CONTINUACIÓN...
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Casi nunca peleaban, pero tenían pequeñas discuciones que se arreglaban justo después. Se burlaban de las respuestas del otro y actuaban como si nada.
Con certeza podía decir que esa era la pelea más fuerte que habían tenido. Y si las cosas seguían así, seguro que no tendría arreglo.
Exactamente, pasó una semana desde que Kento salió de la habitación sin decirle mucho y dejándole mil ideas en la cabeza de lo que sea que estaba haciendo. Ninguna era muy bonita.
No creía a Kento capaz de engañarla. Muchas veces le demostro que si tenía algún problema en su relación, lo hablaría con ella tan pronto como pudiera permitírselo.
¿Pero si se equivocaba?
No podía evitar dudar. Todo era demasiado extraño y no tenía ni una sola pista de lo que podría ser.
¿Por qué otra razón no podía contarle lo que sucedía?
O aún peor, ¿Estaba metiéndose con algo o alguien peligroso?
No. No podía imaginar a Kento siendo violento, o metiéndose en problemas.
Solo dudas le llenaban la cabeza.
Dos golpes en su puerta la sacaron una vez más de sus pensamientos. Llevaba dándole tantas vueltas al asunto que empezaba a marearse. Se levantó de la mesa sin muchas ganas, deseando que no fuera Kento quien estaba al otro lado. No estaba lista para enfrentarlo. Ni siquiera podía decir que le daría un puñetazo por que no tenía fuerzas ni para eso.
Para su suerte, no era su prometido quien estaba tras la puerta, sino un chico pelirrosado, con dos marcas cerca de sus ojos. Tuvo que tomarse unos segundos para reconocerlo.
Un poco lamentablemente, pues se trataba de Itadori.
—Oh... Yuji. ¿Vienes a buscar a Kento? —intentó fingir una sonrisa de bienvenida, pero el semblante serio del muchacho le dio a entender que no serviría de nada. Lo sabía todo.
Ambos entraron en la casa, ella algo nerviosa. No quería hablar de lo que sucedió, pues aún era reciente y estaba segura que lloraría enfrente de quien sea en cuanto lo mencionara. Odiaba llorar frente a los demás.
Pero... Lo necesitaba. Retenerlo se sentía como acumular ácido en su pecho.
—H-haz hablado con él, ¿Verdad? —se escucho preguntar.
—No. Solo me dijo que tuvieron una fuerte pelea cuando pregunté —le explicó—. Vine a saber si tú estás bien.
___________ negó con la cabeza—. Yo... No sé que pensar.