de él.
En un momento pensó en gritar su nombre, pero no se lo sabía, luego pensó en gritar "cariño", pero ese no era su estilo, así que se quedó en silencio, viendo para todos lados a ver si lo encontraba.
Harry lo vió pasar y se escondió en uno de los ataúdes que había contra la pared, debía de admitir que era un poco, bueno, bastante extraño, pero estar ahí en ese mundo ya era extraño y algo aterrador.
Draco se hizo el tonto, obviamente lo había visto esconderse, pero pasó de largo, quizá el chico necesitaba algo de tiempo a solas para poder asimilar que estaba en un mundo contrariamente al suyo y que estaba desgraciadamente casado con él, porque vamos, el no era un gran partido para alguien vivo. Estaba muerto, ya no podían tener hijos, casi que le faltaba toda la piel en un brazo, pero se mantenía en el resto del cuerpo, sus ojos plata y su pelo rubio platinado ya no tenían el mismo brillo de antes, era un mal y horroroso partido para alguien tan bello y vivo, era más que obvio para él, y aparte parecía que no le interesaba nada al azabache, quizás porque estaba muerto, quizás porque era un hombre y no eran sus gustos, quizás porque no podría formar una familia. Había varios contras en estar con él.
Draco siguió su rumbo sin antes darse la vuelta y mirar al moreno una última vez en esa tarde, solo para descubrir que él también le miraba, hasta que el chico decidió correr para el lado contrario. Sus esperanzas de que se acercara a él se habían destrozado. Agachó la cabeza y siguió su rumbo.
Harry corría sin rumbo alguno, intentando buscar una salida de ese infierno. Paró en una esquina, y se apoyó en otros ataúdes que se encontraban allí.
— ¿De quién te escondes? — Preguntó una chica de cabello corto, muy pálida.
Harry se asustó y quizo salir corriendo.
— Salir corriendo es de mala educación. — Volvió a decir aquella chica casi leyéndole los pensamientos.
— Lo siento. — Se disculpó estando a una gran distancia.
— Pansy Parkinson, ¿Tú eres...? ¿No eres el chico casado con Draconis? — Dijo haciendo una leve mueca, parecida a una sonrisa.
Harry asintió.
— Soy Harry Potter, y en serio, nunca quise casarme con él, fue un error. — Pansy lo miró horrorizada.
— Por favor, nunca le digas eso a él. Si no quisiste casarte con él, ¿Por qué lo hiciste?
— Yo... Estaba en el bosque recitando los votos para mi boda de mañana y pensé que aquella mano enterrada solo eran ramas, y coloqué el anillo en su dedo al parecer, y así es como sucedió, nunca quise que pasara. — Dijo Harry mirando el suelo.
— ¿Te ibas a casar mañana? — Harry asintió.
— Por eso quiero huir de aquí. Creo que la amo. — Pansy frunció el ceño por lo dicho por el azabache.
— No puedes, ¿Le harías eso a tu propio esposo?
— ¡El no es mi esposo! — Grito fuertemente Harry.
— De todos modos, no hay una forma. Ojalá te pudras aquí. — Dijo Pansy toda furiosa yéndose por otra calle.
Pansy vió que Draco estaba a la vuelta de donde ella había hablado con Harry y le miró apenada.
— Draco, ¿Qué haces aquí? — Harry al oír el nombre y oír la voz de Pansy, se sintió pésimo, el rubio, que ahora sabía que se llamaba Draco, había oído toda la conversación.
Se sintió horriblemente mal.
— Caminaba a mi casa, ¿Pasa algo? — Pansy negó, lo abrazó y le propuso caminar con él y acompañarlo.
Draco la rechazó.
Pansy le dijo que siempre podía confiar en ella, y se alejó yéndose por la calle contraria a la del rubio.
Harry se sentía mal, y se acercó al rubio.
— Oye... — Empezó Harry, pero nunca terminó la frase, no sabía que decir, realmente no había mentido, no podían estar juntos, Draco estaba muerto, era meramente imposible.
— ¿Sí? — Preguntó el rubio siguiendo su camino, con un moreno junto a él.
— Yo... Lo siento, pero es la verdad.
— ¿De que hablas? — El rubio le miró confundido.
— De la conversación.
— Este mundo creo que ya te está haciendo delirar. — Le dijo el rubio antes de soltar una risa. Para Harry, aquella risa era una melodía que podría oír sin quejarse. Claramente el pelinegro frunció el ceño ante sus propios pensamientos. — Ven — Le dijo el rubio agarrándolo de su muñeca. — Te tengo un regalo. De bodas, si es que quieres llamarlo así. — Lo arrastró por unas cortas calles hasta llegar a un acantilado que parecía más un balcón grande, mejor dicho, enorme, podía ver a la gente caminando por las calles, pero esta era diminuta a su vista.
Draco silvó una corta melodía y se pudo oír a un búho a lo lejos. Este se colocó en el hombro de Draco.
— Es un bello bubo scandiacus, es un gran chico, siempre se porta muy bien. — Dijo haciendo que el búho se colocara en el dorso de su mano.
Harry se quedó embelesado por esos grandes ojos que lo miraban y esas blancas plumas, algo opacas por el tiempo.
¿Ese era...?
— ¿Hedwig? — El búho hizo un sonido. Draco sonrió.
— Estira tu mano. Quiere acercarse a ti. — Harry hizo exactamente lo que le dijo Draco. Hedwig se le coloco en el dorso de su manos y movió un poco sus alas emocionado por ver a su amo.
Harry acercó su mano al plumaje del ave y le acarició, el búho cerró sus ojos y se dejó acariciar.
— Pero... ¿Cómo? Él murió hace unas dos semanas.
Draco sonrió.
— Él, se encontraba desorientado y muy afligido por no encontrarte y parecía distraído cuando chocó conmigo. Al principio se encontraba a la defensiva por ver nuevo territorio desconocido, pero luego le expliqué que falleció y que este sería su nuevo hogar, y que si el quería podría vivir conmigo y así no estar tan solo.
— Gracias — Dijo Harry sonriéndole.
Draco pudo jurar oír bombear su corazón, lo que obviamente era imposible, pero podía jurar que su corazón - si no estuviera muerto y su corazón varado - estaría aceleradísimo con solo ver aquella simple y bonita sonrisa que le había regalado el moreno.
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El cadáver del novio
Fiksi Penggemar¿Qué pasa cuando estás a punto de casarte y los nervios te carcomen tanto que te olvidas los votos? ¿Qué ocurrirá cuando digas bien aquellos votos, pero a la persona equivocada? Y terminas casado con un cadáver ¿Decidirás morir? O ¿Hacer todo lo pos...