|Estaría agradecido de que estés ahí|.
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.Largos y agotadores días de trabajo significaban noches frías y tristes para el rubio. Llegar a su casa, encontrarla oscura e incluso desordenada era una rutina a la que se acostumbro poco a poco, incluso desde su anterior trabajo.
Por eso, era un tanto difícil para él encontrarse con una casa alegre, iluminada y limpia con olor a comida casera e incluso un poco de música. Caminar por los pasillos ahora cálidos hasta su habitación y ver a su mujer con la pijamada puesta, la lámpara de mesa encendida y un libro en su regazo era... Era tan...
-Oh, amor -saludo ella, levantándose de la cama y caminando hasta él y recibirlo con un beso corto en los labios-. Bienvenido a casa.
Ah... seguía sin acostumbrarse. Seguía sintiéndose tan alegre de estar vivo y poder compartir esos momentos, de tenerla a ella, ese amor y calidez que la caracterizaba tanto. Su mujer.
-Estoy en casa.