|Estaría obsecionado con tus caricias|
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.¿Parte favorita del cuerpo de su chica? Sus manos. Oh dios, cómo amaba sus manos.
Estuvo tan ausente de tacto físico con alguna mujer por estar sumergido en su trabajo que, cuando conoció a _______________ y está lo hizo sentir ese mundo de sensaciones con solo tocarlo, por poco y se volvió un adicto.
Adora su toque, necesita su toque, sentir su calor, las caricias por su cuerpo. Necesita sentirla.
En las noches más frías, siempre buscaba su cuerpo, y al dejar de sentirlo por las mañanas —que era cuando alguno de los dos tenía que levantarse— se sentía realmente extraño, como si le faltará algo. Por eso, las despedidas a lo hora de irse a trabajar solían durar más de treinta minutos, en los que Nanami no podía dejar de recorrer el cuerpo de su novia con sus manos, o besarla de su pecho para arriba. Muchas veces llegaba tarde o tenía que cambiarse de traje.
No importaba que estuvieran haciendo, bañándose juntos, o en la cocina, Nanami siempre busca el tacto de su mujer.
—Cariño, ¿Pasa algo?
El rubio besaba los dedos de su novia lentamente. Desde hace un tiempo estaba más cariñoso de lo normal, y desde que llegó a casa y se desplomó en la cama, no había dejado de darle mimos, como si fuera su fuente de vida.
No le disgustaba, al contrario, amaba esos momentos repentinos de necesidad de mimos que tenía Kento, pero al ser tan repentinos, no podía evitar preguntar.
—Te amo —repitió por tercera vez en la noche—. Lo sabes, ¿Verdad?
—Lo sé, lo sé —respondió, tomándolo del rostro y llenándolo de besos—. ¿Pero por que el repentino ataque de amor?
—Quiero aprovechar hasta el último segundo para estar contigo —susurro, gateando hasta estar encima de ella y acostarse en su pecho.
—¡Oye, no hables como si fueras a morir pronto! —regaño acariciando su cabello—. Me asustas.
Este río por lo bajo, dejándose llevar por esas caricias que se volvían como su droga.
—Viviré, contigo.